Barcelona y Cataluña siempre han tenido personajes que, con mayor o menor razón, han pretendido dar el cambiazo a la sociedad. Y esto sucedió con el famoso Noi del Sucre, Salvador Seguí, un anarquista nato que, juntamente con Ángel Pestaña y Juan Peiró, marcaron una época de luchas sindicalistas y enfrentamientos con la burguesía catalana que acabó, como solían acabar en aquella época todos aquellos conflictos, con el asesinato de Salvador Seguí, en el barrio del Raval de Barcelona, por los llamados “pistoleros blancos” del Sindicato Libre de la patronal catalana. La CNT y la FAI las dos centrales sindicalistas de los anarquistas catalanes fueron las principales causantes de la ola de asesinatos, secuestros, robos y atentados de aquellos turbulentos años 30 del siglo pasado. Parece, no obstante, que lo que sucedió en la sociedad catalana en aquellos tiempos que precedieron al estallido de la Guerra Civil, se hubiera borrado de la memoria del pueblo catalán, así como las consecuencias nefastas que, toda aquella cadena de crímenes, venganzas, torturas y represalias tuvieron para la sociedad catalana que, sin darse cuenta de ello, se vio envuelta en uno de los momentos más trágicos de su historia.
Alguien ha dicho que, la juventud actual, no tiene conciencia de adónde llevan determinadas doctrinas que alguien está interesado en infundirles. Posiblemente los poderes públicos no hayan prestado la debida atención de quienes eran los que accedían a las cátedras de las l6 universidades catalanas, ni han estado atentas a la clase de enseñanza, especialmente política, que desde sus cátedras han impartido a sus alumnos, mentes abiertas al conocimiento y fácilmente influenciables por quienes eran sus mentores. El hecho es que, el fenómeno universitario es y será uno de los problemas con los que deberá enfrentarse el Estado español y, si nos referimos al problema catalán, una de las causas de este aumento exponencial del catalanismo separatista, inculcado desde las escuelas de enseñanza primaria y cultivado y convertido en adoctrinamiento en las mismas aulas universitarias. Claro que, en el caso catalán, han sido los mismos políticos, los integrantes de partidos como Convergencia, dependiente de la burguesía catalana o ERC de tendencia izquierdo-separatista quienes impulsaron por todos los medios disponibles su desafección al Estado español.
Últimamente ya han entrado en liza terceros en discordia que intentan disputarles la supremacía en Cataluña a los partidos tradicionales. Cierto que, aquellos que durante años mantuvieron en alto su influencia sobre todo el territorio catalán, en la actualidad apenas son sombras de lo que entonces fueron y se debaten, como es el caso del PSC del señor Izeta, entre una existencia inestable, que se mantiene gracias a sus acuerdos con otras formaciones y el miedo a que, de producirse unas próximas elecciones, queden definitivamente apartados de la política local. Es cierto que, un fenómeno mediático como es el caso de la rocambolesca señora Colau, un prodigio político que podría comparase, sin peligro de errar, al caso de esa señora, Belén Esteban, como un producto televisivo que ha triunfado gracias, exclusivamente, a la proyección mediática que las televisiones han hecho de ella, aunque, en realidad, no es más que una pobre mujer a la que se le han jaleado sus ordinarieces, sus patochadas, su forma hortera de expresarse y su infinita ignorancia. La señora Colau es, a la vez, un producto de los antisistema, una activista de profesión que ha formado parte de este aluvión de comunistas que nos llegó de Venezuela, pero que ha conseguido, gracias a sus espectáculos con la policía, sus desplantes contra las hipotecas y su parecido en sus formas y maneras a aquella triste señora, de tiempos de la república, a la que se la conocía como La Pasionaria, y a quien se le atribuía haber sido la inductora del asesinato del parlamentario de derechas, don José Calvo Sotelo.
Por mucho que nos duela reconocerlo, deberemos admitir que, en Cataluña, hemos entrado en una especie de recidiva, que nos hace recordar aquellas épocas, que muchos ya dábamos por amortizadas, convencidos de que el escarmiento sufrido por aquellas bandas de facinerosos, que acabaron con la II República, por parte del ejército nacional del general Franco, habían acabado con aquellos intentos del comunismo de intentar hacerse con el Estado español. Lo que sucede es que, en estas tierras catalanas, parece que, desde distintos enfoques políticos y por parte de diferentes fuentes ideológicas, seguramente formando parte de una especie de plan general de tipo golpista, en el que están involucrados separatistas, nacionalistas, anarquistas y comunistas; se ha entrado en una campaña de desobediencia civil que lleva trazas de irse generalizando de cara a ir preparando a la opinión pública catalana a la gran rebelión contra el Estado español, algo que, el mismo señor Puigdemont, ha anunciado para de aquí a seis meses en cuyo momento parece que, si no se ha llegado a un acuerdo con el Gobierno español ( algo imposible que pueda ocurrir) va a convocar el tan cacareado referendo “por el derecho de los catalanes a decidir” ¿Decidir sobre qué? Pues sobre si Cataluña quiere seguir siendo parte de España o si, por el contrario, aboga por su independencia.
Y, en este contexto, nadie puede extrañarse de que, la señora Colau, la que dijo que las leyes que no le gustasen no las cumpliría, ha empezado por convertir a Barcelona en su laboratorio de pruebas, empezando por el sector inmobiliario, donde ha decidido aplicar sus teorías marxistas, entre ellas, gravar con impuestos absurdos los locales y viviendas vacíos, amenazar con expropiarlos, intentar fijar un límite máximo para los alquileres de las viviendas privadas, alojar okupas en viviendas públicas; decretar una moratoria turística que ha afectado a todo el sector turístico ( hoteles, restauración, bares, espectáculos, comercios etc.), enfrentarse al Ejército e intentar arruinar a las empresas y ciudadanos con el aumento de los impuestos. O que el señor Puigdemont se haya puesto magnífico anunciando que va a contratar a 7.000 nuevos funcionarios, esto sí, sin decirnos como va a pagar los más de 7 millones de euros que le van a costar al Erario público. ¿O es que no recuerda que, esta comunidad, está endeudada por encima de los 68.000 millones de euros y que, si no fuera por la ayuda que recibe del Estado español, por medio del FLA, estaría en plena quiebra?
Todos sabemos que, desde el Parlamento catalán, la señora Forcadell, su presidenta, nos anunció que Cataluña no iba a respetar ninguna disposición del Estado español ni sentencias de los tribunales, incluidos el Supremo y el Constitucional, que afectasen a su proceso independentista. De hecho, no hacía falta que lo anunciase en público, porque ya era evidente que se pasaban por el Arco del Triunfo todas las sentencias del Supremo y del propio TC relativas al uso del castellano en las aulas y del derecho de los padres a escoger la educación que querían para sus hijos. Sin embargo, por si todas estas irregularidades no hubieran quedado en el baúl de los recuerdos, debido a que ningún fiscal, al parecer, haya pedido su ejecución, como les correspondía hacer, ante tan repetitivos incumplimientos de las leyes y de las resoluciones de los tribunales; parece que se sigue aparentando ignorar tales desafíos.
Pero, lo último que hemos conocido quizá sea la guinda que corona este pastel virtual de insensateces, ha tenido lugar recientemente, en este día 12 de octubre, día de la Hispanidad y fiesta nacional en España y destacada efeméride en otros muchos países, donde también se conmemora con festejos alusivos a lo sucedido en esta fecha tan significativa para la Historia patria. En Badalona una de las ciudades más grandes de Cataluña e importante por su vecindad con Barcelona, feudo tradicional del PP que, aun habiendo vencido por gran cantidad de votos, la unión de todas las izquierdas, con la colaboración especial del PSOE, lograron desbancar al vencedor y aspirante a la alcaldía, señor Albiol. La nueva alcaldesa y su equipo municipal dieron la nota discordante cuando, el martes por la tarde el señor Josep Téllez, teniente de Alcalde y Oriol Lladó en calidad de alcalde accidental, convocaron a la prensa para informar que, a contrapelo, acatarían el fallo del Juzgado de Barcelona que les obligaba a respetar la fiesta, por ser nacional, aunque el Ayuntamiento había decidido decláralo día laborable.
Más tarde, el miércoles, el mismo Téllez, rompía ante las cámaras el documento de la resolución judicial, mostrándose en rebelión ante la autoridad judicial. Se dice que el artífice en la sombra de este cambio de actitud fue el, omnipresente, Homs, portavoz convergente en Madrid, quien tachó de cobarde al cupero Tellez por haberse allanado al criterio de la Justicia. Y ahora como ciudadanos españoles que residimos en Cataluña no nos queda otro remedio que preguntarnos, por enésima vez, ¿qué piensan hacer las autoridades ante este goteo constante de incumplimientos, estas amenazas que pretenden que paguemos nuestros impuestos a la Hacienda catalana y a las presiones que, continuamente, se vienen recibiendo en cuanto al trato que podremos recibir de la nueva administración separatista en el caso de que llegaran al poder? Muchas palabras grandilocuentes, muchas afirmaciones de que los separatistas no tiene posibilidad alguna de salirse con la suya, mucho hablar de la defensa de los derechos de los españoles catalanes que no pasamos por eso de la independencia, pero ¿cuándo se van a decidir a pararles los pies a todos estos que, no obstante, van quemando etapas, incumpliendo las leyes impunemente, agobiándonos a impuestos sin que, desde Madrid, ni una sola voz se levante para que, de una vez por todas, haya alguien que acabe de con semejantes tropelías y se decida a poner orden en esta especie de delegación del comunismo independentista made in Venezuela.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos sentimos como si estuviéramos viviendo en otro país, fuera de España y sometidos a un bombardeo doctrinario, entre los que intentan que nos convirtamos en traidores a la patria y nos hagamos separatistas y los que piensan que, la salvación para los españoles, está en volvernos todos comunistas bolivarianos y seguir el camino de los infelices que viven bajo la dictadura del señor Maduro. ¡Pues, vaya alternativa para escoger!
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