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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha registrado ya 100 ataques contra centros sanitarios de Ucrania desde que comenzara la guerra, el pasado 24 de febrero. Estos ataques ya han provocado 73 muertes y 51 heridos. Del total actual de 103 ataques, 89 han afectado a instalaciones sanitarias y 13 han afectado al transporte, incluidas las ambulancias.
Educo alerta de la escalada de ataques contra la población civil en Ucrania y, específicamente, de niñas, niños y adolescentes que ha tenido lugar en las últimas horas a pesar de las negociaciones de paz entre las partes. El teatro de Mariúpol, en el que buscaban refugio más de mil personas, ha sido atacado a pesar de la advertencia de que había menores dentro. También Odesa, una ciudad portuaria en la que hasta antes de ayer aún había una calma relativa, ha sido bombardeada.
La devastación que dejaron las bombas Little Boy y Fat Man en Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945, en Hiroshima unas 80.000 personas fallecieron de forma inmediata, y entre 50.000 y 100.000 más los días posteriores a causa de las heridas, o en los años siguientes como consecuencia de las radiaciones. En Nagasaki se estima que murieron cerca de 100.000 personas, y entre 45.000 y 70.000 posteriormente por las radiaciones.
“Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo” (Mt 5,11-12). No son palabras mías, sino de la Persona más Excelsa Sublime e Inimitable que ha convivido con los humanos, como resumen del mandamiento, casi incumplible que son las Bienaventuranzas.
Supongo que a la mayoría de nosotros no nos gustan las discusiones. Y mucho menos cuando las mismas descienden a lo personal. Se tiene muy poco en cuenta el dicho popular que sentencia: “Cuando uno no quiere… dos no discuten”. Estas reflexiones han venido a mi mente durante mi asistencia a una reunión de una comunidad de vecinos.
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