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Por qué el libro «Liberación animal» de Peter Singer no es un libro para la liberación animal

Este título fue publicado por primera vez por su autor en 1975 y es considerado la Biblia del movimiento mundial de los derechos de los animales
Ángel Padilla
miércoles, 30 de abril de 2025, 10:56 h (CET)

Todas las cosas de este mundo nacen de la discordia - HERÁCLITO.


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El libro que me propongo comentar (criticar) se llama Liberación animal, fue publicado por primera vez por su autor Peter Singer en 1975 y es considerado la Biblia del movimiento mundial de los derechos de los animales. Si el libro lo has leído tanto como si te suena o como si no te suena de nada, te invito a seguir leyendo, sólo, tal vez, para que confirmemos juntos que la cultura humana está colmada de grandes mentiras, imposiciones de realidades inventadas y/o falseadas y todo ese caudal de “conocimiento” y “certezas” asentado sobre determinados libros que las épocas y sus dominios han considerado que pueden (deben) ser masivamente leídos.


Para que un libro sea considerado popular, ha debido pasar por todos los filtros que el Poder de la época pone a toda obra de especulación e ideas, en definitiva debe ser considerado no preocupante. Ligero y no amenazante para el sistema, hoy, es popular. Liberación animal, cuyo título proclama una gran revolución —la mayor, la más hermosa, la más urgente y necesaria y la más relevante e influyente hacia todas las esferas de la vida en la tierra y humana en todos los sentidos de la historia del pomposamente llamado sapiens sapiens—), es popular y cómodo, incluso, curiosamente, para el sistema nuestro actual (y de todas las épocas), que es especista. Ahora veremos por qué un libro con título tan beligerante y por tanto preocupante ha encontrado espacio amplio y simpatía en todas las librerías del mundo.


La Biblia es un libro popular y muy comprado y leído. El Corán también. La gente necesita cómics de ese tipo y nanas fantásticas para poder dormir y para poder vivir; necesitan mentiras que aplaquen su ruido mental hostil, a la gente de toda época no le gusta, en definitiva, pensar por sí mismos. Pero eso es un asunto a tratar aparte, aquello de ¿qué va antes, la estupidez de la gente y su demanda de más estupidez o que hay oferta impuesta de estupidez y por eso la gente se torna mema para siempre? Yo creo que ambas cosas, el humano necesita dioses de humo ante los que arrodillarse y trasladarle sus penas, por pura cobardía. Eso lo saben los poderes y por eso fabrican sin cesar mentiras bellas, y con esto los creyentes y el poder nos joden a los demás, que poseemos un inquebrantable pensamiento crítico. Es una tragedia, sí, y grande. Por eso escribo, entre otras cosas, artículos como este. ¿Gota en el mar? Sí, pero las trolas de los sistemas humanos también son agua, y ni siquiera eso: la mentira siempre es símil, símil de agua, símil de cielo, símil de alegría. Hoy, además, los “mágicos” libros de autoayuda (con su falsa psicología barata) amenazan con llenar por fin del todo las ya demasiado colmadas de este tipo de artefacto (se quejan los libreros, quienes quieren vender, pero siempre sin pasar una línea: la que marca la baja calidad y contenidos inútiles y embaucadores) librerías de todo el mundo. Esto es una secta. Cuando estudié en profundidad el mundo de las sectas destructivas recaí en una cuestión capital y bastante curiosa e incluso graciosa (grotescamente graciosa): los expertos en sectas destructivas escriben libros denunciando cuáles son y cómo operan, pero ninguno de ellos nombra como secta destructiva a alguna gran religión, ni al sistema humano. El sistema humano es la mayor secta destructiva. Funciona con los mismos elementos de persuasión coercitiva que las sectas que denuncian estos expertos, que tragan adeptos y los destruyen, mental y económicamente. Las sectas funcionan generando una deuda moral en el adepto, funcionan con mentiras y con una cosmovisión propia falsa donde siempre hay dioses o trasuntos de ellos en forma de gurús o guías; en las sectas está la verdad superior y única (para sus adeptos) y ellos, los de cada secta, son superiores a los demás y darían todo por la secta. Se entenderá que lo que acabo de describir no es ni más ni menos que cualquier sistema humano con su imposición de creencias y valores: el nacionalismo, las costumbres, hábitos, creencias y supremacismo de grupo. Una secta tiene su dios y/o gurú, un país, los paisanos tienen gobernantes y deben, como los otros, arrodillarse varias veces al día. Y aún dan gracias por tener lo que tienen, todos creen estar cada vez más cerca de lo cierto. Y leen los libros que su “grupo” les ofrece como idóneos.


Los libros que les son simpáticos al sistema son los que no representan amenaza para él, empero, todo lo contrario: favorecen sus fines: dotan de una “verdad” edulcorada y falsa a las vidas de los humanos urbanitas y, con ella, funden por completo su pensamiento crítico.


“La matanza de los inocentes”, de Hans Ruesch. Nacimiento fulminante y prohibición aún más fulminante de un libro crítico con el sistema y sus hábitos


En 1978, Hans Ruesch publica el libro “La matanza de los inocentes” (Slaughter of the innocent), según palabras de Javier Burgos —quien era amigo de Ruesch—: “el libro condenaba la vivisección como fraude científico de una envergadura monumental. Yo creo que este es sin duda el libro más importante que se ha publicado en la historia de la humanidad sobre este tema. Cuando lo suprimieron, yo encontré por casualidad dos ejemplares en Pasadena. Una vez retiraron el libro de la circulación, Hans hubo de realizar una nueva edición del libro con su propio dinero”.


“Slaughter of the innocent” fue editado por Bantam Books y sacado a la luz alegremente porque su autor era un reconocido novelista; algunas de sus novelas se habían llevado al cine —como El país de las sombras largas, por Nicholas Ray, con el título de Los dientes del diablo, con Anthony Quinn como protagonista —. Entonces confiando en el autor, la editorial sacó ese libro que seguramente consideraría “extravagante” pero pensaría que como poco se vendería y ya está. Pero, pronto, Bantam Books recibió quejas del imperio biomédico y farmacéutico, lo que llevó a suprimir la venta del libro cuatro meses después de su publicación.


Creo conviene leer la sinopsis del libro “Matanza de inocentes”, que parece por lo que veo por la red que ha sido editado para lengua castellana por Mandala ediciones en 2009:


“Miles de autoridades médicas han afirmado, implícita o explícitamente, que la vivisección (experimentación con animales) no solamente es inútil, sino que además es perjudicial para la investigación médica. Hans Ruesch demuestra en esta obra que todos los experimentos con animales se realizan para beneficiar exclusivamente al poderoso conglomerado médico-farmacéutico, en detrimento de la verdadera ciencia médica y del bienestar de los animales que son utilizados en experimentos crueles y absurdos. Una obra, publicada por primera vez en 1978, que sentó las bases del movimiento antiviviseccionista moderno con su demanda de una abolición definitiva de la vivisección, aquí se presenta para todos los lectores de habla hispana. Incluye un extenso apéndice con varias publicaciones fundamentales: Informe sobre Peter Singer; Preguntas y Respuestas sobre la Vivisección; La Vivisección es un Fraude Científico; La Vivisección y el Abismo de la Intolerancia”.


Liberación animal tuvo su primera edición en 1975, tres años antes del de Hans Ruesch. Ha sido traducido a más de 30 idiomas y ha tenido múltiples reediciones. En España, la última se ha editado por Taurus en 2018 —la primera que salió en esta país fue Trota, es la que yo compré y, supongo, toda la gente que por entonces, como yo, comenzábamos la lucha animalista más radical aquí en España—, con revisión completa del libro por parte de Singer, nuevo prólogo para esta edición actual y un prefacio del pupularísimo autor Yuval Noah Harari (recordemos que popular, hoy, equivale a cómodo para el sistema, ya veremos por qué en el caso de Yuval).


Por cierto, es interesante saber que Javier Burgos, quien pasó prácticamente toda su vida en Norteamérica y es profesor de inglés, me cuenta que en ese tiempo sonaban mucho algunos nombres de autores que como Hans Ruesch escribían en defensa de los animales, contra las atrocidades que el humano comete con ellos. Peter Singer no era conocido en absoluto. Para cuando retiraron el libro de Ruesch de la circulación, y sólo como se ha dicho el autor podía moverlo personal y deficientemente por ciertos lugares con la complejidad que eso representa, Peter Singer comenzaba a despegar su reinado, el aplauso global comenzaba a resonar hacia su persona. Gustó a todos. Contrarios a dejar de usar a los animales y detractores del uso animal.


En mi caso, y en el de la gente con que he hablado de España que leyó la primera edición de Liberación animal, el libro, sencillamente, nos cabreó. Vimos de inmediato su trampa, vimos lo feamente que hablaba Singer en muchos apartados de la obra de los animales, y nos sentimos muy defraudados. Sabíamos que ese no era el libro —o uno de ellos — que los animales esperaban, ni mucho menos. Es más, vimos en una primera lectura que aquel libro traía parálisis a la esclavitud animal en lugar de lo que se propagandeaba sobre él en todo lugar; no, no era ni lo es, peligroso; es gracioso, es burgués, es paternalista con los animales, es, en conjunto, especista.


Como vemos, aunque con la ligera diferencia de que el tratado de Ruesch se centra en la vivisección como madre de todos los males o como el horror más grande de los perpetrados por el humano contra el resto de los animales, Singer aborda la factory farming y la vivisección, como iguales horrores. Y como concluyó Burgos y ya se ha dicho, el libro de Hans Ruesch condena sin fisuras la vivisección como fraude médico y científico absoluto, pero Singer no. Singer no condena la vivisección, aboga por experimentos donde los animales sean bientratados. Tampoco condena Singer la matanza de los inocentes (en palabras de Ruesch) de la factory farming siempre y cuando los animales tengan unos mínimos de estándares de bienestar animal. ¿Y qué es el bienestar animal? Lo que separa ambas obras con una grieta monumental. Por eso la obra de Ruesch es antipática y peligrosa para el sistema, y la de Singer sigue siendo recibida con todas las puertas abiertas.


Mostraré algunos fragmentos de Liberación animal y vamos viendo


Pido al lector que lea el párrafo siguiente (se trata de uno de tantos razonamientos que Singer realiza a lo largo de su tratado, y que los despacha como si proviniesen de la mayor lógica del mundo):

“Eso no significa que para evitar el especismo hayamos de sostener que es tan condenable matar a un perro como matar a un ser humano en posesión plena de sus facultades. La única postura irremediablemente especista es aquella que sitúa el límite del derecho a a vida exactamente donde está el límite de nuestra propia especie”.


Si estamos de acuerdo en que sólo alguien muy estúpido y de rasgos psicopáticos puede decir algo así, lo estaremos aún más despachando este apartado con otro ejemplo de otro extracto de razonamiento de Singer con respecto a los animales:


“Si tuviéramos que elegir entre salvar la vida de un ser humano normal o la de una persona con retraso mental, probablemente escogeríamos salvar al primero; pero si el dilema consistiera en evitar dolor tan solo a un de ellos —imaginemos que ambos han recibido lesiones dolorosas pero superficiales, y sólo tenemos calmantes para uno —, no está en absoluto tan claro cómo deberíamos actuar”.


Lo más molesto de afirmaciones tan ridículas e incluso malvadas, es que Singer expone que lo que él dice lo tiene por fuerza que pensar igual el común de los pensantes. Pues sí, el libro está lleno de afirmaciones de este tipo. Es una obra escrita por un tipo de gran cultura y que, a la vez, piensa como un burdo y con mirada de túnel psicópata.


Liberación animal no es radical, divaga, y lo hace interminable, aburrida y soezmente. Por eso gusta tanto a detractores de que se deje en paz a los animales de una vez como a sus defensores, quienes han comprado a Singer su pensar errático y poco contundente con respecto a la defensa animal. Y el libro ha calado bien en ambos mundos, el de la defensa animal y el del acoso animal, porque por desgracia ambos mundos contienen personas que no desean moverse demasiado ni pensar demasiado. Esta es la enorme tragedia que sobre la humanidad ya han denunciado filósofos y escritores a lo largo de los siglos: diletante y vago, y cobarde más que valiente, el humano es indolente por naturaleza y desea que le digan qué debe hacer y qué pensar, incluso en las esferas que consideramos activas, alejadas del sistema, en los movimientos sociales, incluso en estos esa fofería mental existe, y ahí ha entrado como pedro por su casa este libro y otros de igual calado; el movimiento de defensa animal primero se llamó de los derechos de los animales, ahora de la liberación animal, y como todo movimiento con pensamiento crítico, está muy parcelado. Abunda, con diferencia, la gente que espera que le digan qué hacer. Estos son los que consumen relatos de una lucha blanda, amable y con concesiones innumerables.


El asunto es muy grave. El libro de Singer ha marcado una forma de mirar la lucha por la lucha misma de la defensa de los animales, pero no sólo por sí mismo, sino por libros posteriores que han seguido la misma estela de razonamientos bienestaristas y de oculto (lo más que se ha podido, aunque se ve demasiado) supremacismo humano.


Liberación animal, de Singer. Alabanzas y críticas


Escogeré al azar cosas que se dicen en la red sobre Liberación animal.


En Elcuadernodigital, junio 2024, se dice que es “el libro de cabecera del movimiento animalista”.


En Cultura Vegana, abril 2025, se dice: Liberación animal es el manifiesto que Peter Singer publicó en 1975, ejerciendo una influencia decisiva en las organizaciones que luchan por los derechos de los animales.


En Amazon y en otros lugares el libro se anuncia como “La Biblia de quienes luchan por los derechos de los animales”.


Es de muchos sabido que desde que Liberación animal se publicó por primera vez en 1975 y hasta la actualidad, tanto Singer como su libro han recibido críticas de personalidades del movimiento. Es el caso, por ejemplo, de Joan Dunayer o Gary Francione, entre muchos otros. Se critica el “utilitarismo” de Singer hablando de los animales gélidamente como si nombrase las fichas de un tablero de damas, que el lector observa anonadado por todo el recorrido del libro.


No cabe duda de que Liberación animal fue un boom mundial. No cabe duda de que el libro contiene una importantísima aportación: la descripción pormenorizada de todas las torturas que reciben los animales secuestrados en todos los estratos a los que los arroja el humano: laboratorios de vivisección, explotación animal (factory farming), etc. La aportación fundamental, para mí, que el libro hizo al mundo, fue desvelar qué les hacen a los animales sus torturadores en cada sala de torturas ya sea en una granja de cerdos, en una estabulación de gallinas, en laboratorios de vivisección, etc. Porque hasta la fecha en que emergió la obra, esa información no era de dominio público.


Yo fui de los primeros que quedé anonadado, desarmado, después de conocer con tanto detalle a través de Liberación animal cuáles eran, con sumo detalle, los infiernos que sufren los billones de animales que los humanos mantienen hacinados para los distintos usos de la demanda loca y cruel de la humanidad contemporánea. Quedé en shock como después de ver el documental Earthlings.

No obstante existen diferencias fundamentales entre Earthlings y Liberación animal y estas, formidables, abultan miseria criticable por todo el compendio del libro y generan una necesidad de crítica, de réplica; sobre todo, lo más importante del asunto, es que la obra se autosabotea a sí misma, al menos a lo que parecía pretender el título, quedando el volumen leído por completo y terminado, meramente en los razonamientos de un viejo mental que no quería la revolución animal, sino sólo demostrar cuánto y en qué forma es capaz de “razonar”, “razonar a la humana”, diríamos.

Singer posiciona al humano por encima del resto de los animales y ahí la trampa del libro, ahí donde el libro se convierte no sólo en no recomendable sino en enemigo de los animales; eso sí, recomendable su lectura por el mismo Sistema, simpático a él. Porque no es un libro radical, como su nombre indica. No exige en su texto interior la liberación animal completa y definitiva, sólo busca algo tan infantil y tramposo como que los animales que el ser humano use sufran lo mínimo, y sean los mínimos animales los usados si es que el humano requiere hacerlo en cualquiera de sus ideas estúpidas y crueles llamadas “científicas”. El documental Earthlings sencillamente muestra con imágenes cuáles son los infiernos en esta tierra de los billones de animales usados y torturados por los humanos. Y ahí se quedó. Y si se hubiera quedado allí el libro del psicópata de Singer, quizá lo hubiéramos soportado. Pero Peter es un bocachancla y no puede dejar de decir lo que piensa, porque cree que lo que piensa es maravilloso, además de que sabe que contenta, y es un hombre que desea poder. Todo lo contrario que un verdadero libertador animal, que pugna por derribar todo poder (humano) para que los animales puedan al menos por un maldito día ver el cielo, el mar, el bosque. Salir de sus encierros mugrientos y fantasmales.


Plan de análisis de Liberación animal, de Peter Singer (Taurus, 2022), con Prefacio de Yuval Noah Harari


Para desarrollar una crítica del libro, emplearé una serie de artículos (calculo que tres o cuatro, no lo quiero hacer muy largo, pues el tema me enerva mucho), ya que de publicar toda la crítica de una, sería, de tan larga ilegible.


Aquí, en esta primera entrega, es donde he asentado unos preliminares para que el lector y yo nos acerquemos al libro antes de abordarlo con detalle a lo largo de sus casi 400 páginas de divagaciones que nos regala Singer para en cada una de ellas poder leerse entre líneas o concluir el autor todo con conclusiones supremacistas humanas.


Una pequeña mención crítica sobre la portada de Liberación animal (Taurus, 2018)


Es de color rojo y aparecen distintos animales domésticos de “factory farming”, en plano color blanco, sobre el rojo total de la portada. No aparece el título del libro en la portada, sólo en el lomo. Aparece el nombre del autor y la información “Prefacio de Yuval Noah Harari”. Lo importante: Peter Singer aparece escrito con letras rojas sobre el cuerpo plano en blanco de una gallina que aparece en la parte superior izquierda de la portada y el texto “Prefacio de Yuval Noah Harari” se ve también estampado en el cuerpo plano blanco de otra gallina, situada a la derecha de la que muestra en su centro el nombre de Peter Singer. Desde un punto de vista de diseño, la portada es magnífica. ¿Desde un punto de vista animalista? Es insultante. Los animales esclavos son marcados o con pintura o con hierros al rojo, en sus cuerpos. En un libro que pretende defenderlos, que aparezcan, aunque sea en dibujo, “marcados” con el nombre del autor y del que realiza el prefacio, como “hombres anuncio”, desde luego es un fallo muy grande, es abyecto. Ese “fallo”, que para quien escribió el libro no lo es ni para el prologuista que a lo visto no puso objeción, porque contiene la filosofía que predican. Al no ser radicales, permiten estas fallas enormes. Ah, pero algunos dirán: Singer no puede cuidar todas las portadas que de su libro se hacen en los distintos países; lo cierto es que las portadas van, sin más, en sintonía con la filosofía de Singer, quien se sitúa por encima, como su nombre encima del animal en la portada, Peter se tumba encima de los animales, y cómodamente habla de ellos.


Es como si en un libro feminista escrito por un señor apareciera el nombre de dicho autor encima del pubis de una mujer en blanco sobre algún fondo morado, pongamos. ¿Sería esto aceptado? ¿Lo detectarían como algo erróneo las y los feministas? Rotundamente, primero les llamaría la atención y luego, por supuesto, protestarían. Dirían ¿pero quién coño ha diseñado esta portada? ¿A quién se le ocurre semejante mal chiste?


Como veremos, estas especies de chistes malos, que sólo provienen de que no existe una radicalidad en el lenguaje del libro, son numerosos a lo largo de él, y son la falla, cada día más enorme y abierta, que hace de este libro el mayor dinamitador de la causa animalista.


Prefacio de Yuval Noah Harary


Lo primero a destacar del prefacio de Harary es que el propio Harary se denomina a sí mismo, extraído esto de una entrevista realizada al autor aparecida en “Cultura Vegana”, de esta manera: “No soy un vegano estricto, pero trato de limitar mi participación en industrias que infligen una miseria innecesaria a los animales. Me motiva principalmente la compasión por los animales”.


Bien, veamos... Lo primero que se me ocurre decir es ¿cómo en dos simples líneas alguien puede decir tanta chorrada y mostrarse tan endeble con respecto a la lucha animal, que debe ser, como toda ética, radical? Noah Harary dice, lo primero, que no es un vegano estricto. ¿Acaso la denominada Biblia del movimiento de los derechos de los animales mundial, en su edición revisada por el autor hace pocos años, la cual es la que trato en este análisis, merece un prefacio de alguien que no es vegano estricto? ¿Qué significa esta broma de tan mal gusto? Es como si un libro muy célebre sobre feminismo, editado en el presente, introdujese un prefacio de alguien que afirme sobre sí que no es feminista por completo y que en ocasiones “consume” prostitución.


El bocazas de Singer, a la luz de lo dicho arriba, hace poco se descolgó en una entrevista con que él no veía objeción en comer ostras. Así ha dicho: “Se puede decir, por definición, que un vegano no come ostras. Pero no resuelve la cuestión ética de si comer ostras es malo. Creo que las razones éticas para un vegano no se aplican al consumo de algunos bivalvos. Por lo tanto, creo que quienes son veganos y desean comer algunos bivalvos... tienen razón al hacerlo […]. Y añade: “Es difícil entender para qué las ostras y los mejillones habrían desarrollado la capacidad de sentir dolor, ya que no pueden hacer mucho al ser arrancados de la roca”.


Le he preguntado a la activista vegana licenciada en biología Rosa Mas, para conocer su opinión sobre esta ordinariez digna sólo del chulo de Peter (ya la conozco pero quería que la expresase ella, porque suele ser muy contundente e incluso graciosa en su contundencia). Y me ha respondido, sobre lo dicho por Singer: “Eso es ridículo porque hoy sabemos que hay estructuras nerviosas que desarrollan la misma función que un sistema nervioso central. Que no puedan salir corriendo no significa que no sientan, como tampoco puede correr un bebé”.


Rosa Mas, sobre este tema de esta gente intrusa y amorfa en el movimiento, que a ambos nos fastidia sobremanera, también añade que “no es de recibo lo que dicen tampoco porque parece que tengan obsesión por comerse a alguien”. Y concluye: “yo creo que toda esa gente desbarra para llenar páginas y páginas de obras demenciales”.


Pero sigamos con el autor del Prefacio de Liberación animal. Harary dice que trata de limitar su participación en industrias que infligen una miseria innecesaria a los animales. ¿Hay miserias necesarias para los animales? ¿En serio soy el único que levita del suelo de cabreo monumental al leer tanta payasada, ligereza e insulto hacia los animales? ¿Cómo pasa el filtro de miles de lectores sin que reciba cientos de protestas alguien que dice algo semejante?


Luego, tampoco tiene desperdicio aquello de “Me motiva principalmente la compasión por los animales”. En fin, me desarmo, ¿compasión? ¿En serio? Han pasado cincuenta años, medio siglo desde la salida de Liberación animal, la moral animalista ha avanzado muchísimo; ahora todas/os sabemos que la radicalidad de la lucha consiste en que los animales deben ser libres por simple justicia, por lógica, por sentido común. Y este tipo habla de compasión, que es un término muy usado, por desgracia, en el movimiento animalista, torpemente, claro, porque proviene de lo religioso.

La compasión contiene una condescendencia, un paternalismo, no es un sentimiento de tú a tú. Sino de uno superior que se conduele de uno más bajito que sufre allá abajo. De nuevo la supremacía humana, enemiga de la liberación animal.


En dicho Prefacio, que no es muy largo, por fortuna, Harary ya nos cuenta que el humano no ha sido lesivo con las demás especies sólo en la actualidad sino ya desde los inicios; cuenta que ya en la Edad de piedra, el sapiens se llevó por delante el 50% de las especies de animales grandes que existían en ese entonces. Habla de lo opresor y destructor que siempre ha sido el sapiens y nos lleva suavemente hasta la actualidad. Lo que más llama la atención es que emplea el término grande mucho, “animales grandes”. Singer también. Son de este tipo de filósofos que cree que un ser vivo merece vivir más cuanto más grande sea (parecemos tontos, de verdad).


Culmina el prefacio Harary con un agorero “La biotecnología, la nanotecnología y la inteligencia artificial permitirán pronto que los seres humanos remodelen a los seres vivos de maneras radicalmente nuevas, lo que redefinirá el significado mismo de la vida. Cuando vayamos a diseñar este mundo nuevo y surrealista habremos de tener en cuenta el bienestar de todos los seres sensibles, y no solo de Homo sapiens” (lo curioso del anterior párrafo es que su autor se incluye entre aquellos que dice que van a “diseñar” el nuevo mundo, suena a nazi, pero es que el supremacismo humano sobre el resto de los animales siempre ha sonado a nazi). Se nota que el autor quiere caer simpático, habla de “la maravilla”, contenta al humano con un “mira todo lo que vamos a lograr, oh, pero oye, con cuidado hacia los más pequeños, compasión con ellos, eh?”.


Porque Harary establece, como Singer, la línea divisoria entre los otros animales y el humano, en esa Liberación animal falsa como el saludo de un carcelero. Dice así en un apartado de su prefacio: “Puede que [los animales] no sean tan inteligentes como nosotros, pero conocen el miedo, el dolor, la soledad y el amor”.


¡Magnífico! ¡Aplausos! Qué bonito lo último, ¿cierto? Pero ¿y lo primero?: “Puede que los animales no sean tan inteligentes como nosotros”... : aquí, por enésima vez, el apuntalamiento del supremacismo humano. La única verdad para seguir editando este libro artero y mil veces tramposo, que tan simpático sigue cayendo al establishment.


Se puede leer en la red que los libros de Noah Harary han sido elogiados por el ex presidente de los Estados Unidos Barack Obama, el creador de Facebook, March Zucherberg o el dueño de Microsoft, Bill Gates.


Noah Harary y Singer son harina del mismo costal.


¿Entendemos por qué Liberación animal sigue siendo un libro popular, no peligroso y simpático para el sistema? Y por tanto, no útil —sino todo lo contrario— en absoluto para los animales y sus auténticos fines (ser libres, básicamente) ni para el movimiento de liberación animal.


Nos leemos la semana que viene, compañeras/os


En la siguiente entrega sobre este comentario extenso mío sobre Liberación animal de Peter Singer analizaremos algunos apartados del prólogo al libro escrito en la actualidad por Singer, donde celebra lo que denomina grandes avances en materia animal. Y nos adentraremos en el libro; iré mostrando fragmentos de él y no nos detendremos mucho en los largos capítulos sino sólo en tesis muy repetidas a lo largo del compendio.


Gracias a las/os amigas/os por haber leído hasta aquí y la semana que viene traigo más cosas sobre la estafa para los animales que es el libro Liberación animal, así como —este punto, de vitalísima importancia en nuestra crítica— el gran mal que ha traído con su nacimiento al haber generado una interminable corriente de libros parecidos a él que apuntalan una narrativa de la defensa animal sin fuerza, que concede al verdugo y matarife favores, que entiende a la demanda y que contenta mucho más a todo lo que orbita y destruye a los animales que a los propios animales.


Quienes sólo anhelan, y si pudieran lo gritarían en todos los idiomas, ser libres. Y no tanta palabrería barata sibilina y tramposa que sólo busca retenerlos más siglos encadenados y esclavos para uso y disfrute del humano.

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