Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Donald Trump | Estados Unidos

Donald Trump, en deuda con Julian Assange

Lo más lógico sería que el poder de Washington levante su presión sobre el fundador de Wikileaks, luego de que el mismo Trump difundiera sus filtraciones en sus redes sociales
Luis Agüero Wagner
lunes, 14 de noviembre de 2016, 01:23 h (CET)
Para tener en cuenta sobre lo que pasó en Estados Unidos, donde el fracaso de los otrora infalibles pronósticos de las grandes cadenas informativas sorprendió al mundo, valgan algunas consideraciones sobre lo que siempre sostenemos en esta columna.

Con la derrota de Hillary Clinton, a quien los encuestadores norteamericanos ubicaron por encima de Trump desde el principio al fin de la campaña, se consumó sobre todo un fracaso de los medios masivos del establishment ante las redes sociales y las filtraciones vía internet.

No es ningún secreto que ants de internet no hubieran fallado predicciones del Washington Post, de la NBC o del Wall Street Journal.

Obviamente, es algo que aquellos que guían su agenda por los titulares de los periódicos deberían tener en cuenta a partir de ahora.

En mi opinión, los resultados de Estados Unidos son la prueba más contundente obtenida hasta ahora sobre el poderío de Internet y las redes sociales, y la enorme disminución del poderío de las empresas periodísticas.

Muy poco se ha dicho al respecto, y como aficionado a las verdades incómodas, ambicionaría iniciar un debate con respecto a ese tema. En primer término, debe decir que me parece ridículo subestimar el papel de las filtraciones de Wikileaks, más aún considerando la enorme deserción que sin duda causó con sus filtraciones entre los votantes de Bernie Sanders, aunque el mismo Assange pretenda menospreciar su papel.

“La publicación de material relacionado con la candidata demócrata a la presidencia Hillary Clinton no se basó en el deseo de influir en las elecciones” aseguró, aunque también reflexionó que “Sería inadmisible que WikiLeaks retenga un archivo comprimido sin darlo a conocer al público durante una elección” en su posicionamiento sobre las elecciones.

WikiLeaks publicó en medio de la dramática batalla por la Casa Blanca, miles de correos electrónicos que obtuvo de una interferencia en la cuenta de correo electrónico de John Podesta, jefe de campaña de la demócrata Hillary Clinton.

En contrapartida, afirmó no haber podido obtener información interna sobre el candidato republicano Donald Trump, y que “No podemos publicar lo que tenemos”.

En declaraciones a medios internacionales, Assange también confesó sentir pena por Hillary Clinton.

La interrogante que plantea el caso Assange es qué sucederá ahora con el cerco que se ha tendido a su alrededor y, que, todos sabemos no sería tan estrecho sin el viento a favor que sopló desde Washington.

Sería incongruente que el poder washingtoniano sostenga la presión sobre Assange, cuyas revelaciones fueron difundidas en la cuenta personal de Twitter del mismo Donald Trump, quien no está demás decirlo, supera en popularidad a Hillary en esa red social.

Siempre es difícil esperar antes de hablar, como aconseja Bob Dylan en su famosa canción “Los Tiempos están cambiando”: “Escritores y críticos que profetizan con la pluma, mantengan los ojos abiertos que la oportunidad no volverá, pero no hablen todavía que la rueda aún está girando”.

De todas maneras, hoy está mucho más claro que una semana atrás que no se debe volver a disparar contra el mensajero.

Noticias relacionadas

Francisco comenzó su Papado bajo el signo de la "Franciscomanía”, fenómeno sociológico que logró que una persona sin conocimiento previo de los entresijos del poder Vaticano ni ideario previo conocido, se convirtiera en icono de la juventud e insuflador de vientos de cambios en la Iglesia.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el hombre más rico del mundo, Elon Musk, han desatado un caos a nivel internacional con las medidas que están adoptando en su intento de desguazar el Estado federal estadounidense, que incluyen despidos en masa y congelación de fondos.

De todos es bien sabida, la nula moralidad del presidente del Gobierno y su entorno familiar y político. Pero no es menos conocida su enorme caradura para decir -o hacer- una cosa y la contraria, en menos de un minuto, sin que le salgan los colores. Pero el colmo de la desfachatez le deja con el tafanario al aire cuando censura, sin piedad por los demás, lo que él mismo se permite practicar con frecuencia y avidez.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto