Estoy escribiendo el 9 de agosto fecha en que se celebra la fiesta de Santa Teresa-Benedicta de la Cruz, que el Papa Juan Pablo II canonizó y nombró patrona de Europa. Quizás la Europa con la que soñaba Juan Pablo II no tenga mucho que ver con la que tenemos.
Esta santa cuyo nombre era Edith Stein antes de entrar en religión fue una importante filósofa. Su tesis doctoral fue dirigida por Edmund Husserl, filosofo afamado, pero que ni hizo nada para que consiguiera una catedra, sino que siempre lo dificultó pues no simpatizaba con las mujeres que querían demostrar que eran tan valiosas o más que los hombres. Era un feminismo ligado al esfuerzo y no meramente propagandístico como es actualmente.
Aunque sus trabajos eran importantes y llegaron a influir en Simone de Beauvoir en su obra El segundo sexo.
Eran tiempos de guerras y del auge del nazismo y su condición de judía la puso en un terreno peligroso. Influida por las lecturas de nuestra Santa Teresa de Jesús decidió convertirse al catolicismo y entrar en el Carmelo de Colonia.
Allí siguió leyendo y escribiendo, pero dada la situación de peligro pasó al convento de Echt en Holanda en 1938, pero la persecución continuó sin tregua y cuatro años después dos oficiales irrumpieron en el convento llevándose a la fuerza a la monja que fue enviada al campo de exterminio de Auschwitz donde fue asesinada el 9 de agosto de 1942 en la cámara de gas.
La profundidad de su pensamiento, más potente que el de Husserl y Heidegger, podía haber dotado a Europa de una filosofía de base católica, más allá de la mera fenomenología.
Luchó con todas sus fuerzas por conseguir la igualdad de la mujer, ya que ella había sufrido en carne propia el rechazo antifeminista. El feminismo que ahora triunfa en Europa es de mera propaganda, solo de fachada.
El esfuerzo del papa Juan Pablo II por poner a Europa bajo el patronazgo de Santa Brígida de Suecia, Santa Catalina de Siena y Santa Teresa Benedicta, ojalá dé los frutos que deseaba. Por el momento, Europa está cada vez más alejada de sus raíces cristianas promocionando leyes inicuas como la del aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la ideología LGBT y otras barbaridades.
Invito a los que quizás me lean que eleven sus oraciones a esta Santa y si pueden lean sus libros que es seguro les serán de provecho.
Naturalmente la red de televisiones seguirá con sus intrascendentes telediarios: juegos olímpicos, pandemia, vacuna y las vacaciones de nuestros políticos. ¿Podrán descansar después de dejarnos todo manga por hombro? Todos esperan dinero de Europa, pero sin encomendarse a ningún santo. ¿Vamos por buen camino?
Visto lo mal que nos llevamos entre nosotros mismos, destruyendo a España en girones, creo que solo nos queda rezar.
Pero ¿a quién le importa España? Todo es alargar la mano pedigüeña y hablar mal del pasado que ni conocen ni vivieron.
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