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Humanidad

La enciclopedia de los horrores, ¿por qué?

Entender la convivencia, simplemente, como forma de vivir pacíficamente en cualquier entorno social, puede que nos vaya acercando poco a poco a la indiferencia. Nos encontramos en una sociedad “Fórmula 1”, todo controlado desde los boxes. La capacidad de actuar con voluntad propia se ve limitada, por bien, dicen, de la comunidad. Esa es la mentira de nuestra sociedad.

Interrogarse para impulsar el vínculo de humanidad

La humanidad tiene que interrogarse, tanto en su conjunto, como cada cual consigo mismo. Nunca es tarde para hacerlo. Necesitamos que germinen flamantes horizontes, para estimular otros aires más saludables, ofreciendo lozanas visiones vivenciales. Lo prioritario es suscitar esa pasión por vivir unidos, a través de una perspectiva reconciliadora, que es el modo de curar heridas.

​En víspera de la III guerra mundial

Arguye la historia universal. En el planeta han habido dos guerras mundiales: La I Guerra Mundial, inició desde el 28 de julio de 1914, hasta el 11 de noviembre de 1918, y la II Huerra Mundial arrancó el 1 de septiembre de 1939, finalizando el 2 de septiembre de 1945.

Todo se ha de centrar en las personas

Tenemos que reconducirnos, buscar tiempo y espacio para la restauración física y mental, si en verdad queremos posibilitar el encuentro y salir de este caos en el que nos movemos con espíritu comercial, más que humano, que es lo que favorece el acercamiento con la naturaleza y con nosotros mismos. Sin duda, lo trascendente es brotar cuanto antes con otras energías renovadas para poder salir de este mercado egoísta.

​Paideia y ética

La paideia era la educación o formación que en la Grecia antigua se impartía desde la niñez para que se desarrollaran personas libres y responsables. En el libro de Werner Jaeger titulado Cristianismo primitivo y paidea griega aparecen tratados numerosos aspectos y cuestiones que explican, de una manera clara, cómo fue el surgimiento de la religión cristiana apoyada en la cultura helenista.

​Tempus fugit. Caminamos, inconscientemente, hacia el borde de la ciénaga

“Los tiempos adelantan que es una barbaridad”, la famosa frase de don Hilarión, el personaje de la zarzuela “La verbena de la paloma”, aparte de ser de una realidad incuestionable, nos sitúa en la tesitura de ver en retrospectiva esta parte de nuestra vida que parece que ha transcurrido a mayor velocidad que aquella otra parcela de nuestra existencia que la precedió, visto en perspectiva.

La humanidad sufriente

La desolación en la tierra es grande. Cada día son más las personas que necesitan asistencia y protección humanitaria. Sin embargo, sólo hay que adentrarse por cualquier rincón del planeta y observar, que se acrecienta el desamparo entre análogos, unas veces porque la capacidad de las autoridades locales no es suficiente para hacer frente a la situación, y en otras ocasiones por dejadez de las propias instituciones de ámbito social o nefasta gobernanza.

La tierra solloza, por nuestro hacer denigrante

Hay que diseñar  otros modos y maneras de vivir, a través de un sistema participativo, inclusivo y moral. Los pueblos hay que repoblarlos de verde y los caminos, por los que se mueve el ser humano, hay que volverlos biodiversos, como el entramado natural de la vida misma. A las ciudades hay que darles también otro corazón más claro y hondo.

Los dioses, la duda, la instrumentalización

El hombre siempre ha buscado “algo” o “alguien” que justifique la realidad humana, el universo en continua evolución y el “final” con sentido de esperanza. La idea de un "Dios" universal, encuadrado, con efigie humana, en unos "evangelios llenos de fe”, hace más de dos mil años, ha recorrido la historia con el pragmatismo como guía.

Reflexiones en torno a la cultura de paz

Trabajar a favor de condiciones más justas, por situaciones de educación permanente, por sociedades centradas en el saber, en la convivencia humana y el intercambio intergeneracional son sólo algunas de las premisas que pueden orientarnos a una mejor sociedad local, y por supuesto, internacional.

Los orígenes

Los evolucionistas se vuelven locos intentando descifrar el enigma del origen del hombre. Los evolucionistas no creen en la creación. Es por esto que les es un enigma su aparición en la tierra. Cada vez que se descubren nuevos fragmentos craneanos difunden a bombo y platillos el encuentro de un antepasado nuestro.

La "desgracia" de ser rico sin esfuerzo

La evolución del ser humano, en todas sus facetas sociales, va llevándonos hacía escenas bíblicas terribles que nunca soñamos ver tan cerca. El deterioro de las culturas tradicionales de una Europa, hoy común, dentro de poco no sabemos, va tomando tintes escatológicos. La globalización sin moral, ni historia cultural, nos trae lo aquí expuesto de forma mediocre, pero real.

Infinidad

El veloz transcurrir del tiempo parece acrecentarse en pleno siglo XXI. Vivimos en una era líquida y digital en la que infinidad de estímulos y sensaciones nos envuelven y rodean. Todo se supedita a la vivencia intensa de un presente que no tiene término, pero que conduce al futuro y solidifica el pasado de una manera superficial.

En riesgo permanente por necedad

Nosotros, los humanos, tenemos que aprender a complementar nuestras diferencias en un “nosotros” cada vez más cohesionado. Quitemos, luego, los muros que nos separan. Trabajemos el corazón. Pongamos espíritu conciliador en todas las tareas diarias. Reencontrémonos humanamente. Sintamos ese vínculo de caminantes al unísono. Apoyémonos recíprocamente.

Un nuevo modo de proceder por la vida

Cuando todo parece derrumbarse por el odio y la crueldad, nos queda ese último anhelo, el del acuerdo conciliatorio, en miras al acercamiento entre análogos; todo ello, mediante un nuevo proceder más responsable y menos indiferente. Urge entonces entenderse, reavivar otras actitudes y expresiones más afectivas.

Retomar el camino de la ilusión

Nunca es tarde para renacerse y reconfortarse con la vida. Cada uno de nosotros tiene su propio martirio, pero lo importante es no quedarse paralizado o encerarse en el sufrimiento, para poder cambiar esta triste realidad que nos amortaja por dentro. Nadie puede permanecer en el desconsuelo. La humanidad, trabajando hermanada, es la que nutre entusiasmo para que florezca la esperanza.

Prioridades en la reconstrucción del mundo

Indudablemente, antes tenemos que desterrar ese afán destructor de nuestras andanzas. La mejor reconstrucción será, por tanto, el permanecer unidos para propiciar una mutación que la hacemos entre todos, sin tener miedo a soñar en grande, a buscar como quijotes los ideales de justicia y a rebuscar en nuestros interiores esa capacidad de amar, que es lo que nos hace comprometernos a servir y a donarnos mutuamente.

Todos tenemos un horizonte que abrazar

Todos tenemos un horizonte que abrazar, un camino que recorrer y un andar que no puede desembocar en la arrogancia; pues, por si mismos nada podemos hacer. Hemos de conjugar edades con voluntades porque, cada etapa vivencial, tiene su abecedario a compartir. De siempre las personas mayores han desempeñado un papel importante en la sociedad como orientadores.

Urgencia del momento

Solitariamente solos nos hundimos. La propia naturaleza nos llama a la reconstrucción de la familia, a la restauración de los vínculos, y a la reparación de nuestros propios andares. Junto a este fondo tormentoso, permanecen huellas imborrables, historias verdaderamente ejemplares, que son una manera de contribuir a que ese sueño vuelva a ser posible y a no resignarnos a batallar en los campos del pensamiento humano.

Participar el buen ánimo

Frente a multitud de desconsuelos y fuerzas divisorias, nos queda participar el buen talante a través de la amistad, cultivando lazos y fortaleciendo la confianza entre todos. Nunca es tarde para tejer una red de apoyos sociales que nos protejan y lograr, de este modo, un mundo más habitabl.

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