Dos palabras encierran el leitmotiv de su acción política para revitalizar el partido: optimismo y libertad.”
El resultado de las primeras elecciones primarias que celebra el Partido Popular desde su refundación llevada a cabo en el IX Congreso de Enero de 1989, ha resuelto el problema más grave que ha tenido desde entonces : la incertidumbre y desilusión de una parte importante de sus miles de militantes y la de millones de sus votantes tradicionales que por unas circunstancias u otras han ido perdiendo la confianza en su liderazgo social y político
Pablo Casado por su frescura juvenil, su fácil oratoria y su estratégico conocimiento de lo que los afiliados del partido necesitaban oír y sentir para reilusionarse y confiar en su "palabra" (luego vendrán los hechos) ha convencido, provincia por provincia a los afiliados y compromisarios que le han depositado la confianza.
Por el contrario Soraya Sainz de Santamaría, de mirada sagaz e inteligente, ha hecho patente su desconocimiento de la vibración y tensión a la que se tiene que someter un partido deseoso de encontrar un líder que despierte el deseo de de ser conducido de nuevo a los éxitos electorales a los que ya se había acostumbrado. Entiendo que ahí ha radicado la clave del éxito de su oponente.
A esta consideración debo añadir que el desafortunado error de de no aceptar un cara a cara con Casado, le ha convertido desde el momento de su negativa en perdedora del Congreso. Una campaña larga y tediosa en su conjunto, adobada con unos penosos videos, hubieran sido innecesarios si se hubiera producido un debate como ocurre en cualquier confrontación entre candidatos.
Pablo Casado ha querido "mojarse" volviendo a reconocerse en el espacio de centro derecha que tan difuminado estaba en estos últimos tiempos. Dos palabras encierran el leitmotiv de su acción política para revitalizar el partido: optimismo y libertad.
Ha huido de quienes preferían adoptar la tesis de acomodar el partido a la “realidad social” imperante y navegar por el proceloso mar de la indefinición para no verse retratados en una línea ideológica claramente diferenciada de la izquierda progresista en cuestiones sociales que afectan principalmente a la “persona”, las políticas familiares, la natalidad o al ejercicio de las libertades individuales como ocurre, por ejemplo, en la elección y concertación de centros para la educación de los hijos.
Su discurso de clausura ha sido todo un compendio de sus compromisos y buenas intenciones: lealtad a la Corona, renovación tranquila, volver a enarbolar nuestras señas de identidad o reconquistar el corazón de todos los españoles. Para quienes, como el Presidente Rajoy, hemos vivido tantos episodios de la historia de nuestro partido desde los primeros años de nuestra democracia, esta nueva etapa que ahora se reabre en la vida española desde un partido” que ha vuelto” de la mano de Pablo Casado, representa el regreso a la ilusión y a la esperanza.
Asume una grave responsabilidad y pesada carga: que España, forjada desde el esfuerzo y sacrificio secular de millones de españoles vuelva a sentir el orgullo de ser una nación fuerte y unida, y al mismo tiempo la obligación de estar a la altura de las difíciles circunstancias que él mismo ha descrito, con el solo objetivo de trabajar sin descanso para“recuperar España como proyecto de vida en común.” Integrarse en esa tarea es lo exigible y deseable.
Le espera también al nuevo presidente aunar voluntades y personas que le acompañen en el trayecto de su nueva aventura política, tarea no siempre fácil por los aciertos o desaciertos que ello comporta. Antonio Machado cifraba en cuatro principios las dificultades de quien debe acometer renovaciones para mejorar la organización de una empresa y sus resultados: “ Lo contrario es también frecuente. No basta mover para renovar. No basta renovar para mejorar. No hay nada que sea absolutamente empeorable.” Suerte y éxitos Presidente.
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