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Con el paso del tiempo el poder económico se vistió de Rey, de Príncipe, de Presidente, de Cortesano, de Empresario, de Diputado o Senador y, también, de Pobres con ropa usada.
Estaban inscritos juntos en el próximo torneo de Premier Padel, si bien no habían hecho oficial que jugarían juntos... hasta ahora. Íñigo Zaratiegui y José Rico han publicado su nuevo proyecto en redes sociales. Ambos son de la camada de los 90 (nacidos en el 95) y por lo tanto todavía no han alcanzado su techo de crecimiento, teniendo por delante un ambicioso proyecto.
Los moradores de este mundo tenemos que cohabitar unidos, hacer las paces entre sí y con la naturaleza, sentirnos familia para poder coaligarnos con ese orbe natural del que constituimos cuota, porque si no lo hacemos, nunca reencontraremos sosiego internamente. Quizás tengamos que unificar criterios, juntar latidos, crear espacios donde poder sentirnos acogidos, amados, reconciliados y alentados a vivir en comunidad.
Es tiempo de batallar unidos contra nuestras propias debilidades, de unir las fuerzas morales y económicas, para luchar juntos contra la pobreza que margina, degrada y ofende a tantas vidas humanas, llevando a cabo políticas serias en favor de las familias y del trabajo. Sea como fuere, el momento actual también requiere de una suma de esfuerzos conjuntos.
Me emocionan las gentes que cultivan el sosiego a través de la auténtica palabra, que fraternizan con los lenguajes que salen de adentro, que han desterrados vocabularios indecentes de sus vidas; pues, no hay pobreza mayor, que enfrentarse entre análogos. La realidad por sí misma, nos llama a repensar el período, a trabajar nuestro interior con otro despuntar más humilde.
Cada instante tiene su singularidad de contrastes, y como tal, también su llave de tolerancia. No olvidemos que el futuro es nuestro y está ubicado en el ahora. Para empezar, hoy en día, tenemos que ser capaces de resistir frente al aluvión de crueldades que nos acorralan, pero también tenemos que activar el espíritu creativo, para poder salir de este ambiente de pobreza y desasosiego que nos inunda.
Necesitaremos tomar aire, pero ningún ser humano por ínfimo que nos parezca, puede hallarse sin perspectiva de camino. Cada continente arropa sus propias esperanzas en la singularidad de la acción cooperante, lo que nos obliga a ir unidos en la diversidad, que es donde verdaderamente está el enriquecimiento de lo trazado.
La penuria más grande de una sociedad, radica en las tremendas desigualdades entre análogos. Por una parte, tenemos ese mundo privilegiado, que del principio al fin lo conforma a su antojo, sumido tanto en el vacío como en el vicio, en el endiosamiento como en la inhumanidad entre sí. Al otro lado, está ese otro mundo hundido en la pobreza y en la mayor de las desdichas; hasta el punto de que la misma sociedad a la que pertenece, lo contamina y lo excluye.
El sueño de una Europa unida, fuerte y democrática se está paralizando. Los nacionalismos sin sentido histórico están metastizando Europa, impregnando toda ella de egoísmos medioevos y oscurantismos fanáticos. Los socialismos de la democracia se van difuminando, convirtiéndose en “murgas venecianas” de caretas tapaderas, sin sentido social.
No podemos continuar con esta carga de energía mortecina deambulando por el planeta, como si todo fuese normal, cuando no lo es; sólo hay que ver la desesperación en muchas gentes, las lágrimas vertidas ante multitud de conflictos, o las mismas situaciones de violencia que nos avasallan sin cesar.
Me niego a hundirme en nuestras siempre inoportunas discordias. Tenemos que huir de ellas y activar el deseo de cambio en nuestros interiores, para buscar vías de concordia que nos hagan reencontrarnos y salir del aislamiento. Carece de sentido replegarse sobre uno mismo, avivar rechazos y acumular hostilidades, porque todo es más fácil en comunidad. Nada es más placentero que soñar unidos.
Somos el presente, lo que conlleva cargar con el ahora que es lo que importa, para poder acercarnos y profundizar en el autoanálisis. Lo prioritario es derribar muros, encauzarnos juntos y de sentirnos familia en un mundo globalizado. No importan las diferencias, son necesarios los pulsos para armonizar cultivos y concertar acordes saludables, que aminoren el sufrimiento. Sabemos que la batalla no es fácil, pero tampoco imposible.
No hay otro modo de unirse en el mundo sus moradores, que reunirse haciendo familia, compartiendo afanes y desvelos, realizando proyectos conjuntos que nos hagan más humanos, en medio de la incertidumbre o de la ansiedad. Estamos llamados a entendernos, a cultivar los lazos entre sí, y a cooperar observando nuestro propio espíritu natural.
Recordando años atrás, siempre se ha celebrado la Navidad. En esos tiempo, no estaba tan marcada la envidia, egoísmo hipocresía, revanchismo. El mensaje que esta nueva Navidad nos trae, es que, ya dejemos atrás las guerras el odio, revanchismos, los conflictos, y que el entendimiento entre por el dialogo, como una alternativa para resolver los conflictos, de lo contrario, no son los gobiernos quienes sufren es el pueblo.
Cuando la ve, siente la más profunda entrega. Son la pareja perfecta, sus ojos aman su figura de mujer y es que nació para darle amor.
No hay otro modo de continuidad de la especie. O caminamos unidos en verdad, bajo el paraguas de la clemencia necesaria, dándonos aliento unos a otros para no fenecer, haciéndonos más libres y humanos para que cese esa fiebre que todo lo disgrega, bajo la angustia de la desesperanza y el tormento, o nos hundimos definitivamente en nuestras propias miserias humanas.
Reconozco que siempre me ha sorprendido la fuerza que tiene el ser humano para afrontar situaciones excepcionales. El momento actual, precisamente, nos está poniendo a prueba. Cualquier rincón del mundo sufre, cada vez más, los efectos de una naturaleza embravecida, como las inundaciones, las sequias, las erupciones volcánicas, los deslizamientos de tierra, el aumento del nivel del mar, las olas de calor y las tormentas.
Un gran huracán de locura nos arrasa. La enemistad y el descontento que se percibe por todo el orbe es una prueba de que la ciudadanía requiere ser considerada y oída. Son tan fuertes las tensiones entre semejantes que los tormentos surgen en cualquier sitio. Con demasiada frecuencia, olvidamos que el arte de hacer amigos es lo que nos engrandece como seres en acción, con mente y corazón.
Reunión de falsos alfareros, hace días, llenaron todos los medios. Presidentes de reinados comprados con votos serviles, trajeados con ropa pagada por todo el gremio laboral, plantaron cara para la foto de familia unida antes de la herencia. El pueblo murmuraba porque, la verdad, no podía hacer otra cosa; alguien vendría a callarle. Los disfraces suelen ocultar burdas situaciones, físicas, cívicas o morales.
No podemos ser esclavos de la época ni del tiempo, necesitamos un periodo de reflexión permanente para fortalecer el alma y el cuerpo, sometidos cada día a un continuo estrés, ante el frenético ritmo de la vida presente. Nunca es tarde para unirse y reunirse, para fomentar los vínculos entre familias y entre sí, para concebirse cercanos unos de otros, y así poder intercambiar vivencias.
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