El profe me tiene manía. Cuando dices eso, el mundo empieza a torcerse. Ahí está el germen de todo lo que viene después. Y si tus padres lo toleran y aceptan esa visión de los hechos, ya te habrán convertido en un narrador excepcional de tu propia vida y tendrás lectores que te seguirán y que, más allá de la verosimilitud que esgrimas, aceptarán las causas de tus contratiempos sin ningún problema.
Más tarde vendrá eso del árbitro estaba comprado, el trabajo al que optabas estaba dado de antemano, la pareja que te ha rechazado o abandonado es porque todas –como los políticos– son iguales,… criticando, además, los engaños y mentiras del mundo que te rodea. Y ellos, los que afirmas que no son como tú, actúan igual: el Balón de Oro estaba concedido como castigo al poder del equipo blanco –pataleó el Real Madrid–, me he comportado así porque la exigencia del patriarcado ha confundido a la persona y al personaje –se excusó Íñigo Errejón–, nos quieren echar de televisión porque contamos verdades incómodas –se reafirmó Iker Jiménez–, la culpa de la gestión de la DANA ha sido de los que no tenían que gestionarla (CHI, AEMET y la Delegación del Gobierno) –declaró Carlos Mazón–, …
Y todos adolecéis de lo mismo, entendéis la vida como si hubiera un complot universal contra vosotros, complot que solo se manifiesta cuando las cosas van mal, que cuando el viento sopla de cara no hay queja que valga y entonces los logros de cada cual se venden como si se hubieran conseguido por mérito propio y a pesar de los demás, tal es vuestra capacidad para establecer criterios y auto engaños.
El profe me tiene manía. Al interiorizar este mensaje, al no mostrarte desde el principio que quizá tengas algo de responsabilidad en los acontecimientos venideros, se te está concediendo un cheque en blanco y la incapacidad para reconocer que, en ocasiones, si las cosas no te van bien, quizá sea porque has cometido errores o no has hecho lo adecuado o que, simplemente, otros han sido mejores que tú. Porque la derrota y los errores hay que aceptarlos como parte de la existencia para evitar las frustraciones y, sobre todo, para no permitir que la rabia crezca y que consideres que el mundo es el que impide tu desarrollo y que tan solo eres una víctima del sistema. Que en ocasiones se cometan injusticias no evidencia que siempre sea así. Si no haces autocrítica, si no asumes lo que has o no has hecho, mal asunto.
Incapaz de reconocer la derrota, tu derrota en la vida, el amor, el trabajo, en política..., configuras tu mentira y encuentras otros con tan mal perder como tú para justificarlo. Si no aceptas tus limitaciones, tus fallos y el hecho de que otros puedan ser mejores en algún momento, no eres tan diferente a los que son como Trump, que, cuando pierde, ha habido trampas en el recuento, y, cuando gana, todo ha ido según lo previsto. Como le ha recordado Biden: “uno no puede amar a su país solo cuando gana”.
El profe no te tiene manía, a ver si lo entiendes, eres tú el que tienes la manía de no aceptarlo.
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