El Festival de cine de San Sebastián nos trajo una propuesta interesante que si casi pasó desapercibida, obtuvo la Concha de plata ex aequo a mejor dirección novel para su director, Pedro Martín Calero.

Tuve la ocasión de acudir al photocall y la rueda de prensa de esta película y conocer de cerca a sus actrices protagonistas, director, guionista y productora.
Ha sido todo un descubrimiento. Incluso me pude acercar al director, Pedro Martin-Calero y comentar impresiones sobre el cine de terror y los cortometrajes. Se hizo un selfie conmigo y me quedé con ganas de más.
Este sábado finalmente he podido verla. Y me he quedado con muy buen sabor de boca.
Contexto
Nos encontramos con el arranque de un personaje que más adelante sabremos que se llama Marie, el cual, está en una discoteca donde parece experimentar un suceso producido por los estupefacientes que acaba de consumir. Minutos después, nos adentramos en la vida de Andrea, quien empieza a experimentar unas extrañas visiones con una especie de ente cadavérico mientras averigua cuestiones de su origen, precisamente relacionado con la existencia de Marie, su madre biológica. Parecía tener alguna especie de trastorno mental. De repente, Andrea que tiene comunicaciones virtuales con su novio padece los ataques de ese ente desconocido.
Finalmente conoceremos a Camila, una aspirante a directora de cine que sigue de cerca a Marie al sentirse extrañamente atraída por ella y por la enigmática presencia de la joven francesa en el país argentino.

Una desconsolada y melancólica tarea de crear un cuento oscuro
La narrativa visual va presentando a las tres protagonistas femeninas que están relacionadas en diferentes etapas por un suceso común que el espectador resolverá al mismo tiempo que ellas. Tiene un punto melancólico y bucólico como una desconsolada tarea por convertirse en un cuento gótico oscuro con la belleza de su historia.
Referencias narrativas
Encontramos grandes referencias a los inicios del propio director con “Tesis” en el personaje de Camila recorriendo la ciudad de La Plata cámara en mano, en crudo, mostrando la realidad de un personaje.
No tiene grandes giros ni sustos espeluznantes, sino un terror subjetivo y cuidado que va gradualmente en intensidad; simplemente un edificio, la oscuridad de una vivienda, de un llanto colándose a través de un teléfono, de una mano delicadamente colocada en un hombro, unas interferencias.
Un estilo narrativo visual con transiciones cuidadas y sobrecogedoras generando una atmósfera inquietante en los momentos precisos y acertados. Incluso sorprenden los escasos efectos especiales, muy acertados al final de la película, dejando al espectador con ganas de más.
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