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De nuevo, las noticias se vuelven a manchar de sangre, gritos y desesperanza. Hoy como antes y como ocurrirá mañana los titulares de los medios de comunicación nos recuerdan la descarnada historia de las guerras sin sentido, de la sinrazón de las creencias excluyentes y de la realidad de quienes mueren sin ser culpables de la locura que a su alrededor tiñen de negro las esperanzas de un futuro trucado a golpe de metralla.
He pasado buena parte de la tarde del viernes cómodamente sentado en el sofá de mi casa contemplando por televisión la ceremonia de la entrega de los Premios Princesa de Asturias. Me lo he pasado bien. Confieso que estas ceremonias me gustan y admiro la destreza de los realizadores de la TV que son capaces de poner ante nuestra mirada imágenes y expresiones que no hubiésemos sido capaces de captar.
El número de muertes sigue aumentando en Gaza a medida que Israel impone un castigo colectivo a los 2,4 millones de palestinos que se encuentran atrapados en ese enclave ocupado, que ha sido descrito como la cárcel a cielo abierto más grande del mundo.
El Comité de Emergencia ha puesto en marcha sus protocolos de actuación para apoyar a la población civil en el Territorio Palestino Ocupado tras los hechos acontecidos en los últimos días. La situación en la zona se está deteriorando rápidamente y el impacto sobre la población civil es devastador sin acceso a alimentos, agua potable o electricidad.
Ante en el sempiterno asedio, masacres y exterminio del pueblo palestino que por parte del estado de Israel se está llevando a cabo en la franja de Gaza y ante el pasado ataque de Hamás, que sin duda es un crimen de guerra que tendrá que dirimir la Corte Penal Internacional y que nunca justificaremos, la Coordinadora Estatal de Comunidades Cristianas Populares de España queremos aportar “otra voz de Iglesia” que sirva de denuncia y –ojalá- de esperanza.
El sorpresivo ataque de Hamás lanzado contra Israel el 7 de octubre ocurrió casi exactamente 50 años después del inicio de la Guerra del Yom Kippur, cuando Egipto y Siria atacaron a Israel. Las raíces de este conflicto se remontan profundamente, al menos hasta la creación del estado de Israel en 1948. La historia muestra claramente que no hay soluciones fáciles ni victorias rápidas (ya sea militar o políticamente) en lo que respecta al conflicto israelí-palestino.
El miércoles 17, Joe Biden, presidente de EEUU, fue a visitar al primer ministro israelí Benjamín "Bibi" Netanyahu. Al día siguiente hizo lo mismo el premier británico Rishi Sunak, quien, luego de estar en Israel, viajó a Arabia Saudita para entrevistarse con el príncipe heredero Mohammed bin Salman.
Aldeas Infantiles SOS opera en la Franja de Gaza, en Cisjordania y en Israel, proporcionando cuidado alternativo y apoyo a niños, niñas, jóvenes y familias en situación de vulnerabilidad. La Aldea Infantil SOS de Rafah, en Gaza, se enfrenta a una amenaza inminente para la seguridad de su personal y de los 75 niños y niñas a su cargo. Todos ellos, cuyas edades oscilan entre uno y trece años, se encuentran bien, pero con un acceso limitado a agua y alimentos.
La sociedad israelí del siglo XXI (80% de judíos frente a un 20% de población árabe), sería un crisol de razas, costumbres, lenguas y valores que tan sólo tendrían en común su origen hebreo y en la que se estaría produciendo un golpe de mano silencioso de una minoría ultra ortodoxa, los “haredim”.
Sería bastante trivial comenzar esta reflexión anunciando que los israelíes tienen derecho a vivir en paz en su territorio, sin ser víctimas de los cobardes ataques terroristas de Hamás, como también los palestinos tienen derecho a vivir decentemente en su territorio casi completamente cercado hace más de medio siglo.
Los mercados mundiales de materias primas siguen moderadamente afectados por esta tragedia que es, principalmente, humana. En ausencia de perturbaciones físicas, el petróleo sigue cotizando por debajo de los máximos alcanzados cuando Arabia Saudí y Rusia anunciaron recortes de producción. Por el momento, la fortaleza del dólar y los temores de recesión pesan más que el papel del petróleo como cobertura geopolítica… Por el momento.
En 1918 se produjo el hundimiento del imperio otomano, aliado del derrotado imperio alemán, en una implosión acelerada por la rebelión árabe. La disgregación otomana implicó un desafío para las potencias colonialistas, que habían prometido liberar a los musulmanes de la opresión turca y al mismo tiempo devolver a los hebreos su tierra prometida, a cambio de la ayuda árabe contra los otomanos.
Israel ha logrado reconquistar todos los territorios que componen su Estado después del inicial ataque de Hamás, ha evacuado a sus civiles de allí, ensambla 300 mil tropas en dicha zona preparándose para una invasión terrestre sobre Gaza y le ha perdido a un millón de palestinos que viven al norte de dicha franja para que abandonen sus casas.
El 19 de octubre del año pasado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, escribió (con toda la razón) el siguiente mensaje en la red X (antes Twitter): «Los ataques de Rusia contra infraestructura civil, especialmente eléctrica, son crímenes de guerra. Los cortes de agua, electricidad y calefacción cuando llega el invierno a hombres, mujeres y niños son actos de terror».
Desde Acción contra el Hambre manifestamos que el ataque deliberado y desproporcionado a civiles es inaceptable y contrario a cualquier tipo de derecho. Condenamos, al mismo tiempo, el castigo colectivo sobre poblaciones y el uso de personas como escudos humanos.
La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, ha confirmado que en Gaza se han activado refugios de emergencia para acoger a las personas desplazadas “principalmente debido al miedo, la preocupación por la protección y la destrucción de sus hogares”. António Guterres, secretario general de la ONU, ha recordado que “los civiles deben ser respetados y protegidos de acuerdo con el derecho internacional humanitario en todo momento”.
Los pueblos necesitan parar las guerras porque necesitan la paz para vivir. Ahora mismo, el pueblo palestino necesita parar la guerra, lleva muchos años sufriendo la muerte del Estado israelí. El pueblo israelí necesita parar la guerra, porque es inocente de la larga muerte del Estado israelí contra la vida del pueblo palestino.
El retorno al Poder de Netanyahu en coalición con varios partidos ultraderechistas y ultraortodoxos sería un misil en la línea de flotación de los Acuerdos de Oslo, pues piensa continuar con la sistemática campaña de asentamientos ilegales, cuyo penúltimo episodio sería el anuncio de la creación de las nuevas colonias de Asif y Matar con el objetivo confeso de "doblar la población de los Altos del Golán".
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