Les confieso que hay algo que últimamente me encrespa muchísimo: escuchar en boca de no pocas personas ese mantra que dice que hay que premiar a ETA y consentir alguna cosa a los terroristas por haber anunciado que no van a matar más. ¿Pero estamos locos, o qué? ¿Es que no tenemos suficiente ignominia con que no se disuelvan, no entreguen las armas y no asuman las responsabilidades de décadas de sangrienta trayectoria? ¿No tenemos bastante con que estén en las instituciones cobrando de nuestros bolsillos para tutelar el teatrillo que ya está apalabrado y al que sólo falta poner la rúbrica definitiva en forma de puñalada? ¿Pero en qué sociedad estamos viviendo? Lo siento, sé que en materia antiterrorista esta es una postura demasiado solitaria e inhóspita en medio de tantas voces que abogan por la reconciliación, pero la dignidad y la memoria de las víctimas no entienden de ideario, ni siquiera de tiempos políticos.
A estas alturas, a punto de cumplirse los primeros cien días del marianismo Año I d.ZP, el PP parece obsesionado en continuar gestionando la herencia de Zapatero en materia antiterrorista con la misma ascosidad que su antecesor. Sí, ya sé que este tema no está ahora mismo entre las preocupaciones de la mayoría de los ciudadanos y que la crisis económica lo eclipsa todo. Pero para algunos la libertad importa, máxime porque no puede haber prosperidad sin libertad y mucho menos una verdadera libertad sin justicia. Por ende, callarse ante lo que está sucediendo es seguirle el juego a los que no quieren un final del terrorismo sin vencedores ni vencidos.
Y sólo hay que ver cómo Mariano Rajoy se ha enfrascado por dejar bien claro que avala la ejemplar faena perpetrada por Camacho y Rubalcaba. O séase, nos señala que el zapaterismo no ha muerto, que su legado es intachable y que goza de una excepcional vida. ¿Pero nos toma por tontos el señor Rajoy? Además de tomarnos el pelo, está tirando a la basura el magnífico trabajo de Gil Lázaro, convertido en el azote de Rubalcaba que le acorraló políticamente por el chivatazo del Faisán, aparte de de mirar hacia otro lado con la vuelta de la banda a las instituciones, la patochada de la conferencia de San Sebastián, con el agit-prop internacional intentando comparar el terrorismo de ETA con Irlanda y Sudáfrica y la próxima excarcelación de presos. Y si no al tiempo.
Pero lo que jamás entenderé –y mira que me cuesta- es como muchos de aquellos que bramaban contra la política antiterrorista de Zapatero, llenando horas y horas de tertulias por tierra, mar y aire, ahora callen ante los silencios de Rajoy. Acaso porque se vive muy a gusto en el albur del pesebre de Génova.
Pero, Don Mariano, la realidad, por mucho que se empeñen en decir lo contrario, es que no hay justicia y la dignidad de las víctimas se pisotea diariamente. Y no puede haber dignidad si Patxi López reconoce a Arnaldo Otegui como preso político y hombre de paz. No puede haber dignidad si usted nombra secretario de Justicia, Derechos y Libertades del PP a un señor que ofende a las víctimas del terrorismo. Y no puede haber dignidad si usted rechaza instar a la ilegalización de aquellos partidos que hoy por hoy, no lo olvide, secundan manifestaciones en apoyo a los presos encarcelados. Así que no nos tome el pelo más. El PP ahora mismo es una jauría arriolada, con demasiados complejos que le alejan de la política antiterrorista de los gobiernos de Aznar que puso contra las cuerdas a una ETA que incluso reconoció que tuvo que cambiar de estrategia para llegar a donde estamos. Usted y su Partido Popular nos han mentido a todos. María San Gil ya no está, Ortega Lara y Toñi Santiago se dan de baja como militantes y Mayor Oreja, es una rara excepción a la que exhibir de vez en cuando cual marioneta de feria. Sin embargo, Don Mariano, nada hay más execrable que dedicarse a pisotear la memoria de las víctimas y a negociar con la sangre de miles de muertos. Usted verá si quiere pasar a la historia como un gran traidor.
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