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Ínsulas gratificantes

La convivencia pide a gritos la creación de estos oasis
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 11 de octubre de 2024, 10:48 h (CET)

Ínsulas, islas, penínsulas y continentes. Por pedir, nos apuntamos a lo más grande, con inmensos contenidos e incluso perifollos incoherentes. No obstante, nos encontramos con frecuencia las decepciones más inesperadas, fallan muchas cosas entre tantas grandezas. Tal vez, por que las personas necesitamos de la cercanía de las sensaciones particulares y esta se sirve en pequeñas aportaciones. De ahí, la importancia de encontrar y saber situarnos en las modestas ÍNSULAS donde podamos concentrar las más entrañables realidades, las mejores aportaciones humanas, para adaptarnos al avance imparable de los conocimientos. Como vitales oasis entre el fárrago mundano.


Si asumimos esa proximidad con cada sujeto y sus vivencias, será difícil extender la influencia de dichas ínsulas a la globalidad, las particularidades se imponen. Al introducir entre los matices de dicho ámbito conceptos elevados, sea por las dimensiones de sus contenidos, técnicas enrevesadas o rasgos de espiritualidad singulares, nos adentramos en esa denominación de ínsulas EXTRAÑAS, mencionadas en los escritos de San Juan de la Cruz, o atribuibles a las creaciones más insospechadas. Podríamos referirnos a la extrañeza de casi todas si configuran verdaderas formaciones centradas en las mencionadas particularidades y las vivencias de sus mentores. Aquí, eso de la globalidad queda un tanto fuera de lugar.


En esto, como en tantas otras situaciones, la diosa Fortuna no quiere saber nada de los repartos equilibrados. Las cualidades individuales son heterogéneas, con aptitudes y defectos en plena lid; en su aplicación a la vida diaria estarán directamente implicadas en el logro de las pequeñas áreas de influencia en las cuales el protagonista se encuentre a gusto. Por lo tanto, a la disposición personal siempre decisiva, hemos de añadir el imprescindible fenómeno de la SUERTE. Por esa doble condición de las facultades de las que somos portadores y las circunstancias coincidentes con nuestra presencia. Todo un reto para cada persona llegar a conseguir esas coincidencias con la delicadeza suficiente.


Cada uno en su experiencia diaria sabe de las dificultades para reunir esas condiciones satisfactorias en sus entornos, condiciones que además no suelen ser estables, se agotan unas mientras aparecen nuevas conexiones de efectos desconocidos. Las aristas incómodas se presentan con rigurosa prontitud. Al percibir las satisfacciones en determinadas fases de la vida y en algunos ambientes, nos percatamos enseguida de la dificultad para mantener el tono agradable; se manifiesta su carácter TRANSITORIO debido a sus mismos rasgos evolutivos. Nos imponen la necesidad de un replanteamiento constante, afinando en cada caso la perspicacia para percatarnos de las cualidades pertinentes.


En plena expansión de las redes sociales con todo tipo de tecnologías, estas inciden con notable energía en las modalidades adoptadas en los comportamientos. Siendo muchos los efectos criticables en las prácticas desarrolladas en estos medios, es evidente la abundancia de aportaciones positivas. En el asunto de las ínsulas originadas en el entorno de las personas participantes, es indudable el aumento de las posibilidades para crear ámbitos satisfactorios en los diferentes sectores de la actividad humana, en lo individual y en lo comunitario. Serán áreas CIBERNÉTICAS de indudable valor para sus protagonistas. El empeño dedicado a su creación y mantenimiento se convierten en labores primordiales.


De una u otra manera nos vemos en la necesidad de ejercitar algún tipo de trabajo, al menos para la subsistencia; aunque abiertos también al intento de lograr otros objetivos ligados a un sinfín de aspiraciones. Esas labores pueden realizarse de forma rutinaria sin mayores cuidados o se consigue establecer un ambiente esmerado y acogedor para esa labor. Se nota a la legua cuando un trabajador está situado en una de esas esferas PROFESIONALES donde se reúnan las buenas disposiciones del protagonista, con el ambiente de su entorno. En todo caso, son muchos factores influyentes y todo un arte para su ensamblaje; resulta gratificante para quienes trabajan y como derivación para quienes precisan de esas labores.


Aunque no trasciendan al resto de la gente, es importante la capacidad de una persona concreta para establecer en sus adentros los modismos adecuados para encontrarse a gusto. Se trataría de unas ínsulas INTIMISTAS bosquejadas entre la complejidad de cada ser humano. No pocas veces se desarrollan sin la especial voluntad del sujeto en cuestión, como una reunión de sus variadas características. Los rasgos psíquicos y conductuales del protagonista se verán modelados por la calidad de esas asociaciones interiores. Se pueden trabajar esas panorámicas interiores, aunque sin pensar en resultados medibles dado su carácter multifactorial, cambiante y la cantidad de incógnitas subyacentes.


En una sociedad tan crispada como la actual, vendrían de perlas muchas de estas agrupaciones donde se reunieran las mejores condiciones para la colaboración y la convivencia de sus integrantes. Las dificultades para alcanzar esa ambientación con cierta estabilidad, se multiplican a medida que se incrementa el número de participantes y las circunstancias venidas desde cualquier sector. La consecución de alguno de dichos oasis COMUNITARIOS, no sólo se agradecen, se convierten en los instrumentos ideales para la verdadera expresión de las personas. No se trata de conductas cerradas, por el contrario, se acumulan las aportaciones espontáneas y peculiares de cara a la consideración en común.


El propio perfil de estas ínsulas entrañables es un tanto enemigo de las fronteras rígidas; emergen con su luminosidad participativa. Dado el carácter evolutivo de las circunstancias ambientales y de cada persona en particular, los factores novedosos se presentan a diario; lo cual no desmiente las valoraciones previas, se convierten en potentes estímulos en busca del ensamblaje satisfactorio. La configuración asociativa adopta una exigencia crucial, la de estar ACTUALIZADA, imprescindible para demostrar su vitalidad, con la tarea acompañante y el esfuerzo requerido. Habría que añadir también el matiz investigador, por aquello de no mantenerse muy alejados de los numerosos enigmas de la vida.


Hay que estar atentos, sin duda. La excesiva complacencia puede contribuir a la progresiva DEVALUACIÓN del ambiente logrado. Bien por haberlo convertido en una residencia mohosa fuera de lugar, o por considerar sus actuaciones impertinentes de cara al resto de la comunidad. Dicha pérdida de sentido puede pasar desapercibida a sus integrantes satisfechos.


No se trata tampoco de una sublimación de grandes conceptos, conductas o personas. Se trata de actuaciones adecuadas para los perfiles humanos habituales en aplicación de sus cualidades y buen enfoque de sus proyectos. Son ASPIRACIONES accesibles, pendientes de las actitudes de quienes aspiren a establecer esas esferas gratificantes para la presencia de las personas.

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