Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Palabra | Políticos | Fracaso | Biblia | Cristianismo

¿Quién vencerá?

Entre el bien y el mal, la victoria del bien está garantizada desde hace más de dos mil años
Octavi Pereña
lunes, 9 de diciembre de 2024, 09:27 h (CET)

El panorama político es muy desolador. Si se tira de la manta se descubre mucha mierda. Las cloacas de los partidos políticos ya no pueden absorber más estiércol. No existe efecto sin causa. La causa del descalabro político se encuentra en el hecho de que se actúa de manera horizontal. La política es cosa exclusivamente nuestra y somos nosotros quienes tenemos que levantarla de su caída en picado. Los políticos son demasiado orgullosos para reconocer su fracaso y que tienen que abandonar su mirada horizontal para dirigirla hacia el cielo.


Gracias a los avances tecnológicos y con la relativa facilidad con que se investiga el espacio sideral nos hace creer que somos dioses. Si lo somos lo somos con pies de barro. A pesar de que Dios hizo al hombre “un poco menor que los ángeles, y le coronaste de gloria y honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos” (Hebreos 2: 7, 8) seguimos siendo hombres que debido al pecado de Adán nos encontramos en una situación muy inferior a la que teníamos antes de que el pecado ocasionase  la ruptura de la relación directa con Dios.


He aquí el dilema. Debido al pecado nacemos ciegos espiritualmente. Exclusivamente creemos en lo que los ojos ven y lo que los dedos palpan. Fuera de lo material nada existe. Todo son fábulas. Esta es la gran tragedia de la humanidad: No quiere reconocer la dimensión espiritual existente. El apóstol Pablo nos alerta para que la dimensión  espiritual olvidada no se convierta en un agujero negro que se nos engulla y nos destruya. Prestemos atención a las palabras del apóstol: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Efesios 6: 11-13).


Ernest Maragall, refiriéndose a los carteles que le relacionaban con el Alzheimer de su hermano Pascual, que tenían el propósito de desprestigiarle políticamente,  ha dicho: “Siento horror y vergüenza por pertenecer a un pedazo de sociedad capaz de realizar actuaciones tan indecentes”. La indecencia política ha llegado a tales extremos que si no prestamos atención a las palabras del apóstol nos cubriremos de mierda.


Ya es hora que se pongan sobre la mesa las intenciones ocultas que trabajan entre bastidores. Los fariseos los eternos enemigos de Jesús querían deshacerse de Él costase lo que costase. Le dicen: “Tú das testimonio de ti mismo, tu testimonio no es verídico” (Juan 8: 13). Esto da pie a una controversia que nos llevará hasta Abraham y su descendencia. A nosotros los occidentales la historia de Abraham que tiene más de cuatro mil años de antigüedad puede parecernos algo irrelevante. Pero es de capital importancia para dar respuesta a la pregunta: “¿Quién vencerá?”, que es el título de este escrito. Los fariseos creían que por ser descendencia carnal de Abraham se consideraban ser genuina descendencia del patriarca. Carnalmente nadie se lo discute.

Espiritualmente no: “Sabed por tanto, que los que son de la fe, éstos son hijos de Abraham” (Gálatas 3: 7). Los fariseos defienden a capa y espada su descendencia abrahámica. Jesús no discute su descendencia según la carne, pero niega que lo sean espiritualmente: “sé que sois descendencia de Abraham” (Juan 8: 37). Si fueseis   verdaderos hijos de Abraham “haríais las obras de Abraham” (v. 39). La traca final estalla cuando les dice: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (v. 44).


Jesús, “que es el esplendor de a gloria” (del Padre), “la expresión exacta de su esencia” (la del Padre) (Hebreos 1: 3), se las tiene que ver con los fariseos que son hijos de Satanás. Si el combate contra Satanás hubiese terminado en tablas la lucha contra el mal, solamente nos quedaría el derecho al pataleo. Desde el momento que Lucifer y los ángeles que le siguieron se rebelaron contra Dios con el propósito de destronarlo, la lucha entre Dios y Satanás se ha convertido en una guerra sin cuartel.

Desconocemos como pudo producirse el mal cuando no existía. Lo que sí sabemos es que Dios sigue controlando la situación y que Satanás no puede extralimitarse de los límites que le impone Dios. Lo que sí se sabe y es porque la Biblia lo enseña es que Satanás se propone destruir el plan de Dios diseñado para salvación del pueblo de Dios de sus pecados. El Maligno lo intentó  procurando matar a Jesús, que tenía dos años,  por la espada del rey Herodes. Fracasó. Los judíos intentaron matar a Jesús en diversas ocasiones. Tampoco lo consiguió porque todavía no había llegado la hora.


Al acercase el día D y la hora H para que se cumpla el plan de Dios para salvación de su pueblo, Jesús dijo: “Por  eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Juan 10: 17, 18). Un segundo antes de morir Jesús exclamó: “Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu” (Juan 19: 30). Los fariseos, secuaces de Satanás, se frotaban las manos de satisfacción creyendo que habían conseguido destruir a su enemigo. La alegría les duró poco porque Jesús resucitó al tercer día. Para desmentir el hecho la casta sacerdotal sobornó a los guardias romanos para que dijesen que los discípulos de Jesús habían robado el cuerpo de Jesús mientras ellos dormían. Jesús ha ganado la partida. Satanás ha perdido la guerra. Jesús que es la VIDA ha vencido a Satanás que es el autor de la muerte. Mientras tanto, los cristianos que lo son de verdad, no de boquilla, esperan expectantes la venida gloriosa de Jesús para introducir el Reino Eterno de Dios.

Noticias relacionadas

Si Dios ha hecho al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, ¿te imaginas a Dios el día de su creación diciendo “a este ser humano lo crearé mejor que a otros”, o “a este ser humano lo crearé tan superior que podrá juzgar a los demás”? Definitivamente, no parece la imagen compasiva y amorosa de un Dios redentor.

Esgrimen con cierta frecuencia, en el mundo empresarial anglosajón, la denominada “falacia del experto”. Se produce “cuando confiamos en la opinión de un experto sobre cuestiones que van más allá de su experiencia”, pues los expertos “suelen confiar demasiado en sus propios conocimientos, especialmente en los canales de noticias de la televisión, (…) porque les pagan para que parezcan seguros”.

Tenemos meridianamente clara la profundidad de la caverna, la describió Platón con todo su simbolismo. A lo largo de los siglos hemos experimentado su realidad. Las entendederas de los más inteligentes no han logrado hallar la salida de la cueva pese a sus abundantes alardes y proclamas. Hablar es sencillo, decir algo con fundamento ya requiere mayor consistencia.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto