La revolución científica despertó la inquietud por analizar la naturaleza y el universo en hombres y mujeres. Pero mientras ellos tenían acceso a las nuevas sociedades científicas, entraban con facilidad en las Universidades y tenían al alcance de su mano todo el conocimiento, ellas tuvieron un arduo y duro camino para demostrar que sus capacidades intelectuales podían estar a la altura si se les daban las mismas oportunidades. Mary Somerville, una escocesa nacida en 1780, fue un claro ejemplo de científica autodidacta que superó todas las barreras sociales que le vetaban el acceso al conocimiento. Desarrolló su potencial intelectual y se convirtió, como muchos la conocieron en su tiempo, en la reina de las ciencias. El principal hito de Mary fue convertir la ciencia en algo ameno y comprensible para muchos estudiantes de la época. Su insaciable curiosidad la llevó a convertirse en una de las primeras mujeres en la Real Sociedad Astronómica de Londres. Con su obra La conexión de las ciencias físicas puso sobre la pista a futuros científicos sobre la posibilidad de descubrir un nuevo planeta, el que se conocería como Neptuno y que fue identificado en 1845.
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