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El cateto, plagiador, embustero y cínico habitante de La Moncloa, cada vez que habla, sube el pan, las verduras y frutas, productos lácteos y cárnicos, embutidos, aceites y vinagres, los pescados, loscarburantes, la energía eléctrica, los productos de droguería, las ropas, el calzado y un largo etcétera que, a buen seguro, todos conocemos y sufrimos. Lo curioso es que este tipo ¡nunca! se siente responsable de sus fracasos.
Hoy tengo que reivindicar el papel de la abuela como ejemplo claro de sostén de la institución familiar. Todo surge de la observación, a manera de estudio científico, de las actividades desarrolladas por las actuales abuelas. Mujeres jóvenes, pertenecientes al “segmento de plata”, que cargan con todas las actividades familiares.
Una de las definiciones de anarquismo se la debemos al escritor estadounidense Edward Abbey, que nos dejó la siguiente: “El anarquismo se basa en la observación que pocos hombres son lo suficientemente sabios para gobernarse a sí mismos y que, menos aún, son suficientemente sabios para gobernar a otros”.
En consecuencia, y a efectos protocolarios, no se reconoce la representación, salvo la de quien ostente expresamente la de Su Majestad el rey o del presidente del Gobierno. Es decir, que salvo quien represente al jefe del Estado o al jefe de Gobierno, quien represente a cualquier otra autoridad ocupará el lugar que por sí mismo, por el cargo que ocupa, le corresponde.
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