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Hablábamos de Afganistán. Juan Bautista Bajo Miguelez, compañero desde 1955, catedrático de Filosofía, escritor. Mi buen amigo hace este breve comentario: "Cuando seres humanos inocentes, trabajadores, pacíficos... se ven obligados por una recua de desalmados a abandonar casas, propiedades, lugares de convivencia... y, quién tiene el deber de defenderlos no les defiende, es el final de una mal llamada civilización".
En el Acuerdo de Doha, firmado en febrero del 2020 entre la Administración Trump y los talibanes, EEUU aceptaba la premisa de que los talibanes eran una "estructura militar y un movimiento afgano" dando el visto bueno a que tras su retirada de territorio afgano en septiembre del 2021 los talibanes detenten el poder en Afganistán “siempre que una organización terrorista internacional que se oponga a sus intereses no se estacione el país”.
A lo largo de esta semana hemos contemplado con estupor como no ha servido de nada el ¿esfuerzo? del ¿mundo libre? por sujetar los desmanes de los radicales integristas afganos que, en cuanto se han quitado de en medio los “protectores” occidentales, han tomado el poder en un país dominado por la producción de drogas, de petróleo, de gas natural y de terroristas.
Eres un talibán.
Pero también eres un soldado de los Estados Unidos.
Pero también eres un tipo español apoyado en la barra de un bar.
Pero también eres un mierda.
Se podría decir aquello de que “para este viajeno hacían falta alforjas” y, con mayor motivo todavía, si tomamos en cuenta que esta guerra de Afganistán ha durado 20 años y ha costado muchos cientos sino miles de muertos, tanto a las tropas de la ONU como a las del resto de naciones que han intervenido en ella, principalmente EE.UU y Canadá.
Hoy, como si se tratara de una serie de Netflix, pero con el método de Movistar, día a día nos presentan “Afganistán libre contra los Talibán”.
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