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Todos estamos en la barca de la vida, pero muy pocos nos atrevemos a navegar. La existencia del ser humano es un misterio infinito que se da desde su concepción: el niño, el joven, el adulto y el anciano no han llegado a comprender la grandeza y la inmensidad de su existir.
En las actividades cotidianas nos vemos sometidos a un sinfín de exigencias de variados calibres; junto a numerosas banalidades, afrontamos disyuntivas inquietantes, ni los conocimientos ni las fuerzas nos permiten resoluciones plenamente satisfactorias. En esta vida somos menesterosos por naturaleza, la lógica apuntaría a un decidido afán de colaboración en busca de las satisfacciones oportunas.
El mejor partido existencial es el que uno juega consigo mismo. Todos deseamos la paz, pero apenas trabajamos la justicia para defender la vida, ni tampoco abrazamos lo armónico que germina de lo auténtico y se desarrolla con un ánimo autónomo, despojado de intereses mundanos.
Nos movemos en la sorpresa que, nos sacude creativos, para recrearnos en la esperanza. Sin duda, es justo el momento de repensar los tiempos y la época de un cambio global transformador, que hemos de compartir de modo equitativo en su prosperidad, sin dejar a nadie atrás.
"Una cosa se llama necesaria o por razón de su esencia o por razón de la causa. En efecto, la existencia de una cosa se sigue necesariamente o bien de su misma esencia y definición o bien de una causa eficiente dada. Y por estas razones se dice también que una cosa es imposible, a saber, o bien porque su esencia o definición implica contradicción, o bien porque no se da ninguna causa externa que esté determinada a producir tal cosa", dice Spinoza en su Ética.
No es infrecuente encontrarnos con personas que alardean de una determinada fijación en torno a sus convicciones o maneras de actuar. Si esa postura está basada en serios razonamientos pueden albergar un buen talante e incluso tratarse de la mejor solución. Sin embargo, los ambientes evolucionan y las circunstancias se mantienen en una constante efervescencia.
El espíritu democrático se ha de concentrar en el respeto a los derechos humanos y se debe centrar en las personas. En este sentido, una buena gobernanza está pendiente de todos y necesita de la virtud, fortaleciendo las instituciones, supervisando y rindiendo cuentas en toda ocasión.
En cada amanecer entramos a la vida, tras reponernos del cansancio y de los tormentos diarios. Lo cruel es dejarse envolver por el aislamiento y la búsqueda enfermiza de los placeres mundanos. Hoy más que nunca, necesitamos despertar, salir de nuestro territorio cómodo, activar la conciencia del acompañamiento y sonreír a corazón abierto, por una tierra de todos y de nadie en particular.
La deformación de las palabras o de los conceptos, suele hacerse realidad en la medida de su manoseo. Quizá por aquello de tantas idas y venidas, en un determinado momento ya no podemos precisar de qué estábamos tratando; desgajamos la idea por el camino y ya no somos capaces de recoger las migajas para volver a configurarla.
Parece que en el mundo se está desarrollando un aborregamiento social intransitorio o quizás estamos sufriendo una pandemia de miopía social preocupante, posiblemente como consecuencia de una falta de valores, de principio, de inteligencia y de cuidado a la frágil figura de la libertad y el respeto.
Somos una sociedad enferma. Tenemos que mejorar aires, tanto los del cielo como los de la tierra. Cuánto más claro esté el horizonte, mejor podremos divisarlo y acudir a que nos envuelva de entusiasmo. La contaminación, el mero soplo corrompido, nos deja en el desaliento y sin ganas de vivir.
Nuestro mundo se ve afectado por un aluvión de crisis, que debe hacernos repensar y cuestionar nuestros modos y maneras de vivir, empezando por los sistemas económicos, sanitarios y sociales para acabar exponiendo nuestra fragilidad como criaturas en un orbe turbulento. Estamos, pues, en el momento de la opción.
Analicemos primeramente el vocablo, desde su etimología, para notar qué nos revela. Bien sabemos que “asombro” proviene del latín “amiratio”, entendido como admiración en cuanto que “ad” se refiere a la dirección hacia la que se dirige la “miratio”, mirada u observación. En esta acepción, se trataría de la mirada que se dirige hacia lo que causa perplejidad.
Cuando vemos a un recién nacido durmiendo en la cama o en el cochecito, espontáneamente exclamamos: ¡qué mono que es! Nos fijamos en el aspecto externo pero nos olvidamos de aquello en que puede convertirse con el paso del tiempo. Albert Siegel nos despierta del ensueño y nos transporta a la realidad.
La vida germina por doquier, sólo hay que vivirla y dejarla vivir. La globalización del mundo existe también, porque todo obedece a un sentido natural que nos trasciende. Es cuestión de aprender a hermanarse y a reconstruirse, a priorizar la razón con abecedarios de libertad y afecto. Tenemos que anticiparnos a cualquier tipo de destrucción, ensimismamiento o tentación colérica, como la de valorar al análogo según criterios utilitaristas y de poder.
Según el Sistema de Información Europeo de Incendios Forestales (EFFIS) se han quemado ya en 2023 más de 86.000 hectáreas de nuestra riqueza forestal en el conjunto de España, lo que nos eleva a ser el país europeo más afectado por esta grave tragedia medioambiental. No es mi propósito analizar las causas de este desastre ecológico y humano que pueden ir desde unas temperaturas muy elevadas hasta las imprudencias o conductas delictivas y criminales que nacen de la mano del hombre.
En una época marcada por el individualismo y la indiferencia, tenemos que activar el encuentro y no el encontronazo, la comunión en la unión de vínculos y no la división, la amistad y no la enemistad entre pueblos, que lo único que genera es rencor y miedo en los pulsos.
Albert Gimenoescribe en nombre de los muchos ciudadanos que se quejan por las diversas muestras de incivismo que se ven por doquier: ciudades cosmopolitas, pueblos pequeños, espacios naturales. Allí en donde el hombre pone los pies no tarda mucho en aparecer el incivismo. Con la proliferación de envíos de artefactos en el espacio el universo se convierte en una inmensa chatarrería que dificulta la exploración espacial.
Hoy más que nunca se requiere de la labor ciudadana, para contrarrestar y superar viejas contiendas, y poder allanar los caminos de la comunión plena, con la convicción de que ninguna situación difícil está destinada a perdurar de manera irremediable; puesto que, gracias a la actitud de escucha y de diálogo, se pueden encontrar soluciones satisfactorias para superar los puntos de fricción y llegar a una solución justa de los problemas concretos.
Me alegran esas gentes de bien, de palabra auténtica y de obrar coherente, que no tienen otro propósito en sus vidas, que la de donarse a los demás. Realmente, nos necesitamos unos a otros. Hay que generar vínculos, permanecer en guardia con los brazos abiertos, hermanarse previo activar el espíritu reconciliador. Para desgracia de todos, el mundo soporta una crisis humanitaria como jamás, lo que requiere una respuesta solidaria.
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