Como miembro del Gobierno, se esperaba su opinión sobre el brexit y sus efectos. Y opinó. Pero, recientes la investidura de Moreno Bonilla como Presidente de Andalucía y las declaraciones de Pedro Sánchez en Europa, el brexit quedó subordinado a la actualidad y acomodo de la izquierda tras el varapalo de las urnas.
Luis Planas Puchades es un inspector de trabajo al que Pedro Sánchez confió la cartera de Agricultura, Pesca y Alimentación. También es el socialista que en julio de 2013 presentó candidatura para disputarle a Susana Díaz la Presidencia de la Junta de Andalucía y perdió.
Tras oírle hablar sobre Europa, la posible salida de Inglaterra de la UE y contestar a las preguntas sobre la actualidad del director de Europa Press, Javier García Vila, desde una posición informada y sensata, los comentarios en una de las mesas de prensa sonaron críticos. Estupefactos.
- Ministro de Pedro Sánchez, cómo puede estar a sus órdenes. Cómo puede el PSOE hacerse esto. Y hacérnoslo. Sánchez en Europa. Y con Torra ¡Política de izquierda rancia! Los socialistas andaluces votaron a Susana en vez de a Planas ¡Más política de izquierda rancia!
Después, las opiniones empezaron a razonarse, a asentarse. Política de izquierda rancia. En sentido cabal y despectivo. La política como justificación de los intereses espurios; o del absurdo. La realidad que representa Planas, hombre de las izquierdas de hoy y de mañana, no es absurda. Informado y preparado, Planas es el modelo de una izquierda no rancia que puede ilusionar y dar continuidad al pasado. La izquierda vieja es la retrógrada que no encarna progresismo cuando, al dejar el sillón principal del palacio de San Telmo, recurre a lo arcaico: Manifestaciones contra el poder de la democracia y las urnas. Interpretación falaz y falsa de adversarios. Intento de desempolvar y reverdecer la vieja conciencia de clase de antaño. Cerveza, bocata y bus en romería clientelar sectaria. Jarana, jaleo y bulla frente al orden. Y hasta a desenterrar los mitos ya desmitificados de un franquismo que no existe.
La alternancia en Andalucía puede ser, debe ser, el punto de inflexión para la izquierda. El momento en que la izquierda sensata deje los estereotipos del pasado, se fije en qué año y momento histórico está y empiece a soltar lastres. Hoy, la izquierda del futuro puede dar por amortizado el pasado. Tiene una ocasión propicia para, fiel a sus ancestros, participar en el proyecto nacional común sin gracietas egoístas. No tiene por qué soportar estorbos palurdos, ni anclarse en gazmoñerías farisaicas de dogmas sociales antiguos. Es posible, aún, que haya quien pretenda tratar de pastorear al conjunto de nostálgicos de un ayer que pasó y que ya no va a volver. Será un lastre que acaso haya que superar. Pero Franco murió. La Guerra Civil acabó hace ya tres generaciones y no hay cadáveres. Sólo restos enterrados y recuerdos humanos. Ambos, restos y recuerdos, merecen, además de cariño, respeto. De todos. Lo contrario, además de doloso, es estúpido. La historia es historia.
Si la izquierda es consciente del momento actual, la toma de posesión de Moreno Bonilla en Andalucía puede convertirse en el comienzo del periodo de acondicionamiento que la izquierda andaluza necesita, la izquierda que en los últimos años ha sido el músculo tonificador del socialismo nacional. Un periodo en el que los socialistas del PSOE, de la mano de los Planas que hay, sigan el discurso moderno que esta mañana descubrió Europa Press en un acto con el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación.
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