Con el ingenio y la picardía de niños comentábamos que menudo coche le pedíamos a Dios, que por ser tan valioso seguro que no nos lo concedería.
Fuera de esta chanza pueril, la definición de pedir favores o mercedes me recuerda a los ritos de los paganos en los que se establece un trato con la divinidad que viene a ser un do ut des.
Yo te rezo, o te ofrezco un sacrificio, a cambio de que tu me concedas tal o cual bien.
Considero que la expresión del Ripalda es un calco perfecto de costumbres ascentrales que se remmontan a los tiempos más lejanos del paganismo.
Para mí la oración debe de ser una conversación con nuestro Padre Dios.
Hace cien años ninguno, salvo algunos privilegiados, existía. Dios se valió de nuestros padres naturales para sacarnos de la nada, ponernos en este mundo proveyéndonos de todo lo necesario, es decir prestándonos los talentos suficientes para que pudiésemos desenvolvernos en la vida y obtuviésemos de ellos el fruto mientras más cuantioso mejor.
A nuestro padre natural, siempre que haya una buena avenencia le hablamos con toda claridad, les contamos nuestras preocupaciones, cuitas, sufrimientos y alegrías. Él nos atiende, escucha, aconseja y se alegra o sufre con nosotros.
Con el Padre Dios, entiendo que deberemos de proceder de la misma manera.
Antes que todo es nuestro Creador, el que nos ha hecho lo que somos, quien se preocupa por nosotros. Aunque esto se un antropomorcismo divino, nos tiene siempre en su mente.
El Papa Francisco ha escrito un magnífico libtro intitulado padre Nuestro.
En el va desgranando, analizando y explicando las distintas oraciones gramaticales de la oración dominical.
Expone que no debemos de rezar al Dios Omnipoptente. ¡Está tan lejado! ¡Tan inaccesible!.
Tenemos que dirigirnos a un Padre amoroso que está pendientre de nosotros. Que le hablemos como hijos engendradados por Él. Que nos atiende y que nos escucha, aunque la mayoría de veces no oigamos su respuesta o no nos la dé por nuestra conveniencia.
No podemos acercarnos a Él como al Júipiter tonante del Olimpo ni al de los rayos y truenos del monte Sinai.
Tenemos que hablarle con la sencillez y confianza que usamos con un amigo.
Desde que Jesús nos enseño a relacionarnos con Él y nos dijo que no había que ir a ningun templo para orar, sabemos que, en cualquier momento, está dispuesto a escucharnos.
La oración más hermosa que tenemos los cristianos es el padre Nuestro.
Ha sufrido varias modificaciones la original de Jesús a lo largo de la historia.
Hay una, escrita en arameo en una piedra blanca de mármol en el monte de los Olivos, que parece ser que es la primigenia (sin intervención de la Iglesia) y es la siguiente:
Padre-Madre, Respiración de la Vida ¡Fuente del sonido, Acción sin palabras, Creador del Cosmos!
Haz brillar tu luz dentro de nosotros, entre nosotros y fuera de nosotros, para que podamos hacerla útil.
Ayúdanos a seguir nuestro camino respirando tan sólo el sentimiento que emana de Ti.
Nuestro Yo, en el mismo paso, pueda estar con el Tuyo, para que caminemos como Reyes y Reinas con todas las otras criaturas.
Que tu deseo y el nuestro, sean uno sólo, en toda la Luz, así como en todas las formas, en toda existencia individual, así como en todas las comunidades.
Esta plegaria nos habla de un Padre-Madre amorosos y cariñosos con sus criaturas y creatruras y hace especial hincapié en la unión que deberemos de tener con nuestro Padre Dios, por ello la oración debe de ser un acto de unión coin el Ser que nos ha creado, con la plena confianza de que es nuestro Padre.
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