Hoy me gustaría hacer la semblanza de un amigo cura. Sé que esta noticia “no vende”. No se lleva hablar bien de un miembro de la Iglesia. Hoy estamos más pendientes de la constitucionalidad del sacramento de la comunión o del artículo, que desde hace meses se sigue publicando a diario en un digital malacitano, en el que se recoge las aventuras y desventuras de curas asesinos y amancebados en el siglo XVII.
Mi segmento de hoy se basa en todo un ejemplo de esos curas- amigos con los que he colaborado a lo largo de toda una vida. De Alfonso Arjona; el que, con su chispa habitual, me comentaba que era miembro de la triple A: Alfonso Arjona Artacho. Le conocí en mi etapa de estudiante. Una mañana se presentaron por la Escuela de Comercio dos seminaristas malagueños, para explicarnos porque querían ser curas. Uno de ellos era Alfonso. Un tipo bajito y enclenque que nos dijo proceder de Benamejí. Tenía pocos años más que nosotros y nos sorprendió su forma de hablar tan cercana. Detrás de aquella sotana, había un joven con las mismas esperanzas e ilusiones que nosotros.
Le volví a encontrar diez años después en un Cursillo de Cristiandad. Yo estaba casado y él se había ordenado. Seguía defendiendo lo mismo. Claro y por derecho la maravilla que se desprende de la Buena Noticia. Desde entonces cultivamos nuestra amistad. Compartimos muchas horas en varios cursillos, en su parroquia de Torre del Mar -en la tasquilla de enfrente al viejo templo-, donde también hablábamos de Dios con las gentes de “la Torre”. Cuando vino a Málaga trabajó a tope en varias parroquias. A su paso por la de Cerrado de Calderón nos cedió en un montón de ocasiones sus salones para trabajar en la Primera Evangelización.
La última vez que coincidí con él fue en la Catedral malagueña. Yo estaba retransmitiendo para la radio las procesiones del Viernes Santo y él estaba recibiéndolas como canónigo en el templo catedralicio. Ambos seguíamos al pie del cañón. Con muchos años y con la misma idea evangélica que nos movió desde muchas décadas atrás.
Se ha ido como llegó. Sin hacer ruido. Cantando por lo bajini. Otro buen cura que he conocido y con los que he compartido mi fe. Esos curas que no son noticia. El servicio a Dios y a los hombres no vende.
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