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Se acabaron las fiestas

2019 será un año movido
Rafa Esteve-Casanova
martes, 8 de enero de 2019, 09:52 h (CET)
El país, prácticamente, ha estado paralizado desde el 22 de diciembre hasta ayer mismo. Los niños dejaron de ir a escuela, los universitarios marcharon a casa y los que tienen la suerte de tener un trabajo más o menos fijo se habían dejado días de vacaciones para tomarlos durante estas fiestas navideñas. Y los máximos representantes del Estado, Felipe VI y la reina consorte, Letizia Ortiz, ejerciendo su vertiente de funcionarios con cargo, han estado veinte días de vacaciones, cargando las pilas para volver con más fuerza al quehacer diario de hacer de rey, que, supongo, debe ser tarea pesada aunque siempre con la seguridad de tener un trabajo fijo, y en caso de despido, unos cuantos euros a buen recaudo en cualquier banco alejado de las inquisidoras miradas de la Hacienda española.

Y mientras todo esto pasaba a lo largo y ancho de esa Sepharad que cantaba Salvador Espriu en su poemario “La pell de brau”, donde el poeta se atrevía a decirle a España “fes que siguin segurs els ponts del diàleg/ i mira de comprendre i estimar/les raons i les parles diverses dels teus fills” (haz que sean seguros los puentes del dialogo/ y mira de entender y amar/ las razones y las diversas lenguas de tus hijos), esa Sepharad cada día se iba alejando más y más de las peticiones del poeta, una parte importante de sus ciudadanos, más de un 40 % de ellos según las encuestas no quieren saber nada de aquellos que sienten que la Sepharad de la que habla el poeta les ha vuelto la espalda y ha trocado el dialogo al que alude Espriu por la fuerza de las armas y la aplicación de la ley a su libre albedrio en lugar de hacerlo con justicia. Y más de dos millones de catalanes toman para si los versos del poeta y le dicen a Sepharad “Escolta Sepharad, el homes no poden ser sinò son lliures” (Escucha, Sepharad, los hombre no pueden ser si no son libres).

Y en este año que comienza, en Catalunya hay hombres y mujeres que no son libres, unos están en prisión, una prisión preventiva que es una venganza contra el independentismo y un castigo a sus familias, y otros en un obligado exilio que la Justicia europea no entiende ni condena. Dentro de pocos días ante los jueces del Tribunal Supremo se iniciará un proceso contra el independentismo catalán. Un juicio que, seguramente, ya está juzgado y, me atrevo a decir, que con la sentencia ya redactada en las mentes de algunos de esos jueces de la Brigada Aranzadi que más que al servicio de la verdad y la justicia están a las órdenes de las estructuras del Estado, un Estado presidido por un monarca que cada día más se muestra partidario de esa España “una, grande y libre” lema del que puso en el trono a él y a su familia. No podemos olvidar que Felipe VI, la dinastía borbónica reinstaurada por un dictador sanguinario como Franco, está defendiendo su sueldo y sus prebendas.

Pero este año además del protagonismo que sin duda tendrá en los medios de comunicación el juicio contra el independentismo catalán en unos meses nos vamos a encontrar con una seria de elecciones, municipales, europeas, y en algunas CC.AA también elecciones autonómicas. Y la carrera electoral ya ha comenzado hace algunos meses, aunque el disparo de salida lo dio Andalucía el primer domingo de diciembre. Allá los resultados dieron un vuelco a la que había sido la política andaluza durante casi cuarenta años, el PSOE, pese a ganar las elecciones perdió el poder, y en estos momentos parece ser que la derecha más rancia, PP y C´s, junto con el fascismo representado por VOX está a punto de comenzar a gobernar el Sur de España. Por primera vez la extrema derecha entrará, con nombre propio, en las instituciones, antes ya lo estaba amparada en el paraguas de sus actuales socios, PP y C’s. Nihil novi sub sole.

Los partidos catalanes que abogan por la independencia, a pesar de todas las trabas y de la situación de los presos y exiliados, deben comenzar a ponerse las pilas y preparar unos programas y unas listas que el personal pueda hacer suyas y votarles. No es hora de ir peleándose por un escaño pero eso no quiere decir que tengan que acudir, como algunos propugnan, a la contienda electoral unidos bajo una lista conjunta. Es cierto que el objetivo común es la independencia y la implantación de la República, pero la transversalidad que si que sirve, y mucho, en las entidades sociales no creo que sea la solución en unas elecciones donde los electores además de un objetivo común, la independencia, buscan en los partidos unas políticas que no pueden ser las mismas en uno u otro partido.

Los tiempos de pedir lo imposible, como hacíamos en Mayo del 68 ya no son los de ahora, ni detrás de los adoquines de las calles está la playa. Está la pura y dura realidad, la que pido que me cuenten los políticos en los que creo. Ha llegado la hora de afrontar las cosas como son, y de ir cambiándolas con los instrumentos que tenemos a nuestro alcance. Ha llegado la hora de seguir insistiendo en nuestras ansias de independencia y República, pero siendo totalmente conscientes del adversario que tenemos frente a nosotros, un Estado que dispone de la fuerza y los apoyos suficientes, aunque no tenga la razón. Ha llegado la hora de seguir abriendo brecha en la Unión Europea explicando qué somos, qué queremos y como lo queremos, en paz y democráticamente. Ha llegado la hora de no caer en las tentaciones que nos tiende y nos tenderá ese Estado al frente del cual hay un Rey que es uno más de los que gritan “a por ellos” y al que nunca recibiremos como súbditos. Ha llegado la hora de, en las próximas elecciones, acudir a las urnas y votar masivamente por los partidos independentistas. Ha llegado la hora de que los partidos olviden sus discrepancias y que marquen un camino a seguir a partir de las elecciones de Mayo. Y, para el gobierno catalán, ha llegado la hora de comenzar a gobernar, sin olvidar presos y exiliados, pero con la vista puesta en el día a día y en Catalunya y todos los catalanes. Y ha llegado la hora de no ocultar nada a los electores y de no dar falsas esperanzas que tan sólo pueden conducir al desengaño.

Por cierto, cada día me pregunto si hacen falta tantas listas con la bandera de la independencia y la República como banderín de enganche aspirando a la alcaldía de Barcelona.

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