| ||||||||||||||||||||||
Los que nos consideramos normales, hacemos cola, guardamos turno en la panadería, en la farmacia, en la tienda o en el estanco. El caradura va directo al estante, mira, merodea y en un plis plas lo ves pagando y saliendo airoso por la puerta. Está en ellos ser así, listos, espabilados, hábiles, astutos más que nadie.
Hace poco leí que existen pedagogías incompatibles con la educación... Me quedé pensativo, razoné, y llegué a la conclusión de que eso es totalmente falso... ¿Por qué? Muy sencillo: la pedagogía es la herramienta, el mecanismo, que se utiliza para educar y enseñar.
No por alzar más la voz, gritar y resonar más alto se tiene más razón. La verdad no es directamente proporcional a la intensidad de los gritos. Ni se mide por los decibelios alcanzados. Abrazamos informaciones suspicaces aún a sabiendas de que lo son, del mismo modo que compramos en el top manta imitaciones de las mejores marcas a un precio ridículo.
Hay que cultivar todas las artes, con su sentido creativo y su quehacer persistente de elaboración mística, en nuestro diario existencial. Esta hazaña es un buen modo de reencontrarse. Somos gentes de acción expresiva, que deberíamos recuperar nuestro propio significado profundo, yendo más allá de lo meramente cotidiano. Son los cimientos de las sociedades armónicas, las que nos sustentan a través de esa fuerza auténtica, que nos impulsa hacia lo alto.
Parece que algo terrible está pasando en las aulas españolas. No es raro toparse con el apocalipsis educativo en tertulias o artículos varios, como, por ejemplo, el de Ana Iris Simón titulado “Lo progresista es dar dos pasos atrás”, publicado en El País el pasado 9 de diciembre. Argumentaba la escritora que la ruina de la educación española se asienta en las líneas pedagógicas innovadoras que últimamente pueblan las aulas.
Si de algo no me queda duda tras esta entrevista es que Romina es una mujer luchadora, cuya fuerza, pasión y determinación la han llevado a convertirse en una exitosa escritora de betsellers con un futuro muy prometedor por delante. Si bien se formó en la educación y pedagogía y que como escritora lleva casi diez años publicando novelas y todas ellas son un auténtico éxito. Esta joven canaria de 35 años ha escrito novela romántica, histórica, contemporánea, comedia juvenil y chick lit con verdadero éxito.
A vueltas con lo educativo y pedagógico, como docente ya casi jubilado, traigo a colación lo que, hace más de cuatro décadas, subrayaba el filósofo Gustavo Bueno: “el gran sofisma que Platón nos ha denunciado en el Protágoras es el siguiente: el de quienes estiman que es lícito apoyarse en la evidencia axiomática de que el hombre sólo es hombre por la educación, para justificar la profesión del sofista como "científico de la educación" (...)".
Transcurría la primera mitad de la década de los años setenta del siglo pasado en un hogar humilde de la colonia Venustiano Carranza en Tehuacán, Puebla, México. Casi no llegaban a la ciudad los periódicos nacionales ni estatales. En el medio semiurbano reinaban algunas publicaciones muy básicas y artesanales que se distribuían en un coche con altavoz, cuya principal oferta eran las noticias de la nota roja acontecidas en las colonias circunvecinas.
La pedagogía y el civismo deben comenzarse a aplicar en el hogar. Es responsabilidad de los padres disciplinar a los hijos des de su nacimiento. La pedagogía si no va acompañada de disciplina adecuada a la edad, no funciona. Tener hijos es una cosa, educarlos es otra. Requiere vocación y constancia. Tener objetivos cuanto más altos mejor, y perseverancia sin desfallecer.
Nació hace 34 años en un barrio malagueño, donde creció, vivió y trabajó sabiendo que su destino la empujaría a coger sus inquietudes y a transformarlas en palabras. Esas palabras se transformaron, por primera vez, en La lluvia me dirá quién eres, el primer libro de Gaia Jiménez.
El tsunami en todos los sentidos generado por la pandemia del Covid-19, ha sacado a flote la pertinencia de la pedagogía de la incertidumbre en días aciagos.
|