Sin lugar a dudas España, como Europa y gran parte de los países occidentales, se enfrenta hoy a profundos retos y desafíos en el marco de la denominada cuarta revolución tecnológica, un tiempo este en el que de igual forma las oportunidades afloran en la propia exponencialidad de los cambios y el progreso que el ser humano alcanza hoy y alcanzará en los próximos años.
Así, transformaciones como las que afectarán aún más si cabe al modelo productivo de nuestra economía, con la aplicación de la Inteligencia Artificial y la Robótica o revoluciones como las que experimentaremos en el campo de la salud y la investigación científica sobre el propio organismo humano, tanto en procesos de regeneración celular, como de aumento de la longevidad de manera permanente o incorporación de los elementos mecánicos o artificiales a nuestro propio organismo así como la generación de un modelo de desarrollo sostenible y verde unido a los impactos y no salvables del cambio climático o el calentamiento global vendrán a determinar de manera directa un cambio de modelo de relación, convivencia, desarrollo y estructura en el mundo. No por menos, estos cambios vendrán de la mano de otros socialmente significativos y orientados a cambios de movilidad migratoria, desarrollo de las grandes urbes y áreas tecnológicas e industriales así como a un valor mayor en áreas con fuerte presencia de ambientes climáticos óptimos para la vida, de acceso a recursos hídricos y de fuerte presencia de facilidad en los procesos de adquisición elementos de un sector primario cada vez más importante ante el estrés productivo de un planeta expansivo en áreas de crecimiento población pero finito en sus recursos para el ser humano, siendo aquí donde la investigación en Agrotech y Foodtech alcanzará cada vez un mayor peso, unido a la necesaria carrera espacial en esa búsqueda de materias primas y de apoyo al crecimiento del propio ser humano que en este siglo XXI superara las barreras físicas y tecnológicas que limitaron desde su nacimiento su presencia en la tierra. Veremos, así como el envejecimiento y la muerte como elementos de control de la propia humanidad serán superados en gran medida en un planeta en donde uno de los grandes desafíos será dar sentido a la vida y a la vocación de desarrollo de una humanidad que verá como el tiempo no es tan finito.
Es en este marco reflexivo donde surge la reflexión sobre las claves que puedan permitir la coexistencia de estos cambios, de estos desafíos y oportunidades como la propia generación de un entorno de prosperidad y bienestar compartido para la ciudadanía de los países y regiones que conforman el mundo. No por menos, en un tiempo, en un siglo que puede configurar un nuevo tiempo de progreso global surgen al mismo tiempo las dudas sobre quienes disfrutaran del mismo y todavía más de sí estos cambios tan exponenciales vendrán a generar un mundo a dos velocidades y cada vez más alejado entre quienes nazcan o no en las fronteras de la apuesta y la oportunidad por el progreso.
En todo caso, lo cierto y verdad es que convertir los retos y desafíos o incluso las amenazas en oportunidades parte de un elemento, la apuesta por la capacitación y la innovación, por el talento humano en todas sus formas como capacidad analítica, creativa y práctica de enfrentar y orientar este tiempo hacía ese mundo de progreso activo y dinámico compartido. Es aquí por lo tanto donde nace como vía fundamental para ello la necesaria apuesta por la cooperación en toda su expansión, esa que va desde la cesión de espacios únicos o de éxito para convertirse en espacios compartidos y multidireccionales. Entendiendo al mismo tiempo que la clave de enfrentar los problemas del envejecimiento europeo y occidental de la población, de la falta de perfiles de talento e innovación o de la necesidad de aumentar sus procesos de innovación como elemento fundamental para el mantenimiento del andamiaje de la sociedad de bienestar, parte de la apuesta decidida por la apertura, por la capacidad de aceptar la construcción de una sociedad de mezcla y del trabajo en red sin decapar el talento de los territorios de origen de quienes si bien querrán contribuir al desarrollo de este nuevo mundo no quieran dejar sus lugares de origen apostando por el progreso de los mismos en consonancia con el del propio mundo occidental.
Por ello, recibir a quienes llegan con el impulso innovador de su talento y conectar con quienes desde sus territorios quieren contribuir a este nuevo tiempo son pilares de la conceptualización de esta gran revolución económica, social, política y cultural, una revolución que parte de la generosidad en la cooperación y no de la competitividad aún dentro de las necesarias reglas de la oferta y la demanda del mercado, un momento este en la historia de la humanidad en el que podemos orientar la conquista de esa nueva realidad de evolución y progreso que permita desde la innovación construir un planeta mejor, sostenible, conectado y en igualdad.
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