Es posible que haya muchos políticos que estén interesados en que demos una mala imagen de España y de los españoles ante el resto de países europeos. Sin duda, todos estos partidos de izquierdas que han irrumpido en el panorama político español, juntamente con los separatistas catalanes y los vascos (que siguen agazapados esperando su oportunidad de reclamar lo mismo que los catalanes, eso sí, sin desgastarse y consiguiendo de los respectivos partidos que han venido gobernando la nación española, sustanciosas compensaciones económicas a cambio de apoyar a aquellos partidos que los han necesitado para encumbrarse al gobierno del país.) desearían que, en España, se produjera una situación en la que el Estado de Derecho se fundiera en el caos, que las calles se llenaran de insurgentes, antisistema, anarquistas y todas aquellas personas que constituyen lo peor de cada pueblo pero que tienen la facultad de encender la mecha revolucionaria cultivando, con habilidad, los peores instintos de un pueblo.
Si los catalanes, ante la abulia de los gobiernos de Rajoy y del señor Sánchez, ya se han ocupado de sembrar de calumnias al Estado español para lo cual han dispuesto de suficientes recursos (muchos de los cuales les fueron entregado, de una manera absolutamente absurda, por el gobierno a trasvés de la financiación a las autonomías y por medio del FLA) que, curiosamente, han podido dedicar a sus programas de propaganda, contrataciones para empresas públicas para enchufados del separatismo e infraestructuras creadas con el fin de tener preparada una “administración paralela”, dispuesta para suplir a la del Estado en Cataluña, desde el momento en el que consiguieran su utópica secesión del resto de la nación española. Si tanto Puigdemont como su lugarteniente Torra han sido capaces de burlar la vigilancia del actual gobierno, establecerse como un “estado” en forma de república en Bélgica sin que nuestra diplomacia haya sabido hacer nada para que una afrenta semejante a la nación española hubiera sido causa de represalias que, en ningún caso, se han visto ni se han pasado por la cabeza de nuestros gobernantes. Y todo ello acompañado por el abandonar la vigilancia que se había establecido sobre las finanzas de la Generalitat, en virtud de la aplicación “naif” del 155; control que el señor Sánchez se ocupó inmediatamente, cuando obtuvo la presidencia del Gobierno, de dejar sin efecto con la consecuencia inmediata de la restauración por el gobierno catalán de las “embajadas” en el extranjero y el pago de abogados, propaganda, estancias, gastos de representación y salarios de todos aquellos que permanecen en el exilio por estar reclamados por la Justicia española.
El mismo hecho de que los partidos de izquierdas lleven en sus programas propuestas como las de dejar sin efecto la reforma laboral llevada a cabo por Rajoy, para ayudar a que España se librara del férreo control de los sindicatos, máximos culpables de que, a través de la negociación colectiva, dirigida y dominada por ellos, se hiciera pasar por el aro a una serie de empresas que no estaban en condiciones de soportar las condiciones establecidas en convenios provinciales, sectoriales o nacionales. La reforma les permitió que cada empresa pudiera convenir con sus propios representantes sindicales aquellas mejoras, condiciones y reformas específicas que redundaran en provecho de ambas partes negociadoras in que tuvieran que aceptar imposiciones que por su tamaño, por el número de trabajadores que tuvieran trabajando o, simplemente, por sus particulares situaciones económicos o problemas de mercado, no pudieran sumir un coste superior a lo que les permitía sus particulares economías.
El señor Sánchez del PSOE tiene que apechugar con las reclamaciones del partido afín al PSOE, la UGT, que todavía, como le ha sucedido a CC.OO, no se han recuperado de su pérdida de influencia para provocar paros nacionales o provinciales, una potestad de la que gozaban en la anterior legislación de antes de la reforma mencionada. Y, en el caso de que los nuevos gobernantes de España, en el supuesto de que fueren los del PSOE, o los del PSOE con Podemos o cualquier otro partido con el que se coaligaran para gobernar y decidieran, como ya tienen anunciado, cargarse aquellos acuerdos que, recordémoslo, fueron impuestos por la UE como condición para que, sin caer en el rescate, se le dieran ayudas a España y tiempo para poder implantarlas, siempre que se atuviera a determinadas condiciones que, comparadas con las que se les impusieron a Grecia, no eran más que cargas soportable que no implicaban disminución de los derechos de los trabajadores como sucedió con los graves recortes de las pensiones que se tuvieron que tragan en la Grecia del señor Psipras.
Aunque no lo dicen en voz alta, seguramente debido a que la UE se encuentra con graves problemas que les tienen absorbidos totalmente y, para ellos, el problema de España, al menos de momento, no les inquieta tanto como el que tienen con la amenaza de aranceles por parte de los EE.UU o el brexit inglés, que lleva camino de convertirse en un verdadero grano en el trasero de Europa, que se ve amenazada por los aplazamientos que la incansable y terca primera ministra, señora May, se empeña en ir pidiendo aunque lo cierto es que en caso de que los aplazamientos superen el mes de las elecciones europeas, el próximo Mayo9, los ingleses deberán participar en ellas al no haberse consumado la separación de Europa, que no han sido capaces de acordar, dentro de su propio país, durante el largo periodo en el que este tema se viene negociando, tanto en el Parlamento de Westminster como entre la GB y el representante europeo que lleva la negociación. Ello no obsta a que la Parlamento de Bruselas no nos esté vigilando y siga de cerca las vicisitudes, tanto del problema que ya se ha convertido en endémico, del soberanismo catalán, como lo que está ocurriendo en este periodo preelectoral que amenaza, de seguir el camino de irse radicalizando en sus campañas, que parece que han emprendido los distintos partidos que participan en la lucha por el poder, debido al evidente juego sucio, abuso de poder, trucos y falta de ética de los socialistas del señor P.Sánchez y la presunta negligencia de la Comisión Electoral Central, que parece no enterarse de ciertos incumplimientos de las reglas que deberían seguir todos los partidos en liza.
Es evidente que, de no remediarse esta evidente diferencia en la vara de medir entre el partido del Gobierno y el resto de partidos que concurren a los comicios, la segunda parte de la campaña, hasta el día de las votaciones, 28 de abril, puede convertirse en un enfrentamiento a cara de perro entre los distintos aspirante. Y no digamos si, como parece que el señor Sánchez tiene pensado, resulta que se niega a tener un debate en público en el resto de los señores que se presentan a la elección. Sabe Sánchez que aquellas preguntas a las que se niega a contestar en las ruedas de prensa a las que ha comparecido, en un debate abierto le sería imposible esquivarlas y tendría que responder. A nosotros se nos ocurren algunas que, por supuesto, no creemos que le hicieran feliz, por ejemplo: si puede asegurar que, en el caso de que los actuales procesados por el caso del referendo ilegal catalán del 1 de Octubre fueren condenados con penas importantes, como parece que pudiera sucederá, ¿su gobierno los iba a indultar?; o ¿Cómo va a poder subvencionar el incremento, notable incremento del gasto público debido a la cadena de decretos-Ley que han ido publicando otorgando beneficios sociales a diversos sectores de la sociedad con la evidente intención de conseguir más votos?, y si, desde la UE, se oponen a que España mantenga una deuda pública tan elevada o se opongan a que el déficit público sobrepase, como ya ocurrió cuando gobernaba Rodríguez Zapatero que alcanzó cifras superiores al 9% ¿Va a tener que renunciar a aplicar las medidas que ahora está ofreciendo con tanta prodigalidad?, ¿Es o no esto un engaño al electorado?
Hasta ahora el señor P.Sánchez se muestra muy contundente cuando se le pregunta con sus relaciones con los separatistas catalanes, niega cualquier tipo de pacto secreto y afirma que siempre se acogerá a la Constitución cuando se tenga que decidir sobre este tema. No obstante él fue el que más pegas puso a la aplicación del 155 en Cataluña. Acotó loas medidas impidiendo que se tomaran medidas tan evidentes y necesarias como neutralizar al centro de propaganda de TV3 y Cataluña Radios cuando, ambos centros se habían convertido, por activa y por pasiva, en colaboradores de aquellos terroristas callejeros que iban a crear problemas a la policía española y a la Guardia Civil, cuando se iban desplazando de un centro a otros, siempre dirigidos por los mismos presentadores de la cadena TV3 y por los periodistas de Cataluña Radio. Gracias a Dios la Justicia actúa con lentitud, pero acaba por inculpar a aquellos que, al menos presuntamente, cometieron delitos que el fiscal les ha imputado y ello ha dado lugar a su procesamiento por diversos delitos, todos ellos perseguibles penalmente. Unos 30 de ellos van a experimentar lo que es tener que enfrentarse a un tribunal donde todas las triquiñuelas, algunas de una infantilidad manifiesta, no les van a servir para nada si, como es de suponer, la fiscalía puede demostrar su participación activa o por omisión en aquellos tristes sucesos del 1 de octubre. O así es como, señores. desde la óptica de un ciudadano de a pie y, pese a algunas manipulaciones a las que estamos siendo sometidos, que no nos van a desviar de nuestra línea política, tenemos el convencimiento de que vamos a ser sometidos, durante los días que nos quedan antes de acudir a votar, a una cascada de ofertas imposibles, descalificaciones, ataques directos a la honorabilidad de los candidatos, zorrerías, fake news, uso partidario ilegal a favor del Gobierno por los servicios públicos de la cadena TV3 y, lo que ya está sucediendo: el CIS convertido en un medio más de propaganda a favor del PSOE, publicando encuestas en las que la cocina de la Moncloa ha metido todos los aderezos que le puedan servir para atrapar un puñado más de votos de aquellos que siempre prefieren votar a favor del caballo ganador. Nos gustaría hablar de elecciones limpias, justas, pacíficas y, por encima de todo, donde hubiera fair play, pero es evidente que pedir esto, en la España actual, es como pedir la Luna.
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