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Mazón, un ilusionista en ‘les Corts’

En el País Valencià agitar el fantasma del catalanismo sirve para obtener una buena cosecha electoral, y esto el PP lo sabe y lo practica desde hace mucho tiempo
Rafa Esteve-Casanova
jueves, 3 de octubre de 2024, 09:41 h (CET)

Estos no dijeron “tornarem”, porque no disparan una palabra en valenciano, pero han vuelto. En las elecciones de mayo del 2023 el Partido Popular volvió a la calle Cavallers de València, recobró el poder que había perdido ocho años antes ante el PSOE. Las fuerzas progresistas valencianas habían perdido la partida, muchos de sus votantes se quedaron en casa, tal vez decepcionados por sentir que la coalición PSOE/COMPROMÍS, con sus actuaciones no había cumplido con sus expectativas. Y Mazón, un clon de Zaplana, llegó a President de la Generalitat con los votos de los ultras de VOX. Esperemos que no haya tenido que cumplir con unas prácticas sexuales que anunció ante algunos de los suyos que habría que hacer  con alguno de los facciosos, para llegar a gobernar,  que, según Mazón “han venido aquí para tocarnos los cojones”, aunque para algunos la Presidencia del País bien puede valer una “felatio”. Todo, finamente, y con la máxima educación.


Antes de ganar las elecciones ya se habían repartido los sillones, pero el primer día de conversaciones ya comenzaron los problemas. VOX quería un alto cargo para uno de los suyos, condenado por maltratamiento de género hacia su exesposa, no podían comenzar así, con un maltratador en un puesto importante, y lo enviaron a Madrid. La Cultura, como no podía ser menos, la dejaron en manos de un torero, al que tan sólo le dio tiempo de prohibir la presencia de algunas revistas y libros infantiles en las bibliotecas públicas del País, de regalar a una entidad taurina madrileña 350.000 euros de los valencianos y a preparar unos encierros infantiles, donde los padres, harían de astados, mientras los niños corrían tras ellos por las calles del centro de la ciudad. Por un quítame esas pajas, Abascal, el señorito de Madrid, mandó romper las relaciones y el torero marchó a casa, cantándole a Mazón aquello de “devuélveme el rosario de mi madre y quédate con todo lo demás”, pero el PP se quedó con el rosario y con todo lo demás.


Y el alicantino Mazón se quedó sin socios, y tal vez respiró tranquilo. Ahora le quedaba a él la tarea de eliminar todos los vestigios catalanistas que los del Botànic habían ido sembrando en ocho años, al tiempo que entre él y la alcaldesa Català iban a hacer una nueva València borrando todo lo hecho por el anterior consistorio al frente de Joan Ribó. Pero una cosa es querer, y otra poder. Català cada mañana al llegar al Ayuntamiento veía la reforma que había hecho de la plaza mayor de València una isla peatonal, y su primer deseo fue reformar todo lo llevado a cabo por el gobierno del Botànic. Y así lo anunció, pero su gozo duró poco, sólo hasta que le dijeron que no había dinero para las obras que quería hacer. Lo que sí consiguió es nombrar alcaldesa honoraria de València a Rita Barberá, su maestra, espero que no tome ejemplo de las trapisondas económicas que hizo y dejó hacer durante más de veinte años la alcaldesa del “caloret”. Estos días hemos conocido que el señor Grau, vicealcalde con doña Rita, escondió el importe de las “mordidas” que le regalaban empresarios con poca vergüenza, en cuentas corrientes en Estados Unidos  a nombre de una hija. Aún queda sitio en Picassent para tanto chorizo.


Se acerca el 9 d’Octubre, día en el que los valencianos conmemoramos la conquista de la ciudad de València por Jaume I, el Conqueridor”. Hasta ahora era el día de la fiesta del País Valencià. Ya sabemos el odio que desde el PP han sembrado contra esta denominación, presente en el Estatut, y este año Mazón, con esa pose de vendedor de grandes almacenes, se ha sacado de la chistera de ilusionista de circo el conejo de la “terreta”, es la nueva manera de nombrar el País Valencià. Este año “som terreta”, las dos únicas palabras en valenciano escritas en el cartel anunciador de los festejos, en los que actuarán diversos grupos, por supuesto ninguno cantá en valenciano, y entre ellos está Taburete, grupo que lidera el hijo de Bárcenas, antiguo tesorero del PP, este grupo es el “impuesto revolucionario” que el PP madrileño impone a los Ayuntamientos y CC. AA. para que el pobre chico contraté a su padre y así le concedan salir de prisión por motivos de trabajo. Los grupos que cantan en valenciano han quedado proscritos para esta festividad de “la terreta”. ‘Què hi farem’.


Pero el conejo más grande todavía estaba oculto en el fondo de la chistera del ilusionista Mazón. Lo sacó hace unos días al anunciar una modificación en la concesión de los títulos de reconocimiento de los conocimientos de valenciano. Hasta ahora estas facultades estaban reservadas a la Junta Qualificadora que, mediante unos exámenes de distinto nivel, expedía los correspondientes títulos que servían para acreditar el nivel de conocimiento de la lengua ante los tribunales de diversas oposiciones. De una tacada Mazón ha regalado más de 357.000 títulos al disponer que todos los estudiantes de secundaria desde el curso 2009 que obtuvieron un 7 en la asignatura de ”valenciano” pueden acceder a la Web de Conselleria y, sin trabas administrativas ni coste alguno hacerse con un certificado acreditativo de su conocimiento de la lengua, incluso en algunos casos en el nivel C-1. 

Hay que tener la cara muy dura para decir, como dijo Mazón, que esto suponía “una gran línea de apoyo, e incentivo y promoción al valenciano, así como una colaboración a la convivencia que busca acabar con una etapa de imposición que solamente alejaba el valenciano”.  Acusar al valenciano de haber sido impuesto es, además de una ignorancia imperdonable en la primera autoridad del País, una muestra del odio que Mazón, incapaz de decir más de dos palabras en valenciano, siente a todas las señas de identidad del País Valencià.  Ahora con este “regalo” de más de 357.000 títulos nos vamos a encontrar con una infinidad de valencianos que han estudiado el idioma, que lo leen y lo escriben, pero que no lo hablan. Me ha pasado entrar en un comercio en València, decir “bon dia” y que me respondan en castellano, y, al preguntar si hablan valenciano la respuesta es “no, pero lo entendemos”, porque la gente sacó un siete cuando iba al instituto, pero después, en muchas ocasiones, dejó la lengua aparcada en el cajón del olvido.


Y todavía quedan más muestras de la inquina que desde las filas de la derecha extrema y la extrema derecha tienen hacia todo lo que no sea sometimiento a los designios y órdenes que les llegan desde Madrid. Mazón es capaz de renunciar a más de 500 millones que el Gobierno de Sánchez ofrece perdonar de la deuda que el País Valencià tiene con el Estado, al tiempo que  la alcaldesa Català pide a los ayuntamientos que presenten recurso contra el “cupo catalán” ante el Constitucional porque lo considera “una puñalada al constitucionalismo”. En el País Valencià agitar el fantasma del catalanismo sirve para obtener una buena cosecha electoral, y esto el PP lo sabe y lo practica desde hace mucho tiempo.

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