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Frente a un mundo de apariencias, es preferible uno de realidades esenciales

Interpretación optimista de la vida

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Una vía hacia la felicidad es la consideración de los retos de la vida, como oportunidades para mostrar de qué estamos hechos a nosotros mismos y a los demás. En toda existencia aparecen obstáculos y problemas, porque la vida, en sí misma, es problemática y no puede ser de otra forma. Una actitud optimista y realista sirve para la interpretación de las circunstancias vitales, desde una perspectiva positiva. Esto mismo puede marcar una gran diferencia, en el nivel de nuestra calidad de vida.


Es preciso enfrentar las adversidades con mayor resiliencia, porque eso supone poner el foco en las soluciones posibles, y aumentar la fortaleza interior. El desbordante entusiasmo y pasión son activos en la lucha de la existencia y proporcionan un disfrute más intenso de los momentos felices. En las experiencias diarias podemos encontrar un significado poderoso, sobre todo, si las integramos en los objetivos y las metas y proyectos que nos llenan más.


Las dificultades son ocasiones que potencian la capacidad de superación a través del esfuerzo, el coraje y la perseverancia. Como dijo Helen Keller: “El optimismo es la fe que conduce al logro. Nada puede hacerse sin esperanza ni confianza”. Sabias palabras que ponen de relieve el gran valor de la confianza en nosotros mismos, como punto de partida de la aventura del vivir. Si se cree en las capacidades humanas son superables todos los desafíos imaginables. De hecho, esta misma mentalidad nos impulsa a seguir adelante, a pesar de todas las dificultades características o propias de la realidad de la vida. El vitalismo de Nietzsche es también una expresión poderosa de una afirmación de la existencia, de una manera total e incondicional.


Los beneficios del optimismo son incuestionables. Según las más profundas y extensas investigaciones, la actitud optimista propicia una mayor longevidad, porque la pasión con la que se realizan las actividades cotidianas refuerza el sentido de la vida y esto produce consecuencias positivas a nivel orgánico. En estrecha relación con esto es indudable que si se vive con más ilusión y tranquilidad el estrés se reduce. Una de las conductas que intensifica el optimismo vital es la práctica de la gratitud. También es una buena técnica la reformulación de los pensamientos negativos con un lenguaje positivo de logro y autoconfirmación. Todo se puede aprender y el desarrollo de metas realistas pero ambiciosas, es otro de los procedimientos para vivir, consiguiendo la realización de proyectos y sueños. Las metas son las que dan sentido a la vida humana. Como escribió el filósofo Nicolás Abbagnano se trata de “vivir auténticamente y ser auténticamente sí mismo”. Todos tenemos una misión en la vida.


En realidad, el existencialismo positivo de Abbagnano parte de la aceptación del azar de la vida que puede ser contrarrestado con determinación y coraje, en la medida de lo humanamente posible.  Se trata de elegir las posibilidades que ofrece el mundo, a través de decisiones   para ser realmente uno mismo, con todo lo que esto significa. No se debe vivir en estado de dispersión dejándose llevar por la corriente de la vida y las circunstancias, aunque los sujetos poseen plena libertad para elegir su tipo de existencia, como es lógico. Como indica Abbagnano, “el hombre que no decide, no se realiza.” El escepticismo es una actitud realista, pero si se lleva al extremo perjudica a las personas, porque la duda sin fin dificulta o impide tomar decisiones que son necesarias. No hay que perderse en la banalidad de la vida cotidiana, porque la finitud nos debe impulsar a realizar lo que queremos, lo que está en nuestra naturaleza más profunda, lo realmente deseado por nosotros, de esta forma no habremos transitado por la vida, de modo inadecuado. La libertad se realiza, de modo pleno, cuando somos seres autorrealizados. Además, como afirma Abbagnano “la aceptación del riesgo implica la aceptación de la finitud”. No puede ser de otro modo. La existencia es constitutiva inseguridad, como escribió el filósofo Julián Marías.


Luchar en la propia vida, por la consecución de las metas y proyectos, es la expresión más profunda y amplia de la libertad personal, en toda su magnitud. Esto no debe ser olvidado nunca, ya que es lo que representa, define y expresa la auténtica esencia humana como actividad consciente. Si somos realmente libres se manifiesta en toda su grandeza, la capacidad creativa para ser auténticos. La historicidad de la existencia es lo que conforma la vida humana, en sus distintas etapas y trayectorias. Debemos ser seres solidarios y a la vez los resultados de nuestros actos también tienen consecuencias en los demás, aunque parezca que no.


Perseguir los sueños propios, no es una quimera o algo fantasioso, todo lo contrario, es la realización de nuestro ser auténtico, es lo que nos debemos a nosotros mismos. Desde una perspectiva de una vida superficial todo esto no tiene sentido, pero si se considera de verdad lo extraordinario de la realidad de la vida, tiene todo el sentido del mundo. Frente a un mundo de apariencias, es preferible uno de realidades esenciales.

Interpretación optimista de la vida

Frente a un mundo de apariencias, es preferible uno de realidades esenciales
José Manuel López García
sábado, 14 de septiembre de 2024, 11:39 h (CET)

Una vía hacia la felicidad es la consideración de los retos de la vida, como oportunidades para mostrar de qué estamos hechos a nosotros mismos y a los demás. En toda existencia aparecen obstáculos y problemas, porque la vida, en sí misma, es problemática y no puede ser de otra forma. Una actitud optimista y realista sirve para la interpretación de las circunstancias vitales, desde una perspectiva positiva. Esto mismo puede marcar una gran diferencia, en el nivel de nuestra calidad de vida.


Es preciso enfrentar las adversidades con mayor resiliencia, porque eso supone poner el foco en las soluciones posibles, y aumentar la fortaleza interior. El desbordante entusiasmo y pasión son activos en la lucha de la existencia y proporcionan un disfrute más intenso de los momentos felices. En las experiencias diarias podemos encontrar un significado poderoso, sobre todo, si las integramos en los objetivos y las metas y proyectos que nos llenan más.


Las dificultades son ocasiones que potencian la capacidad de superación a través del esfuerzo, el coraje y la perseverancia. Como dijo Helen Keller: “El optimismo es la fe que conduce al logro. Nada puede hacerse sin esperanza ni confianza”. Sabias palabras que ponen de relieve el gran valor de la confianza en nosotros mismos, como punto de partida de la aventura del vivir. Si se cree en las capacidades humanas son superables todos los desafíos imaginables. De hecho, esta misma mentalidad nos impulsa a seguir adelante, a pesar de todas las dificultades características o propias de la realidad de la vida. El vitalismo de Nietzsche es también una expresión poderosa de una afirmación de la existencia, de una manera total e incondicional.


Los beneficios del optimismo son incuestionables. Según las más profundas y extensas investigaciones, la actitud optimista propicia una mayor longevidad, porque la pasión con la que se realizan las actividades cotidianas refuerza el sentido de la vida y esto produce consecuencias positivas a nivel orgánico. En estrecha relación con esto es indudable que si se vive con más ilusión y tranquilidad el estrés se reduce. Una de las conductas que intensifica el optimismo vital es la práctica de la gratitud. También es una buena técnica la reformulación de los pensamientos negativos con un lenguaje positivo de logro y autoconfirmación. Todo se puede aprender y el desarrollo de metas realistas pero ambiciosas, es otro de los procedimientos para vivir, consiguiendo la realización de proyectos y sueños. Las metas son las que dan sentido a la vida humana. Como escribió el filósofo Nicolás Abbagnano se trata de “vivir auténticamente y ser auténticamente sí mismo”. Todos tenemos una misión en la vida.


En realidad, el existencialismo positivo de Abbagnano parte de la aceptación del azar de la vida que puede ser contrarrestado con determinación y coraje, en la medida de lo humanamente posible.  Se trata de elegir las posibilidades que ofrece el mundo, a través de decisiones   para ser realmente uno mismo, con todo lo que esto significa. No se debe vivir en estado de dispersión dejándose llevar por la corriente de la vida y las circunstancias, aunque los sujetos poseen plena libertad para elegir su tipo de existencia, como es lógico. Como indica Abbagnano, “el hombre que no decide, no se realiza.” El escepticismo es una actitud realista, pero si se lleva al extremo perjudica a las personas, porque la duda sin fin dificulta o impide tomar decisiones que son necesarias. No hay que perderse en la banalidad de la vida cotidiana, porque la finitud nos debe impulsar a realizar lo que queremos, lo que está en nuestra naturaleza más profunda, lo realmente deseado por nosotros, de esta forma no habremos transitado por la vida, de modo inadecuado. La libertad se realiza, de modo pleno, cuando somos seres autorrealizados. Además, como afirma Abbagnano “la aceptación del riesgo implica la aceptación de la finitud”. No puede ser de otro modo. La existencia es constitutiva inseguridad, como escribió el filósofo Julián Marías.


Luchar en la propia vida, por la consecución de las metas y proyectos, es la expresión más profunda y amplia de la libertad personal, en toda su magnitud. Esto no debe ser olvidado nunca, ya que es lo que representa, define y expresa la auténtica esencia humana como actividad consciente. Si somos realmente libres se manifiesta en toda su grandeza, la capacidad creativa para ser auténticos. La historicidad de la existencia es lo que conforma la vida humana, en sus distintas etapas y trayectorias. Debemos ser seres solidarios y a la vez los resultados de nuestros actos también tienen consecuencias en los demás, aunque parezca que no.


Perseguir los sueños propios, no es una quimera o algo fantasioso, todo lo contrario, es la realización de nuestro ser auténtico, es lo que nos debemos a nosotros mismos. Desde una perspectiva de una vida superficial todo esto no tiene sentido, pero si se considera de verdad lo extraordinario de la realidad de la vida, tiene todo el sentido del mundo. Frente a un mundo de apariencias, es preferible uno de realidades esenciales.

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