| ||||||||||||||||||||||
A la izquierda prebendada --empezando por Más Madrid y sus teatreros, además de corrompidos líderes-- le ha faltado tiempo para decir que era un «fake» lo del aviso de congelación de los fondos europeos por parte de Bruselas si no se cumplían los criterios fijados por Bruselas. Apenas lo han lanzado a las redes sociales se han dado de bruces con la realidad.
Me sigue pareciendo vergonzoso que el Gobierno socialcomunista consienta y apoye las palabras y reflexiones de Irene Montero sobre el «blanqueo» de la pederastia y no la cese inmediatamente. ¿Habrá respetado el presidente Sánchez la continuidad de la ministra del postureo por el apoyo recibido del arzobispo de Valladolid, dando por buenas las palabras de la «consagrada exmarquesa»? ¡Ay, Argüello, Argüello!
El daño ya está hecho. La gravedad de las declaraciones de esta muchacha a quien, para desgracia de la sociedad española, le han regalado un ministerio inservible más para jugar que para trabajar, merecen una reprobación ante el grado de degeneración al que ha llegado. No conozco docente que dé el visto bueno a tan miserables declaraciones que «blanquean» el delito de la pederastia.
Existe en Ferraz fundado nerviosismo por los sondeos que alertan de la pérdida de Moncloa por parte del felón y mentiroso, Sánchez. La tensión ha hecho perder los papeles al trapacero presidente. Y esa actitud no es más que la cosecha recogida de lo sembrado. Hasta el PNV ha tardado en reaccionar y en darse cuenta de que le han tenido engañado las huestes falsarias del degenerado socialismo, más conocido como «Sanchismo».
Hasta ahora la ‘Belén Esteban’ del gobierno se ha salido de las lindes en numerosas ocasiones y otros ministros le han tenido que llamar al orden. Nadie entiende eso de exigir a las grandes superficies la cesta «low cost» para la ciudadanía y, mientras, incitar a la población a que acuda a las tiendas de barrio. Estos comunistas de alcachofa y alpargata solo son especialistas en demagogia barata y en mentir de relleno. La Yoli no sabe qué hacer para llamar la atención.
Estamos acostumbrados a que el socialcomunismo ponga el foco en horteradas que distraigan de los muchos y graves problemas de España; unos problemas que son culpa exclusiva de la nefasta gestión del Ejecutivo. Recuerden algunas de las bufonadas del mentiroso, Pedro Sánchez: la estupidez de eliminar la corbata; la cuestión inútil de los escaparates; la memez de la espada de Bolívar; la mentira de las ayudas al campo y a los afectados por incendios, por citar algunos.
¿De qué sirve el Consejo de Transparencia si nadie le hace caso? Pedro Sánchez «El mentiroso» pasa de las peticiones de ese organismo, pero sus fechorías se sabrán al detalle cuando esté de patitas en la calle. No faltará quién le reclame el importe en dinero, aunque se acogen a lo de la seguridad presidencial. ¿Pero creen que a la ciudadanía nos preocupa la seguridad del presidente? Sepan que a los afectados por los ERE sí se lo reclaman a diario y no pueden salir de casa.
¡Vaya la que le ha caído a Sánchez en Sevilla! Pitos, insultos varios, desprecios de todo tipo sin que faltaran los gritos de «¡Fuera!» y «¡sinvergüenza!» No sé qué pensaba que podía suceder cuando en ningún lugar pasa desapercibido, ni es recibido de buenas maneras. Todo empezó en la Plaza Mayor de Salamanca, durante el posado de la Conferencia de presidentes, y se extendió al pueblo charro donde le organizaron un paseo de desagravio.
Permítanme dudar de la ventolera que estos días recorre Argentina. Como dice el periodista, Marcelo Duclos: «Dudo de todo y no es mi culpa, es del kirchnerismo». No menos dudas recogen al respecto las redes sociales; ello es debido a que la izquierda nos tiene acostumbrados a estas cosas cada vez que ve próxima la soga del ahorcado. Precisamente, ni Cristina ni el Kirchnerismo atraviesan su mejor momento.
Cuando hablamos de políticos despreciables, incluimos ahí varios infravalores entre los que se encuentra la resistencia a marcharse del cargo, renunciar al sueldo, prescindir de numerosos privilegios, prebendas y un largo etcétera. El último caso con el que hemos tropezado es el de Laura Borràs quien, hasta ayer, era presidenta del Parlamento catalán.
En esta España nuestra salta la liebre o el gazapo cuando menos se espera. Nadie duda de que el presidente socialista y felón cargará con muchos mochuelos en los próximos años. Está rodeado de corrupción, malas artes y peor gestión. España ya parece una subasta de tramposos, jueces en lucha, gobernantes irresponsables, ladrones del dinero a los parados y jueguecitos para implantar el impuestazo a la banca y a las energéticas, entre otras guerras sin cuartel.
Hay empresarios que han iniciado inversiones supeditándolas, o dando por segura, la llegada de los fondos europeos que tan mal gestiona el Gobierno socialcomunista y, hartos del caos, así como de la falta de criterios claros, se han visto obligados a renunciar a las mismas. No es un dato aislado, sino un grito nacional que se escucha a lo largo y ancho de toda nuestra geografía.
Lo que queda de la formación pastoreada, que no liderada, por Ione Belarra, estaba acurrucada como una perdiz esperando el momento de echar a correr. Eso de que Yolanda Díaz no contara con las «chicas» de Podemos para su proyecto de SUMAR, no sentó nada bien. Belarra, Montero, Serra y demás vidas regaladas empezaban a verse fuera de la política y no dormían sabiendo que se jugaban el futuro como políticas mediocres.
Hay que ser muy cafre, como ha manifestado serlo Yolanda Díaz, para decir que la culpa de la inflación la tienen los beneficios empresariales. Sólo entiendo esta bofetada dialéctica al mundo empresarial desde el analfabetismo de la ideología comunista, donde la culpa siempre es de otros, nunca de ellos y de su demostrada ineficacia.
Confieso que hoy tenía esperanza de que la Bolsa comenzara a extender normalidad y a dejar de darnos disgustos, como la semana pasada, incluso ayer jugueteó todo el tiempo para acabar en el equilibrio bajista con el que había comenzado. Si ya había perdido miles de millones de inversión desde que bajó de los 9000 puntos, con el anuncio a traición de las medidas procomunistas apoyadas por Pedro Sánchez, esos miles de millones se han visto multiplicados.
En una situación económica como la actual, pero con la derecha en el Gobierno, los sindicatos sectarios de clase llevarían meses pintando pancartas y organizando algaradas en la calle. Hoy por hoy tienen lleno el pesebre y no precisan levantar la voz, no sea que contraríen al amo y no vuelvan a llenar el dornajo. Está siendo ejemplar el paso que VOX ha dado en Castilla y León, tras el «Pacto de la Esperanza» con la «derechita cobarde» del incendiario, Fernández Mañueco.
Dudo de la existencia de un Plan energético serio y riguroso en el Gobierno socialcomunista. Esta gente se mueve por impulsos o empujones, aunque la ministra de Transición Ecológica más parece avanzar a puntapiés, mientras las comunistas podemitas ni siquiera se mueven. Dentro del Gobierno «Frankenstein» hay ministras y ministros que van «a caballo y gruñen»: a pesar de obtener muchos beneficios, los estiman en poco. Cualquier día verán «acabar el aceite». Al tiempo.
Hoy tenemos dos Españas claramente definidas. Por un lado, la de los políticos que viven a «desgarrapellejo» y a costa de todos los demás y, por otro, la España sufridora que madruga, se desespera por llegar a fin de mes y ve cómo los incompetentes políticos destrozan el país. Esta situación ha empeorado considerablemente con la llegada al Parlamento español de falsos predicadores o bocachanclas de cuarta división.
En la prensa francesa estudian con precisión los vínculos de Begoña Gómez y Marruecos, y se preguntan si esta relación y el espionaje al móvil del presidente tendrá algo que ver en la nueva posición española respecto al vecino magrebí. Los medios franceses insisten en Begoña Gómez y en Marruecos. Han cogido al bicho por el apéndice trasero y no están dispuestos a soltarlo.
Mientras en nuestro país perdemos el tiempo con temas segundones, la prensa francesa no deja de sacar los abultados chanchullos de la consorte del presidente del Gobierno sociocomunista; unos gatuperios que afectan a nuestra seguridad nacional, a nuestra economía y a la convivencia diaria.
|