| FICHA TÉCNICA | 86 - Barcelona: Sada (-), Navarro (23), Eidson (19), Lorbek (4), Ndong (7) --cinco inicial--; Huertas (6), Vázquez (8), Wallace (3), Ingles (-) y Mickeal (16).
83 - Real Madrid: Llull (4), Suárez (8), Singler (3), Velickovic (11), Tomic (17) --cinco inicial--; Pocius (-), Reyes (7), Mirotic (10), Sergio Rodríguez (8), Begic (2) y Carroll (13).
Parciales: 17-28, 25-20, 19-20 y 25-15.
Árbitros: Pérez Pizarro, Bultó y Calatrava.
Incidencias: Trigésima tercera jornada correspondiente a la Liga Endesa, disputado en el Palau Blaugrana (Barcelona) ante 6.577 espectadores. |
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El Real Madrid estuvo muy cerca de conquistar Barcelona. Lo tuvo
en su mano hasta que decidió firmar un paupérrimo último cuarto.
Incomprensibles rotaciones, desastrosas elecciones de tiro y enfrente una
fuerte defensa del Barcelona. Tiró un clásico que tuvo controlado con un
notable baloncesto desde el comienzo. Luego se diluyó en sus problemas y sufrió
a Navarro (23 puntos). Suficiente para hacerse, el Barcelona, con el primer puesto de Liga
Regular. También para comprender un aviso: este Real Madrid carece de miedo.
De poder a poder. Sin treguas amistosas. Barcelona y Real Madrid
mostraron sus armas en un magnífico encuentro de baloncesto. De esos partidos
que hacen aumentar el número de seguidores de este deporte. Podría equipararse
a los duelos que ambos clubes han mantenido en el ámbito futbolístico. Si nada
ocurre, y sería lo mejor para la Liga Endesa, ambos deberían cruzarse en la
serie de finales tras superar las dos rondas pertinentes. Debería ser así
porque el espectáculo estaría asegurado en esos cinco encuentros. Y quizá
porque ambos cuentan con las dos mejores plantillas, repletas de excelentes jugadores.
Ganó el Barcelona porque estuvo más suelto en los momentos
determinantes, estuvo más preciso en el cuarto de despedida. Los azulgranas
fueron de menos a más. Mejoraron con el paso del tiempo, como los buenos vinos.
Todo lo contrario que el Real Madrid: comenzó a todo gas y acusó el tener un
encuentro tan exigente, de tanta tensión. Para ellos fue un duelo eterno. Y,
aunque sin ser un factor clave, estuvieron mejor al principio y más dubitativos
al término del mismo, justamente cuando no se vieron con ventaja en el
marcador. Pero si hubieran ganado, tampoco hubiera sido nada injusto.
Recuerdo a la Copa del Rey
No lo hubiera sido porque el Real Madrid tuvo contra las cuerdas
al Barcelona. Lo tuvo durante más de tres cuartos de partido. Y no ganó porque
no supo el camino o no tuvo la suerte para jugar esos minutos del epílogo del
encuentro. Sus ataques fueron más atascados que de costumbre y no se tomaron
buenas decisiones. De todas formas, el Real Madrid ganó en autoestima, en
saberse que puede competir cara a cara con el Barcelona y comprobar que puede
no salir malherido como antaño. Lanzaron un serio aviso al grupo de Xavi
Pascual. Este Real Madrid ya tiene sangre en los ojos.
Y éstos deberían tomar nota. Valga el ejemplo de que el Barcelona,
la mejor defensa del campeonato (64,9 puntos recibidos de media), encajó 28
puntos en el primer cuarto (casi 50 al descanso). El Barcelona fue incapaz de
encontrar cómo frenar al Real Madrid. Los ataques de éstos eran cuchilladas al
corazón de los azulgranas. Certeros tiros desde cómodas posiciones, merced a la
excelente fluidez del balón, a la formidable tranquilidad con la que asumían el
clásico. Y dominando, además, el rebote e inutilizando todas las armas del
Barcelona. Se defendió como en la Copa del Rey. Era una continuación. Las diferencias fueron
creciendo desde un 12-19 a un 12-24. Y todos al alza, con mención para Tomic,
un rey de la zona.
Mickeal da aire
El Barcelona estaba con ansiedad, sufriendo en defensa a pesar de
ser el mejor defensor del campeonato. Y con muchos, innumerables problemas en
ataque. Sus transiciones eran lentas -todo lo contrario que cuando jugaba el
Real Madrid- y sudaban tinta para sumar puntos. Para su desgracia ni Navarro, ni
Lorbek, ni Ndong estaban en el partido. Y el Real Madrid seguía a su ritmo.
Pese a todo, se marcharon al descanso con vida: 42-48. Y no porque Navarro
anotara un triple estratosférico, sino porque Mickeal -11 puntos consecutivos-
decidió hacer frente al Real Madrid.
La vuelta del descanso tampoco conllevó excesivos cambios, aunque
ya se intuyó que todo podría voltearse. El Barcelona iba a más y el Real Madrid
ya no estaba tan suelto en pista. Ya todo le costaba más conseguirlo. Y eso
que seguían a un buen ritmo. Fue un tiempo, no obstante, de intercambio de
canastas y de desaciertos varios. De un baloncesto vibrante. De un baloncesto
de tensión. De estar jugándose el liderato. Con un duelo formidable en
canastas entre Navarro y Carroll. Algo que tuvo continuidad en el comienzo del
último cuarto. Ésta vez desde el triple. Un desafío en toda regla. Un lujo para
los ojos del espectador. ¡Qué manera de disfrutar!
El Barcelona, pese a entrar en
desventaja (68-76) en esos primeros minutos empezó a carburar al son de Navarro
(tuvo ayuda en Eidson y en Ndong). Tenía otra pinta. Ya defendía, ya encontraba
ataques más fluidos y canastas más sencillas. Consecuencia: 13-0 en un visto y
no visto. El Real Madrid ya sufría mucho por culpa del Barcelona y porque él
mismo se enredó incomprensiblemente en los momentos determinantes: malas
rotaciones, con Tomic descansando; Sergio Rodríguez estando de vacaciones;
malas decisiones de ataque, siempre buscando a Carroll, o sencillamente que no
entraron un par de canastas. Dejó ir vivo al Barcelona. Aunque lanzó un aviso.
Un aviso muy serio.
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