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El Bankia, El Rolex y el Báltico

"Si triste es que esos ricachos de corte obrera reclamen el apoyo de los que pisotean mientras llevan una vida opulenta a más no poder, más escandaloso es que estas hordas voceras de la propagada y la demagogia se autodenominen como los representantes del proletariado"
Javier Montilla
martes, 28 de febrero de 2012, 08:32 h (CET)
El asunto sería cual circo de la risa - o una mala versión de una película de Sergio Leone - si no fuera porque la miseria ligada al desempleo es de tal dimensión que millones de familias están sin ningún ingreso, esperando el cierre de los supermercados para recoger las sobras que los empleados lanzan a la calle o revolviendo los contenedores de basura para poder comer. Y no me excedo si digo que a esa España calamitosa han contribuido de manera bien significativa unos sindicatos más preocupados por sus prebendas que por los trabajadores a los que dicen representar.

Solo hay que recordar como los sindicatos millonarios salieron a la calle hace escasos días, como una especie de teloneros del aquelarre del espíritu kominterniano, con capital en Valencia, para protagonizar una protesta contra una reforma laboral que procura aliviar la hecatombe zapaterina. Hay que ver lo ofendidos que se manifestaban nuestros sindicatos de clase mientras invitaban a la jauría a tomar cervezas y a vivir. Todo un insulto para nuestra inteligencia y, máxime, para la dignidad de muchos trabajadores que se ven asumidos al abismo. Si triste es que esos ricachos de corte obrera reclamen el apoyo de los que pisotean mientras llevan una vida opulenta a más no poder, más escandaloso es que estas hordas voceras de la propagada y la demagogia se autodenominen como los representantes del proletariado.

Porque claro, ahora gobierna la derecha, esos fustigadores de la clase obrera y hay que lanzarse a las calles, que para eso dicen que son suyas. Y ya se sabe que los neoliberales son los causantes de todos los males del mundo amén de explotadores por acción y omisión. ¿Pero dónde estaba Toxo mientras a cada minuto con ZP y sus mariachis se sumaba un parado más a las listas del INEM? ¿Tal vez degustando ricos manjares en restaurantes cinco tenedores, con los que tanto se deleita? ¿O quizá bajo la suave brisa de los cruceros de lujo por el báltico que semejante salvador de los parias adora saborear? ¿Y dónde ha estado Cándido mientras millares y millares de autónomos tenían que cerrar la persiana durante el gobierno ZP e irse a la indigencia? ¿Quizás en una lujosa joyería de la calle Serrano adquiriendo pelucos de lujo? Ya no nos engañan. Porque esa es la realidad del sindicalismo patrio, cuando no centran sus esfuerzos en defender a jueces prevaricadores, se rodean de cruceros de lujo, relojes no aptos para la mayoría de los bolsillos del ciudadano de a pie y comidas en restaurantes de cinco tenedores, mientras millones de personas se van al paro y otros tantos a los comedores sociales de Cáritas.

Con todo, resulta conmovedor como el ilustre Ricardo Martínez, cabecilla de la ugeté de Madrid, afirme llevar una vida casi monacal, ora porque lo entrega todo al sindicato, ora porque lo entrega a la causa de los parias de la hoz. Pero claro, los 180.000 euros anuales que se lleva la criatura son más que necesarios para suavizar el coste desorbitante de los relojes carísimos de Cándido. Todo un ritual opulento con estética progre, eso sí en nombre la clase trabajadora a la que exprimen a más no poder. ¿Pero acaso les afecta todo esto? En absoluto, porque la crisis económica se ha convertido en una importante fuente de financiación para estos gurús de los parias patrios, aunque sea porque a través de sus asesorías jurídicas, cobran un porcentaje de un 10% sobre las indemnizaciones que recibe cada uno de los trabajadores mediante los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE). Es decir, que al margen de las cuantiosas subvenciones que reciben de nuestros bolsillos -aún sin representarnos-, los sindicatos ingresan sustanciosas cuantías con los trabajadores afectados por las regulaciones de plantilla, incluso cuando la indemnización debe ser pagada por el Fondo de Garantía Salarial (Fogasa). En Román paladino, cuanto mayor es el número de trabajadores afectados por los ERE, mayores serán los ingresos de estos vagos que viven como marajás. Eso sí todo en nombre del progreso, faltaría más. María Antonieta preguntó durante un paseo que dio con su coche de caballos, por qué toda la gente parecía tan desgraciada. «Majestad, no tienen pan para llevarse a la boca», le respondió. Y ésta contestó con aires despóticos: «Si no tienen pan, que coman pasteles. María Antonieta no lo sabía, pero iba a tener unos dignos sucesores en el sindicalismo español.

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