| ||||||||||||||||||||||
Francisco Rodríguez
Ver, juzgar y actuar
Francisco Rodríguez Barragán nació en Granada el año 1938, está casado y tiene cinco hijos. Es Licenciado en Geografía e Historia y Derecho. Ha pertenecido al Cuerpo Técnico de la Seguridad Social hasta su jubilación. Ha obtenido la Medalla al Mérito Civil y formó parte de la primera Corporación Municipal democrática de Granada. Actualmente es miembro del Movimiento Familiar Cristiano y colabora como voluntario en Proyecto Hombre Granada. Publica la columna de opinión 'Ver, juzgar y actuar' todos los miércoles en SIGLO XXI.
|
![]() |
Es curioso que las televisiones sean tan numerosas pero que todas digan lo mismo. Ahora pueden armar su programa diario con las imágenes y comentarios del volcán de La Palma. El otro tema fijo, la pandemia, parece que se está agotando, aunque tratan de alargarlo con la tercera dosis de vacunación y la de la gripe, más el precio de la electricidad.
Hay que tener cuidado con este proceso. La segunda acepción de la palabra “normalizar”, según el Diccionario de la RAE se define diciendo: “hacer que una cosa sea normal”. Por lo visto hay cosas que no son normales y se pueden convertir en normales porque alguien lo decide así. La tarea de normalización significa que algo que no era normal se imponga como normal.
Conforme va pasando el tiempo y haciéndome más viejo, muchas cosas en las que creía se me van volviendo más confusas. Por ejemplo: si nuestro planeta tiene sesenta y cinco millones de años ya es casualidad que ahora se produzca un calentamiento global. Yo aprendí cuando era joven que existió una edad del hielo, hoy ya no estoy tan seguro.
Creo que hay más gente que escribe y envía WhatsApp que gente que mande una carta y menos que se lea un par de folios. Quizás por eso los periódicos de papel tienen muros que exigen pagar para poder leer un artículo. Si pasamos por los kioscos, donde hace algún tiempo exhibían desde primeras horas de la mañana grandes cantidades de prensa escrita, ahora solo se exhiben unos pocos ejemplares.
Parece que siempre ha existido la tendencia a que todas las naciones del mundo se rijan por las mismas leyes sin que tal cosa se haya conseguido nunca. Grecia, Roma o el celeste imperio lo intentaron una y otra vez. Claro que todos los unificadores que han existido han tratado de reservarse el mando sobre el grupo de naciones que de alguna forma pretendían unificar.
Podemos ser dueños de nuestras propias ideas y creencias o formar parte de un rebaño que otros dirigen. Tengo la impresión de que hemos pasado sin darnos cuenta de personas a individuos. Muchos pensarán que es lo mismo, pero opino que no. El individuo se asemeja más al integrante de un rebaño mientras que la persona es alguien único, distinto a todos lo demás.
La fe confortable y descomprometida es una mentira que choca frontalmente con los totalitarismos que se van imponiendo. El mundo que nos ha tocado vivir solo admite una única forma de pensar y está dispuesto a expulsar de la vida pública a quienes la cuestionen ya sea porque duden de la obligación de vacunarse contra al Covid, del calentamiento global, o de tener que convertirse en vegano.
¿Tendrá este mundo arreglo o habrá que esperar al juicio final? ¿De qué escribir sino de Afganistán? Los sucesos del aeropuerto de Kabul, repetidos en todas las cadenas de televisión a todas horas han venido a sumarse a nuestra pandemia, la situación económica, la escasa actuación de nuestros gobernantes, la excesiva respuesta de Estados Unidos y la más que discreta de la Unión Europea.
Cualquier persona investida de una autoridad, de un poder, de un cargo, ya lo gane en unas elecciones, en un examen o en una prueba de acceso, nunca puede olvidar que su obligación es servir a los ciudadanos y en ningún caso disfrutar del cargo en su propio beneficio, enriquecerse con la prebenda obtenida o no hacer nada.
En mi ya larga vida he ido acumulando libros, en papel o en PDF, que no llegué a leer y ahora cuando contemplo todos ellos que, sin duda, irán a parar, en el mejor de los casos a una librería de viejo, y con mayor seguridad a algún depósito de basura.
Estoy escribiendo el 9 de agosto fecha en que se celebra la fiesta de Santa Teresa-Benedicta de la Cruz, que el Papa Juan Pablo II canonizó y nombró patrona de Europa. Quizás la Europa con la que soñaba Juan Pablo II no tenga mucho que ver con la que tenemos.
La situación de nuestro país no ha cambiado, incluso ha empeorado, y hay empeñados en ir haciendo desaparecer nuestra historia, nuestra memoria. Recordar una de nuestras mejores historias cada cien años, máxime cuando los niños no la conocen en la escuela, me parece fatal. Menos mal que hasta ahora en Granada celebramos el dos de enero de cada año el día de la toma, aunque cada vez con más contradictores.
|