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Huelga general en Cataluña. ¿Beneficia o perjudica al separatismo?

"La pasión puede ser destructiva y feroz cuando la mueven el fanatismo y el racismo. La peor de todas, la que ha causado más estragos en la historia es la pasión nacionalista" Mario Vargas Llosa
Miguel Massanet
jueves, 9 de noviembre de 2017, 00:01 h (CET)
Que estamos envuelto en un torbellino de insensatez, fanatismo y falta de sensibilidad democrática, es algo tan evidente que creo que hay pocas personas, medianamente sensatas, que se atrevan a calificar lo que está sucediendo estos días en Cataluña, como consecuencia del absurdo intento de los separatistas catalanes de forzar, al Estado español, a doblegarse ante sus aspiraciones independentistas aunque, es evidente que no existe ni una sola razón que avale semejante pretensión; antes, al contrario, si de algo nos venimos quejando los españoles, y en especial los que residimos en Cataluña, es de que, el Gobierno del señor Rajoy, haya actuado con tan poca determinación respecto al desafío catalán de modo que haya permitido que, la situación en esta autonomía, haya llegado a ser tan insostenible, peligrosa y revolucionaria.

Hoy se ha producido en Cataluña otra de estas boutades a las que ya nos tienen acostumbrados estos señores, que se han empeñado en hacer creer, a quienes tienen la humorada que perder el tiempo escuchándolos, que son los que representan a todos los catalanes, en cuyo nombre se atreven a presentarse aunque, en realidad, no son más que una minoría que no alcanza al 50% del pueblo catalán y, dentro de ella, no todos ni mucho menos, desean que Cataluña se separe de España, aunque sí aspiran a más autogobierno. En realidad, se había anunciado, por estos díscolos grupos de defensores de una nación independiente catalana, una huelga general que iba a ser capaz de parar toda actividad dentro de la autonomía catalana. Ni ha sido general ni han sido capaces de paralizar Barcelona, aunque sí han conseguido organizar a pequeños grupos de activistas, estratégicamente ubicado en las principales carreteras de la región, que han impedido que la circulación por ellas fuera fluida. Como consecuencia de la actividad de los piquetes se han formado grandes atascos, colas, retrasos y numerosos enfados de aquellos que se han visto obstaculizados para poder acudir a sus obligaciones cotidianas. Los ánimos se han caldeado y se han producido choques verbales entre los que deseaban que los dejaran pasar y aquellos cuya misión era impedirlo.

Y es que, señores, cada día que pasa nos convencemos más de que, lo de la aplicación del Art.º 155 de la Constitución, más parece un mero simulacro de cara a la galería que una verdadera operación cuya misión debiera ser acabar, de una forma rápida y eficaz , con esta guerra de marionetas en la que parece que se ha convertido esta batalla incruenta entre el Gobierno del señor Rajoy y su monaguillo de confianza, la señora Sáez de Santamaría, acostumbrada a hablar siempre con una solemnidad digna de mejores resultados y esta caterva de insensatos nacionalistas, que ya hace tiempo que han perdido la chaveta y que debieran de haber sido puestos a buen recaudo antes de que hubieran organizado la gran marabunta en la comunidad catalana.

Y aludo al 155 porque, una vez más, la labor de los mossos de escuadra, que han sido quienes han estado presentes en todos los lugares en los que los piquetes nacionalistas causaban problemas de tráfico, ha seguido su línea acostumbrada, tal y como sucedió cuando permitieron que, la votación ilegal del 1.O, se celebrase a pesar de que existían instrucciones precisas, por parte del TSJC, de que se debía impedir que se abrieran los colegios electorales o los lugares que los separatistas habían habilitado para hacer las veces de ellos. Las quejas de todos los conductores, que han debido aguardar horas para poder circular hacia sus respectivos destinos, han sido unánimes, siempre en contra de la actuación pasiva de los mossos que, lejos de poner orden y evitar que los pequeños grupos que impedían el libre acceso por las carreteras catalanas lograran sus objetivos, se han dedicado a compadrear con los miembros de los piquetes en amigables charlas, mientras contemplaban impasibles como los irritados conductores pedían a gritos que los dejasen circular.

Como ya comentamos en otro artículo, parece como si el Gobierno estuviese ausente de todo lo que está sucediendo, utilizando este particular método, made in Rajoy, de permitir que vayan sucediendo cosas, todas ellas ilegales, sin actuar en contra de ellas; esperando que, el tiempo, se encargue de que sean olvidadas de modo que así se ahorra los problemas que le provocaría, desde el punto de vista político, aplicar la Ley en todos los casos en los que se debería hacer. Resulta decepcionante como el Gobierno viene encajando, con una pasividad pasmosa, la forma desvergonzada en la que, el señor Puigdemont, mimado por los belgas, desde el escenario que le proporcionan las autoridades belgas, sin que se le impida por su condición de preso en libertad limitada, poner a España y a los españoles como chupa de dómine, tratándonos de dictadores, de no tener una justicia imparcial, de tener presos políticos, de oprimir a los ciudadanos etc. con la excusa de que, como dice la señora Santamaría: “El Gobierno tiene otros asuntos de qué ocuparse”. Puede que sea así, pero no hay duda de que los amigos de Puigdemont están consiguiendo, con sus peroratas y mentiras, que una parte de la opinión pública europea los vaya apoyando creyéndose sus trolas porque, no hay nadie que salga al paso y sea capaz de rebatir con pruebas, todas las sandeces que este sujeto de Guiñol, está esparciendo impunemente con el objeto de ir desautorizando a la Justicia, el Gobierno y los ciudadanos españoles.

Ya tuvimos ocasión de pronunciarnos sobre lo que nos parecía una convocatoria de elecciones, en plena efervescencia de la aplicación del 155, por lo que no vamos a insistir; no obstante, sí lo vamos a hacer en otro aspecto sobre el cual incidimos y que, a la vista está, está creando un ambiente hostil, en muchos lugares del mundo, al haber permitido que, aquellos a quienes afecta, sigan actuando con plena libertad en favor de la causa independentista. Hablamos de la TV3 y de Radio Cataluña, en este caso de la mano de esta cerril periodista que, con la edad, parece que se ha convertido en una resentida capaz de las acciones más vergonzosas, con tal de ir en contra del Estado español, la señora Marta Terribas. Esta periodista, aparte de entrevistar a Puigdemont en la capital belga, fue aquella persona que, el día del referéndum ilegal de 1.O, pedía, desde su programa de radio, a los ciudadanos simpatizantes con los separatistas, que denunciaran los lugares en los que se encontraban la Policía nacional o la Guardia Civil para, a su vez, ir informando a los grupos de presión de los nacionalistas para que pudieran evitar encontrarse con aquéllos.

No obstante, pese a todo lo que estamos denunciando, la huelga general en cuanto a sus efectos sobre Cataluña ha fracasado. Uno podía, como ha sido mi caso, irse a tomar un café, visitar un supermercado o comprar una medicina con toda tranquilidad sin que nadie le molestase. Las molestias han sido importantes, no obstante, en las entradas y salidas de las grandes ciudades, especialmente en Barcelona, y las aglomeraciones de manifestantes y banderas esteladas que, como siempre, se han centrado en puntos estratégicos como la Plaza de San Jaime. Donde unos cuantos, pocos, miles de personas consiguen un efecto de grandes multitudes. Si lo miramos desde una perspectiva objetiva no cabe duda de que, una gran parte de catalanes, incluso de los proclives al catalanismo, empiezan a estar hasta las narices de no poder circular por las grandes ciudades catalanas sin encontrarse con los independentistas de manifestación o haciendo mítines en la calle. El tema ya hace que muchos entusiastas empiecen a preguntarse si vale la pena tanta monserga para unos resultados tan poco productivos. Si ya son 2152 las empresas que se han deslocalizado de Cataluña, si los estudiantes, en lugar de ir a clase, ya piden a sus profesores que, este tiempo, en el que se han dedicado a manifestarse, les será compensado en las notas o si, aquellos que se sintieron engañados por la promesa de quedar en Europa y ser la nación más rica de todas las europeas, ante la evidencia de que esto no va a ser posible y que, lo que va a suceder será que no tendremos ninguna de las ventajas ni ayudas económicas de las que se disfrutaba aunque, utópicamente, pudiera llegarse a la independencia que piden; van a empezar a arrepentirse de su error y decidan hacer marcha atrás, ante un perspectiva tan sombría.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, sentimos que los errores de quienes tienen la obligación de hacer cumplir la Constitución y aplicar las normas, para evitar que España pudiera perder su unidad, pueden poner en riesgo esta difícil operación de acabar con la rebelión catalana, como Franco acabó con la de Asturias en 1934. Sin cañonazos, pero con energía y sin dar el brazo a torcer, por mucho que les pudiera costar, en votos, a los del PP. Deben tomar nota de que somos muchos los que le hemos venido votando, en cada prueba electoral, dispuestos a que, si esta operación acaba en fiasco, no vamos a cometer la equivocación de volver a votarles. Ya no hay más plazos ni concesiones.

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