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Mujeres en la Ciencia: Santa Hildegarda de Bingen. Ciencia y espíritu

En Alemania, la medicina hildegardiana sigue aplicándose en clínicas especializadas
María del Carmen Calderón Berrocal
jueves, 17 de octubre de 2024, 08:40 h (CET)

Santa Hildegarda de Bingen celebra su festividad el mismo día que Santa Teresa de Jesús, dos grandes de la ciencia del espíritu y también del cuerpo. Ambas son doctoras de la Iglesia, en toda la historia solo ha habido cuatro doctoras de la Iglesia: Santa Teresa de Jesús o de Ávila; Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Catalina de Siena y Santa Hildegarda de Bingen, todas celebran festividad el mismo día: 15 de Octubre.


Miniatura del Códice de Rupertsberg del Liber Scivias Hildegard von Bingen

Miniatura del Códice de Rupertsberg del Liber Scivias Hildegard von Bingen


Santa Hildegarda de Bingen, una figura enigmática de la Edad Media, es hoy reconocida por su visión holística de la salud, un enfoque que ha cobrado relevancia ante la tendencia actual de búsqueda de bienestar. A pesar de que los movimientos contemporáneos prometen longevidad y salud a través de prácticas orientales, fue Hildegarda, una monja benedictina del siglo XII, quien propuso un sistema integral de alimentación y vida saludable. Es una precursora de la psicosociología y del naturalismo tal y como lo conocemos hoy día.


Desde su juventud, tuvo visiones que la guiaron a descubrir la “viriditas” o “fuerza verde” presente en la creación, desarrollando una medicina natural basada en la relación entre cuerpo y espíritu. Sus enseñanzas, reconocidas por la Iglesia que la nombró Doctora, han sido validadas por la ciencia moderna, revelando la eficacia de sus remedios a base de plantas y su enfoque preventivo.

Hildegarda instaba a encontrar equilibrio entre el trabajo, la oración, la alimentación y la conexión con la naturaleza, integrando cuerpo y alma para una vida plena.


La obra de Santa Hildegarda, especialmente sus escritos como Physica y Causae et Curae, combina el conocimiento espiritual con observaciones sobre el funcionamiento del cuerpo, revelando la conexión entre la salud física y las virtudes. Sostenía que muchos problemas físicos tenían un origen espiritual, y su terapia buscaba sanar el alma para liberar el poder curativo del cuerpo. En su enfoque visionario, cada decisión que tomamos influye en nuestra energía y bienestar, destacando que las virtudes potencian la vitalidad y los vicios la disminuyen.


En Alemania, la medicina hildegardiana sigue aplicándose en clínicas especializadas, como la fundada por el doctor Gottfried Hertzka, con el respaldo del doctor Wighard Strehlow, quien ha difundido sus métodos a través de libros y prácticas. Las recomendaciones de Hildegarda, desde remedios simples como el uso del pelargonio para resfriados hasta la importancia de la galanga para el corazón, continúan siendo estudiadas y valoradas por su enfoque integral de la salud.


La obra mística de Santa Hildegarda, como Scivias, donde describe la íntima relación entre cuerpo y alma, sugiere que el ser humano es un reflejo del cosmos y de la obra divina. Su legado no solo incluye una rica herencia de conocimientos médicos, sino también una profunda comprensión de la espiritualidad, la música, y el universo, todo conectado en una visión unificada del ser humano y su propósito. Para Hildegarda, el equilibrio entre todas las dimensiones de la existencia—corporal, anímica, espiritual y cósmica—era la clave para alcanzar la salud y la felicidad verdaderas.


Decía Hildegarda: “Que tu comida sea tu medicina”. Santa Hildegarda de Bingen vivió hace cerca de mil años en Alemania. Desde pequeña se da cuenta de que "veía cosas", un don que le fue otorgado para descubrir esa "viriditas", la "fuerza verde" que reside en todos los seres creados. Y la misma Iglesia refrendó sus enseñanzas considerándola como una de las cuatro Doctoras de la Iglesia a lo largo de la Historia. Juan Pablo II y Benedicto XVI reconocieron la enorme aportación de esta monja benedictina. Siguiendo la Regla de San Benito descubrió cosas valiosas.


Los remedios propuestos por Santa Hildegarda de Bingen ganaron gran popularidad durante la Europa medieval, y su eficacia ha sido respaldada por estudios modernos. Su enfoque se centraba en utilizar la alimentación como medicina, buscar remedios en la naturaleza y equilibrar el descanso y la actividad física con la vida espiritual. En el lago Constanza, una clínica fundada por el doctor Gottfried Hertzka ha aplicado con éxito sus métodos desde la posguerra. Wighard Strehlow, discípulo de Hertzka, es un experto en esta medicina y ha publicado numerosos libros.


Santa Hildegarda escribió obras como Physica y Causae et Curae, que combinan conocimientos espirituales y medicinales. Ella destacaba que muchas enfermedades tenían origen en problemas emocionales y, al sanar el alma, el cuerpo encontraba su equilibrio. Entre sus recomendaciones, sugería el uso del pelargonio para la gripe y el consumo de galanga para problemas cardíacos, tratamientos que, siglos después, han sido reconocidos por entidades de salud.


El enfoque terapéutico de Hildegarda sigue vigente a través de la obra de Strehlow, que busca integrar su sabiduría a la medicina actual, destacando la conexión entre mente, cuerpo y espíritu, y proponiendo un estilo de vida saludable basado en el autoconocimiento y la armonía con la naturaleza.


Santa Hildegarda de Bingen describió la vida interior del alma de manera alegórica, comparándola con una ciudad espiritual repleta de torres, murallas y palacios, donde 30 fuerzas divinas y 5 directrices realizan su labor constante. Estas fuerzas, conocidas como virtudes, enfrentan a las debilidades o vicios, que provienen del mundo material. Según Hildegarda, nuestras elecciones y actitudes influyen en nuestro bienestar, y cada decisión puede elevar o debilitar la energía vital del ser humano, afectando su salud y su equilibrio emocional.


Santa Hildegarda integró música, teología, medicina y cosmología, promoviendo una visión integral del ser humano, donde mantener la armonía entre cuerpo, alma y cosmos era esencial para alcanzar una vida plena. En su obra Liber vitae meritorum, habló de cómo los valores fortalecen nuestra existencia, mientras que los vicios la desgastan, afectando tanto la mente como el cuerpo. Para ella, el ser humano contenía en su interior una conexión con todo lo creado, lo que le permitía sanar y encontrar equilibrio al entender su propia naturaleza.


Sus visiones comenzaron a temprana edad y la acompañaron durante toda su vida, proporcionando una comprensión profunda del universo y el papel del ser humano en él. A pesar de recibir una educación limitada, su conocimiento de medicina y espiritualidad sorprendió incluso a su tiempo. Atribuyó estas enseñanzas a una "luz viva" que le revelaba conocimientos sobre la salud y el cosmos. Esto quedó reflejado en sus escritos, como el Libro de la Medicina Sencilla y Causae et Curae, donde abordaba remedios naturales y su relación con la salud espiritual y física.


La obra de Santa Hildegarda continúa inspirando y desafiando a quienes buscan una comprensión más profunda de la salud y el bienestar, destacando la importancia de vivir en sintonía con la naturaleza y con el propio ser.

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