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Mujeres en la Historia: Santa Catalina Labouré

Los milagros que se le asocian no solo validan su santidad, sino que fortalecen la devoción a la Medalla Milagrosa, una herramienta de fe y esperanza para millones de creyentes
María del Carmen Calderón Berrocal
sábado, 25 de enero de 2025, 11:13 h (CET)

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Santa Catalina Labouré es una figura importante en la tradición católica, conocida por sus visiones de la Virgen María y la propagación de la devoción a la Medalla Milagrosa.  Nacida del día 2 de mayo de 1806, en Fain-lès-Moutiers, Francia, muere el 31 de diciembre de 1876, a los 70 años, en la Casa de Reuilly en París, Francia; y su festividad se celebra el 28 de noviembre. Fue enterrada en la capilla de la Rue du Bac, donde su cuerpo permanece incorrupto.


Catalina fue la novena de once hijos en una familia campesina. A los nueve años perdió a su madre, en 1815 y desde entonces asumió responsabilidades importantes en el cuidado de su hogar y desarrolló una profunda devoción a la Virgen María, a quien consideraba su madre espiritual.


Había sido bautizada como Zoé Labouré. A los 24 años ingresó en la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en París, adoptando el nombre de Hermana Catalina Labouré, destacando por su humildad, obediencia y dedicación al servicio de los enfermos y necesitados.


Las apariciones de la Virgen María


Entre julio y diciembre de 1830, Catalina experimentó tres apariciones de la Virgen en la capilla del convento de las Hijas de la Caridad de la Rue du Bac en París, siendo los principales mensajes habérsele aparecido la Virgen de pie sobre un globo terráqueo, con rayos de luz que emanaban de anillos en sus manos. Le pidió a Catalina que mandara acuñar una medalla con esta imagen y prometió que quienes la llevaran con fe recibirían grandes gracias.


-Primera aparición: 18-19 de julio de 1830. Ocurrió en la víspera de la fiesta de San Vicente de Paúl. Catalina fue despertada por un niño resplandeciente que la invitó a acudir a la capilla. Allí encontró a la Virgen María sentada en una silla al lado del altar. La Virgen María le expresó su deseo de que Catalina asumiera una misión importante para propagar la fe y la devoción. Predijo tiempos difíciles para Francia y el mundo, hablando de sufrimientos para la Iglesia y persecuciones contra los cristianos. Catalina relató que se recostó junto a la Virgen y apoyó sus manos sobre sus rodillas mientras escuchaba las palabras amorosas de María.


-Segunda aparición: 27 de noviembre de 1830. En esta visión, Catalina vio a la Virgen de pie sobre un globo, vestida con túnica blanca y manto azul, con rayos de luz que brotaban de anillos en sus manos. A su alrededor aparecieron las palabras: “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”.  Los rayos de luz representaban las gracias que María obtenía para las personas. Algunos rayos no alcanzaban la tierra, lo que simbolizaba las gracias que no se pedían. La Virgen le pidió a Catalina que se acuñara una medalla con esa imagen, asegurando que quienes la llevaran con confianza recibirían grandes gracias.


-Tercera aparición: Diciembre de 1830. En esta aparición, la Virgen reafirmó su mensaje anterior y proporcionó más detalles sobre el diseño de la medalla. En la parte posterior debía incluirse una cruz con la letra “M” debajo y los Corazones de Jesús y María, rodeados de doce estrellas que representan a los apóstoles y la Iglesia.


Cumplimiento de la misión


A pesar de la magnitud de las visiones, Catalina mantuvo el anonimato durante su vida. Con la aprobación del arzobispo de París, la medalla comenzó a circular en 1832. Pronto se ganó el nombre de “Medalla Milagrosa” por los numerosos milagros y gracias atribuidos a su uso.


Las apariciones de Santa Catalina Labouré y la devoción a la Medalla Milagrosa siguen siendo una fuente de inspiración y fe para millones de personas en todo el mundo.


La Medalla Milagrosa


La medalla diseñada según las visiones de Catalina presenta en el anverso la Virgen María con las palabras “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”. En el reverso, una cruz sobre una “M” entrelazada, con los Sagrados Corazones de Jesús y María debajo. Esto la identificaba como la Madre de Dios, María Virgen, junto a los corazones de ella y de su Hijo. Significaba que era la Enviada de Dios.


La medalla pronto se difundió ampliamente y se le atribuyeron numerosos milagros y conversiones, ganando el nombre de “Medalla Milagrosa”.


Legado de Santa Catalina Labouré


Catalina vivió el resto de su vida en silencio y humildad, atendiendo a los ancianos y enfermos sin revelar públicamente las apariciones hasta poco antes de su muerte. Fue canonizada por el Papa Pío XII en 1947. Su cuerpo incorrupto reposa en la capilla de la Rue du Bac en París, destino de miles de peregrinos cada año.


Significado espiritual

Santa Catalina es un símbolo de humildad, fe y servicio. Su vida y la devoción a la Medalla Milagrosa han inspirado a millones de creyentes en su camino de fe y confianza en la intercesión de la Virgen María.


Declaración de Santa Catalina Labouré como beata (1933)


Es declarada beata en 1933 por el Papa Pío XI. El proceso de beatificación de Catalina Labouré comenzó debido a la creciente devoción a la Medalla Milagrosa y los milagros atribuidos a su intercesión. Su vida de humildad, servicio, y sus experiencias místicas con la Virgen María fueron reconocidas formalmente por la Iglesia.


El proceso oficial comenzó después de su muerte en 1876. Sigue la investigación Canónica.Se realizó un examen exhaustivo de su vida, virtudes y los milagros asociados con la Medalla Milagrosa. Durante la exhumación de su cuerpo en 1933, se encontró en estado incorrupto, un signo interpretado por muchos como una confirmación divina de su santidad.


La Declaración de Beatificación tiene fecha de28 de mayo de 1933, durante el papado de Pío XI. Durante la ceremonia, la Iglesia reconoció oficialmente las virtudes heroicas de Catalina y la autenticidad de los eventos que llevaron a la propagación de la Medalla Milagrosa. Fue proclamada beata, lo que permitió su veneración local en Francia y entre la comunidad de las Hijas de la Caridad.


La beatificación fue vista como una validación de su vida de santidad oculta y su papel clave en la devoción mariana. A través de su intercesión y la Medalla Milagrosa, Santa Catalina Labouré se convirtió en una fuente de esperanza y fe para millones de personas. Su canonización posterior en 1947 confirmó su lugar entre los santos venerados por la Iglesia universal.


Canonización de Santa Catalina Labouré


Fue canonizada el 27 de julio de 1947 por el Papa Pío XII. En el proceso de canonización tiene lugar la investigación post-beatificación. Tras la beatificación de Catalina Labouré en 1933, se continuó con la recopilación de testimonios sobre su vida, virtudes heroicas y milagros atribuidos a su intercesión. Dos milagros fueron oficialmente reconocidos por la Iglesia para su canonización, confirmando su santidad y la intercesión divina a través de ella.


La canonización tuvo lugar en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, en una solemne ceremonia presidida por el Papa Pío XII. Durante su homilía, el Papa destacó las virtudes de humildad, obediencia y devoción de Catalina Labouré, así como su papel en propagar la devoción a la Virgen María a través de la Medalla Milagrosa.


El Papa se refirió a Santa Catalina como una "mujer sencilla, elegida por Dios para una misión sublime", exaltando su entrega total a la voluntad divina y su vida de servicio.


Legado de la canonización fue que Santa Catalina Labouré se convirtió en un símbolo de la acción discreta y poderosa de la gracia divina. La Medalla Milagrosa continúa siendo un sacramental de gran devoción para los fieles, inspirando fe, esperanza y consuelo. Su vida sigue siendo un modelo de humildad, servicio y profunda relación con la Virgen María.


La proclamación de Santa Catalina Labouré como santa confirmó su relevancia y su papel fundamental en la espiritualidad católica mariana, dejando un legado de amor y confianza en la intercesión divina a través de la Madre de Dios.


Milagros de Santa Catalina Labouré


La santidad de Catalina Labouré fue confirmada por la Iglesia a través de la aprobación de milagros atribuidos a su intercesión. Estos milagros jugaron un papel crucial en su beatificación en 1933 y su canonización en 1947.


Milagros Reconocidos Oficialmente por la Iglesia fueron la curación de un sacerdote gravemente enfermo, se propuso en el proceso de beatificación.Un sacerdote en Francia, que sufría una enfermedad grave y considerada terminal, oró con fe a Santa Catalina Labouré pidiendo su intercesión. A través del uso de la Medalla Milagrosa, se recuperó de forma instantánea y completa, sin explicación médica posible. Este caso fue investigado y reconocido como un milagro por el Vaticano.


Se propone también como milagro la curación de una religiosa, esto en el proceso de canonización.Una monja en Italia padecía una enfermedad incurable que la tenía postrada. Tras pedir con fe la intercesión de Catalina Labouré y recibir la Medalla Milagrosa, recuperó la salud de manera inexplicable e inmediata. Este caso fue sometido a rigurosos estudios médicos antes de ser aprobado como milagroso.


Otros numerosos milagros fueron atribuidos a la Medalla Milagrosa, aunque no todos fueron reconocidos oficialmente en los procesos de beatificación y canonización, milagros y gracias espirituales, asociados al uso de la Medalla Milagrosa, como curaciones físicas inexplicables, conversión de pecadores, protección en situaciones de peligro y resolución de dificultades personales y familiares.


Los milagros asociados a Santa Catalina Labouré no solo validan su santidad, sino que fortalecen la devoción a la Medalla Milagrosa, una herramienta de fe y esperanza para millones de creyentes. La Iglesia continúa recibiendo testimonios de gracias y bendiciones atribuidas a su intercesión.

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