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Democracia en peligro

Se encuentra en la UCI
Octavi Pereña
lunes, 17 de marzo de 2025, 09:12 h (CET)

Quienes se autodenominan “influencers”, sean periodistas, filósofos o simples ciudadanos, hace mucho tiempo que nos advierten que la democracia está en peligro de extinción. Si la democracia no es social, ¿para qué sirve? Democracia significa gobierno del pueblo y se ha estructurado de manera que en fechas determinadas los ciudadanos depositan el voto en las urnas. El partido que ha obtenido más votos es el escogido para gobernar. Los ciudadanos contentos y felices porque han cumplido con su deber. La confianza en la democracia está llegando a sus límites. Muchos ciudadanos empiezan a sentirse desilusionados ante el comportamiento de aquellas personas a las que se las autoriza a gobernar gracias a la papeleta depositada en la urna.


No hay efecto sin causa. ¿Cuál es la causa que personas democráticamente elegidas para gobernar lo hagan con tantos tics antidemocráticos? La razón es muy clara. La democracia es un mito. ¿No es una necedad creer que aquellas personas elegidas democráticamente vayan a actuar de manera distinta de los electores? Son muchos. Demasiados, que dicen que el hombre es bueno por naturaleza. Es muy fácil agrandar la mota que hay en el ojo del vecino, a la vez que se es incapaz de ver la biga que hay en el propio. Los demócratas como el resto de las personas, espiritualmente son cortos de vista. Necesitan ir al oftalmólogo para que les haga una revisión ocular para curar la anomalía.


La alternativa para frenar el crecimiento exponencial de la extrema derecha, no es otra que la teocracia, es decir, el gobierno de Dios. No se alarme el lector. No me refiero a la filosofía política que lleva este nombre, que desgraciadamente durante largos siglos ha gobernado en este país para desgracia de los españoles. Me refiero a la teocracia personal en que los individuos se someten voluntariamente a la autoridad divina y que por la intervención del Espíritu Santo se convierten en nuevas personas que caminan en novedad de vida. Dejan atrás los frutos de la carne que son: “Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas” (Gálatas 5: 19-21). ¿No son estas la cosas que se manifiestan en aquellos que con nuestro voto les hemos autorizado a que gobiernen? ¡Si a esto le llamamos democracia!


Las características de los demócratas son: “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5: 24, 25). Si las características propias de los demócratas son tan caras de ver en la ciudadanía, ¿cómo podemos esperar verlo en las personas que gobiernan gracias a nuestro voto?


El rey en la ceremonia de entrega de credenciales a la nueva hornada de jueces les pidió “estrictas exigencias éticas”, desde “la más estricta independencia”, así como guardar las normas de conducta ejemplares que caracterizan “el poder judicial español”. Alabanzas muchas, sí. Nada de arrepentimiento. Como si la justicia española fuese perfecta. ¡Cuánta miopía!


Vayamos paso a paso. Salomón en una visión general que da del tema que nos ocupa, escribe: “La justicia enaltece a la nación, pero el pecado es el oprobio de los pueblos”. El apóstol Pablo concretando más el tema que nos incumbe, escribe: “Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Romanos 13: 1). El apóstol que no lo ha dicho todo sigue escribiendo: “De modo que el que se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste, y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrá alabanza de ella.

Porque es servidor de Dios para tu bien, pero si haces lo malo, teme, porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios para castigar al que hace lo malo” (Romanos 13: 2-5).


No seamos lame culos. Comportémonos honestamente. ¿El comportamiento general de las autoridades se ajusta al modelo que brevemente nos ha mostrado el apóstol? Incansablemente la clase política no se cansa de repetir hasta la saciedad que se precisa crear un cordón sanitario para frenar el auge que toma la extrema derecha, ahora favorecido por la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos. ¿Creen los políticos que si actuasen como Dios manda, existiría la extrema derecha? Evidentemente no porque no habría resquicio alguno por el que pudiera introducirse. La injusticia es la causa de su existencia.


Muchos textos de la Biblia tratan el tema de la administración de Justicia. Me limitaré a uno solo: “Jueces y oficiales pondrás en todas las ciudades que el Señor tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con juicio justo. No tuerzas el derecho, no hagas acepción de personas, no tomes soborno, porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos.

La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que el Señor tu Dios te da” (Deuteronomio 16: 18-20). Repito: ¿Cree el lector que si políticos y jueces procediesen conforme a la justicia divina, tendría razón de existir la extrema derecha? ¿Verdad que no? La justicia de Dios, no la de los hombres es la que engrandece a las naciones. Cuando las barbas del vecino veas pelar, echa las tuyas a remojar.

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