Josep Playà Maseta concluye su escrito: La pandemia ¿hace crecer la espiritualidad?, así: “Ahora la pregunta es: ¿qué pasará cuando llegue la inmunización total? Quizás el deseo de volver al goce inmediato nos hará olvidar este súbito interés por la espiritualidad y este retorno a prácticas de tradición religiosa. La respuesta no está escrita y la manera y el tiempo para salir de la pandemia también serán actores determinantes”.
El señor Josep Playà Maseta menciona el dicho que confirma que en tiempos de dificultad se hincha el globo de la religiosidad: “Todos somos ateos hasta que el avión se cae”. Algunas informaciones confirman la veracidad de la cita: The Washington Post afirma que más de la mitad de los norteamericanos habían rezado para pedir el fin de la pandemia. Elisenda Ardèvol: “En momentos de crisis podemos recurrir a prácticas religiosas casi olvidadas, en una cultura católica muy enraizada, como un acto de recuperar la confianza en la adversidad”. El arzobispo de Barcelona afirma: “Ante la muerte, las incertidumbres, los miedos, muchas personas empiezan a pensar en el más allá, y la formación católica que han recibido ayuda a encontrar un poco más de luz y de esperanza”. También se dan actitudes en sentido contrario. Reflexionaremos sobre el incremento de la religiosidad durante la pandemia.
El clamor de pueblo de Israel que sufría la dureza de la esclavitud egipcia llegó a oídos del Señor que prepara su liberación por medio de Moisés como instrumento en sus manos. La película Los diez mandamientos pone al alcance de millones de personas el relato bíblico del Éxodo, un tanto deformado por la espectacularidad propia de Hollywood. Narra el hecho maravilloso de las diez plagas que llevaron a Egipto a la miseria, la muerte de los primogénitos, empezando por el del faraón. El desastre finalizó con la aniquilación del ejército egipcio sumergido en las aguas del Mar Rojo. El relato bíblico no es leyenda. Es historia en todos los detalles. Todos estos hechos maravillosos que tendrían que haber servido para fortalecer la fe de los hebreos en su Libertador, nos enseña que la fe de los hebreos se había quedado a flor de piel. A la más mínima contrariedad se quejan contra su Libertador y, en ausencia de Moisés convierten al Invisible en un becerro de oro. Dios que no tiene representación material se transforma en una imagen de oro incapaz de ayudar. La religiosidad que no tiene raíces profundas se convierte en superstición.
Durante la conquista de la Tierra Prometida que relata el libro de Jueces, muchas veces los israelitas abandonaron al Dios que los guiaba, por los dioses de los paganos que convivían con ellos, lo cual los lleva a ser duramente oprimidos. Clamaban a Dios y Éste les proporcionaba un libertador que los liberaba de la opresión. A la muerte del siervo de Dios que había sido la mano libertadora de Dios, volvían a la idolatría. Así una y otra vez. La religiosidad de Israel no era genuina. Tenían una cultura religiosa que no tenía raíces. Fue una religiosidad muy versátil. Es por esto que Jesús tiene que decir a sus descendientes: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo. Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Mateo 15: 7-9). El pueblo de Israel en su mayoría fue incapaz de decir lo que los labios del patriarca Job pronunciaron: “De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven, por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42: 5,6). “La piedra (Jesús) que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo” (Salmo 118: 22). La iglesia hebrea tenía como cimiento tradiciones humanas. Es por esto que el judaísmo oficial fue rechazado por Dios y lo sigue siendo hasta nuestros días.
Ya en la era cristiana, el apóstol Pedro a quien la Iglesia Católica considera el primer papa, tiene algo que decir respecto de la decadencia del cristianismo tan manifiesta hoy. Recordando el salmo 118 que afecta a los judíos, escribe a los cristianos: “Acercándonos a Él” (Jesús), “piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como una casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptados por Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa: Y el que cree en Él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, Él es precioso, pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser cabeza del ángulo, y piedra de tropiezo, y roca de caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes, a lo cual fueron destinados” ( 1 Pedro 2: 4-8).
La religiosidad que se echa a perder tan fácilmente en tiempo de bonanza, solo se debe a una causa. No está cimentada en la Roca eterna que es Cristo. “Conocer a Cristo es el camino para crecer en santidad. El cristianismo no es una religión de reglas. Es la religión del ejemplo divino. Que intenta seguir los pasos benditos de la vida más santa. Acepta este concepto. Pregúntate a ti mismo en el momento de perplejidad o de tentación: ¿Qué haría Jesús si estuviese en tu lugar? Estoy seguro que nada más nos puede llevar a andar en santidad” (George Hodges). El desbarajuste en que ha caído la cristiandad se debe a su falta de coherencia. Abandonada la Roca de la eternidad: el caos.
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