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La posición de Afganistán en RSC (Complejo de Seguridad Regional) ha sido debatida durante mucho tiempo en los entornos académicos que, según ellos, ha provocado la separación de los subsistemas de seguridad adyacentes en lugar de su proximidad entre sí. La proximidad de Afganistán a varios RSC y sus efectos de seguridad posteriores.
Tras la derrota del régimen talibán y la presencia masiva de la comunidad internacional al frente de Estados Unidos en 2001, Afganistán experimentó una transformación bajo la apariencia de la democracia. A pesar de la incipiente práctica de la democracia en el país, se han identificado tres rondas de elecciones presidenciales y parlamentarias, a pesar de los desafíos y reveses existentes, como componentes de la transición a la democracia en Afganistán, en las que los afganos arriesgan sus vidas.
Desde luego, no era ni ahora es fácil escribir y analizar sobre Afganistán, dado a su posición geopolítica, rivalidad entre sus vecinos y el asunto de recursos naturales en este país asiático, sobre todo con el colapso inesperado, imaginativo y asombroso del gobierno afgano y la toma de todas las zonas de Afganistán por los talibanes.
Las autoridades instauradas por los talibán en Afganistán han anunciado la prohibición del uso de Tik Tok argumentando que "confunde a los jóvenes". La medida se enmarca en las restricciones impuestas por los talibán desde agosto de 2021, que incluyen el cierre de clases para alumnas de cursos superiores a secundaria o limitaciones de movimiento a las mujeres, a pesar de las numerosas críticas internacionales por la reducción del espacio de la sociedad civil en el país.
Con la invasión rusa a Ucrania, la atención del gobierno, la prensa y los activistas de derechos humanos en España se ha centrado en este país y Afganistán, a pesar de desafíos como la inseguridad, la pobreza, el desempleo, la violencia del grupo terrorista talibán contra la ciudadanía que había colaborado con España y aún no han podido salir de Afganistán, o sus familiares se han quedado en Afganistán y están gravemente amenazados por los talibanes.
Desde la caída de Kabul el 15 de agosto de 2021, cuando los talibanes tomaron todo el poder en Afganistán, varios grupos se han alineado para oponerse al grupo, publicando imágenes de resistencia contra los talibanes. El mayor enemigo de los talibanes es la NRF dirigida por Ahmad Massoud y el grupo Estado Islámico, que de vez en cuando intentan crear desafíos de seguridad para los talibanes creando resistencia y conflicto armado.
El 16 de agosto, el sistema político de Afganistán, que se originó en las elecciones y el voto popular desempeñó un papel clave en su formación, se derrumbó y el grupo terrorista talibán tomó el poder. Las fuerzas armadas, que contaban con el fuerte apoyo de la comunidad internacional y tenían un ejército fuerte y las estructuras básicas para llevar a cabo sus asuntos, colapsaron inesperadamente.
El pueblo de Afganistán aún no se ha recuperado del impacto de la caída repentina de la república. Todo el mundo piensa que dejar el campo para los talibanes y luego imponer el clan talibán y los principios tribales a todo el pueblo de Afganistán, y peor aún, el completo aislamiento del país, es la peor traición y persecución que jamás hayan experimentado. Pero parece que la herida provocada por la caída aún no ha sido debidamente identificada.
“Talibán” es un adjetivo que indica la pertenencia a un movimiento integrista musulmán. Se puede aplicar, por extensión, a todo “fanático e intransigente”. En la sociedad española actual, con relativa frecuencia, podríamos aplicarla a políticos de corte “integrista”, esos que creen que su visión y su concepto de la vida es el único que debe aplicarse socialmente.
Cuesta creer cómo, a día de hoy, se lleve a cabo un ataque a la democracia de este calibre que provoque la huída desesperada de americanos y occidentales. Una imagen que multiplica la victoria, poder y perspicacia talibán. Chinos y rusos, exentos de pecado, se acomodan. Vaya paradoja. Los tiros, una vez más, constatan la continuidad política por otros medios.
Hablábamos de Afganistán. Juan Bautista Bajo Miguelez, compañero desde 1955, catedrático de Filosofía, escritor. Mi buen amigo hace este breve comentario: "Cuando seres humanos inocentes, trabajadores, pacíficos... se ven obligados por una recua de desalmados a abandonar casas, propiedades, lugares de convivencia... y, quién tiene el deber de defenderlos no les defiende, es el final de una mal llamada civilización".
En el Acuerdo de Doha, firmado en febrero del 2020 entre la Administración Trump y los talibanes, EEUU aceptaba la premisa de que los talibanes eran una "estructura militar y un movimiento afgano" dando el visto bueno a que tras su retirada de territorio afgano en septiembre del 2021 los talibanes detenten el poder en Afganistán “siempre que una organización terrorista internacional que se oponga a sus intereses no se estacione el país”.
A lo largo de esta semana hemos contemplado con estupor como no ha servido de nada el ¿esfuerzo? del ¿mundo libre? por sujetar los desmanes de los radicales integristas afganos que, en cuanto se han quitado de en medio los “protectores” occidentales, han tomado el poder en un país dominado por la producción de drogas, de petróleo, de gas natural y de terroristas.
Eres un talibán.
Pero también eres un soldado de los Estados Unidos.
Pero también eres un tipo español apoyado en la barra de un bar.
Pero también eres un mierda.
Se podría decir aquello de que “para este viajeno hacían falta alforjas” y, con mayor motivo todavía, si tomamos en cuenta que esta guerra de Afganistán ha durado 20 años y ha costado muchos cientos sino miles de muertos, tanto a las tropas de la ONU como a las del resto de naciones que han intervenido en ella, principalmente EE.UU y Canadá.
Hoy, como si se tratara de una serie de Netflix, pero con el método de Movistar, día a día nos presentan “Afganistán libre contra los Talibán”.
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