“Todo es prestado, hasta el estuche de dos pies, esa envoltura que confundes con tu yo, disfraz que no resiste el paso del tiempo”. Abel Pérez Rojas
Es tan supina nuestra ignorancia que actuamos como si todo lo que nos rodea fuera de nosotros, de nadie más; de tal manera que ni por equivocación pensamos seriamente la cuestión de que nada nos pertenece y que todo es, en el mejor de los casos, prestado.
No es de ahora, desde hace ya algunos siglos, el ser humano ha enarbolado la bandera del desarrollo para arrasar con cuanto se cruce en su camino.
La naturaleza en su conjunto y la humanidad misma, viven en el día con día los embates de la voracidad sin límite de quienes quieren enriquecerse a toda costa.
En todas las latitudes se viven despojos para extraer minerales, arrasar con bosques o para acabar con las últimas especies de animales en peligro de extinción.
En el 2016 en el Atlas Global de Justicia Ambiental del ICTA-UAB, se documentaron más de 1700 conflictos ambientales alrededor del planeta, entre los cuales destacan lamentablemente: la contaminación del delta del Níger por petróleo, los vertidos mineros tóxicos en la región de Samarco, Minas Gerais, en Brasil; los llamados “pueblos del cáncer” en China, la destrucción de sitios sagrados en Sudáfrica por las minas de carbón, entre otros tantos casos alarmantes.
Lamentablemente en México andamos en las mismas. Después de décadas de gobiernos neoliberales y de corrupción voraz, la naturaleza está seriamente amenazada por el saqueo y explotación a la vista de todos.
La contaminación atmosférica, la generación periódica de millones de toneladas de basura, el agotamiento de los mantos acuíferos, la deforestación, la contaminación de los suelos, ríos y lagos, así como la extinción de especies nos están llevando en México a una ruta suicida.
Suicida, porque parece que estamos convencidos de que una vez transite nuestra generación, entonces se acabará el mundo y por consecuencia, pareciera absurdo pensar en las siguientes generaciones.
Recapitulo en todo esto mientras escribo mi poema Todo es prestado, composición en la cual remarco esta situación que pasa frente a nosotros, pero que nos agarra dormidos y por ello nada pasa.
Aquí te comparto unas líneas de dicho poema:
"Todo es prestado: los amaneceres y las uvas, las algas y los meteoritos, los ojos amielados y los fractales gélidos; tu corazón y la uña del meñique izquierdo, el botón del elevador y las células madre, el mar, las águilas reales y tu tesoro más preciado. Todo es prestado, hasta el estuche de dos pies, esa envoltura que confundes con tu yo, disfraz que no resiste el paso del tiempo."
Después de escribir este poema me quedé con la claridad de que somos inconscientes debido a nuestra forma de percibirnos a nosotros mismos y a los demás. Somos ajenos a nuestra realidad interna y a la interconexión que existe entre el ser humano y todo.
Si un elemento de la naturaleza es dañado, por ende, el ser humano se agrede a sí mismo, porque todo está finamente tejido y todos dependemos de todos.
En esta interdependencia no hay lugar lejano al cual no nos llegue de rebote cualquier daño o agresión a la madre naturaleza.
Desde hace algún tiempo se han emprendido campañas en todos lados para que cambiemos nuestros hábitos de consumo, pero no es suficiente.
Es indispensable sumarnos a favor del planeta, a favor de la vida y de la posibilidad de que las futuras generaciones puedan disfrutar de la Tierra.
Difundamos que nada nos pertenece, que todo nos fue prestado y hagámoslo sin temores.
Vale la pena darse cuenta, vale la pena intentarlo.
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