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Octavi Pereña
Momento de reflexión
Octavi Pereña i Cortina nació en Lérida en el año 1934 en el seno de una família estrechamente vinculada con la política y con Esquerra Republicana de Catalunya. En el año 1961 se convierte a Cristo en la fe Reformada, también conocida como calvinista. A partir de entonces colabora en diversas publicaciones religiosas y actualmente escribe una columna semanal en el periódico 'La Mañana' de su ciudad natal. Ejerce un ministerio evangelista en el Centro Penitenciario de Ponent de Lleida. En su columna 'Momento de reflexión', que ve la luz
todos los miércoles, trata asuntos sociales desde una perspectiva teológica.
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“Amados no creáis a todo espíritu, sino probad si los espíritus son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4: 8). Del corazón humano no regenerado por la sangre de Jesús salen las herejías que a lo largo de la historia han mancillado a la Iglesia del Señor. La iglesia apostólica que fue la más esplendorosa de todos los tiempos no estuvo inmune a las herejías.
“Más allá de cómo se reaccione o se deje de hacerlo, en todas las circunstancias, los expertos están de acuerdo en la necesidad de conseguir una buena dosis de paciencia para no sucumbir en los arranques de ira o de rabia que pueden provocar estas situaciones. Hasta aquí nada que objetar, salvo que no es tan fácil adquirir esta paciencia. ¿Cómo se consigue ser paciente?” (Jordi Jarque).
El sin sentido en el ser humano lo ilustra una anécdota en la vida de Thomas Henry Huxley, discípulo destacado de Darwin. Huxley tenía prisa en coger el tren que le llevaría a la ciudad en la que tenía que dar una conferencia divulgadora de la filosofía evolucionista. En la recepción del hotel en que pernoctó dio al recepcionista el encargo que avisara a un taxista, tenía prisa, era urgente.
La meritocracia elogia la cultura del mérito “porque nos impide valorar a quien de verdad importa y aporta más a nuestras vidas… Está claro, padecemos una elite que cree que es lo mejor para hacer llegar al poder en una carrera de esfuerzo y talento que intenta hacernos creer que ha sido justa. No lo es.
“Jesús despidió (al exendemoniado) diciéndole: vuélvete a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti. Y se fue por toda la ciudad publicando todo lo que Jesús había hecho por él” (Lucas 8: 39). El texto bíblico que encabeza este escrito tendría que hacer reflexionar a todos aquellos que por encima de todo ponen la religión como piedra del ángulo sobre la que edifican su religiosidad.
Quienes se autodenominan “influencers”, sean periodistas, filósofos o simples ciudadanos, hace mucho tiempo que nos advierten que la democracia está en peligro de extinción. Si la democracia no es social, ¿para qué sirve? Democracia significa gobierno del pueblo y se ha estructurado de manera que en fechas determinadas los ciudadanos depositan el voto en las urnas.
La corrupción es una enfermedad endémica en la humanidad. El virus de la dolencia se inoculó en el momento en que Adán, el primer hombre de quien todos procedemos, comió el fruto del árbol que el Creador le había prohibido comer. Su desobediencia se conoce como pecado. Como el pulpo, tiene muchos tentáculos. Uno de ellos es la corrupción que nos saca de quicio.
A marchas forzadas nos estamos convirtiendo en una sociedad drogadicta como consecuencia de las soluciones médicas y farmacológicas a problemas sociales. Ante la más mínima dificultad que se nos presenta, a consecuencia de vivir en este mundo, automáticamente nos autodiagnosticamos: 'Estoy estresado'.
Nos toca vivir una grave crisis d liderazgo político. Vayamos a donde vayamos descubrimos que los políticos no abordan los problemas que tienen que tratarse urgentemente. La burocracia que se ha implantado no permite hacerlo y la desidia les impide mover un dedo para eliminarla. Los políticos que las urnas han favorecido se parecen a cotorras.
El matrimonio no es una institución humana, sino divina. Dios creó al hombre macho y hembra (Génesis 1: 27). “por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (2: 24). En la etapa previa a la entrada del pecado en el mundo “todos dos (Adán y Eva) iban desnudos, el hombre y la mujer, y no se avergonzaban” (2: 25).
Blaise Pascal, físico y filósofo francés del siglo XVII, escribe: “Todos los problemas de la humanidad provienen de la incapacidad del hombre de sentarse tranquilamente solo en una habitación”. ¿Qué hará una persona encerrada sola en una habitación? Se sumergirá en sus pensamientos erróneos porque no sabe pensar correctamente y se dejará llevar por las ilusiones de su propia bondad y de la perversidad del resto de los mortales.
Entrevistado por Lluís Alegret en una Contra de La vanguardia, Vicente Garrido, catedrático de Educación y Criminología, aporta un rayo de luz a la sicopatía. Define al sicópata: “Una configuración de personalidad caracterizada por el egocentrismo y narcicismo exagerado, una gran capacidad para la mentira y una incapacidad para percibir sentimientos morales”.
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