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Sobre adelantos y barbaridades

Estamos convencidos de la bondad de los adelantos de la ciencia pero habría que reflexionar si efectivamente nos hacen mejores
Francisco Rodríguez
viernes, 23 de noviembre de 2018, 09:25 h (CET)

En la zarzuela La verbena de la Paloma, se decía aquello de hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad y sin duda era tan cierto entonces como hoy el adelanto de la ciencia, aunque habría que reflexionar sobre las ventajas de los adelantos.


Por ejemplo gracias a los estudiosos del comportamiento social resulta mucho más fácil influir en la conducta de las personas ya sea para comprar algo que, a lo mejor, no necesita, como para aceptar los dogmas que vienen imponiéndonos, no sabemos bien quien, para ser reconocidos como progresistas o políticamente correctos.


La gente ha tragado con la ideología de género, a pesar de que muchos científicos hayan señalado su radical falsedad, gracias a los avances de la propaganda y la feroz dictadura de los medios de comunicación.


El sexo como constructor social y por tanto disponible a voluntad ha llegado a oscurecer la rotunda realidad de la biología, lo cual no me parece ningún adelanto aunque se nos venda como un “nuevo derecho” para elegir entre un amplio catálogo de opciones, en mi opinión, aberrantes.


Lo mismo pasa con el aborto, cuya despenalización en 1985, fue acogida como algo correcto: no penalizar a ninguna mujer que se viera obligada a abortar y que en sucesivos pasos se ha convertido en un derecho irrestricto, sin que la eliminación de una vida en gestación merezca la más mínima consideración social. Otro avance de la ciencia fue la introducción de los anticonceptivos lo que facilitaba el ejercicio de la sexualidad sin trabas ni responsabilidades.


Anticonceptivos y abortos han sido asumidos por la gente al son de: “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad” y efectivamente la barbaridad está a la vista: ha caído la natalidad y la población envejece irremediablemente. No pasarán muchos años sin que los españoles se extingan y sean sustituidos por otros pueblos que ya están viviendo entre nosotros.


También las ciencias adelantan una barbaridad en la producción de bienes y servicios pero no tenemos resuelto el problema de la distribución de los beneficios que se obtengan de tales adelantos. Un amigo me decía que con los avances de la informática y la robótica será innecesario seguir trabajando como hasta ahora, quizás bastaría con un par de horas diarias. Pero si el empresario necesita menos mano de obra prescindirá de los trabajadores que le sobren pero no se planteará reducir la jornada laboral a todos y mantenerles el sueldo. Parece que las ideas económicas capitalistas y liberales siguen donde siempre, a pesar de todos los avances.


La familia ha sido la más eficiente institución para la educación de la persona, la que le transmitía los elementos básicos de la conducta. Luego, estaba la escuela, el instituto, la universidad que impartían la necesaria instrucción que dirigía el Ministerio de instrucción pública. Estaba claro: la familia educaba a la persona y el ministerio instruía en los distintos campos del saber y la ciencia.


Pero el avance imparable del que presumimos está terminando con la familia y es el estado el que ha asumido la educación, desde el jardín de infancia a la universidad, y no olvidemos que el estado está en las cambiantes manos de los políticos que no estoy nada seguro de que busquen el bien común o el triunfo de sus particulares ideologías.

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