Donald Trump estuvo esta semana en Inglaterra e Irlanda donde su eje fue dar impulso al Brexit. Mientras los anteriores presidentes norteamericanos fomentaron la Unión Europea, él quiere romper a ésta (tal como ha logrado hacerlo con la Unión Sudamericana de Naciones y con el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, NAFTA). A él no le gustan los bloques continentales. Trump prefiere deshacerlos a fin de fragmentarlos, para que su potencia pueda debilitar su poder colectivo de negociación y para que EEUU pueda hacer tratados bilaterales con cada uno de los países.
Si antes la Casa Blanca impulsaba la globalización neo-liberal, hoy ésta quiere proteger el mercado interno estadounidense elevando los impuestos a los productos importados de sus vecinos y de China, limitando la inmigración y construyendo un mega-muro con México.
Trump ha querido influir en la elección del futuro primer ministro británico apoyando a Boris Johnson y ha dicho, al igual que él, que el 31 de octubre UK debe salirse de la UE con o sin acuerdo. Ha ofrecido que EEUU está dispuesto a dar paso a un acuerdo bilateral con UK cuando ésta rompa con las limitaciones que le coloca la UE y que en dicho trato “todo va a estar sobre la mesa”, incluyendo el servicio nacional de salud (NHS), el cual él quisiera empezar a privatizar para que multinacionales norteamericanas puedan invertir allí.
Trump se reunió con Nigel Farage, pese a que él no es ninguno de los alrededor de 1,500 miembros de las cámaras de los lores o de los comunes, pues abiertamente le apoya a él y a su Partido del Brexit. En cambio, no quiso reunirse con el líder de la oposición (Jeremy Corbyn) a quien considera una persona negativa, mientras realizó un duelo de insultos con Sadiq Khan, el alcalde de la ciudad que le acogió. Nunca antes un presidente de EEUU se había entrometido tanto en los asuntos internos de UK y había generado tantos conflictos.
Corbyn, por su parte, le dijo que solamente los británicos son quienes deben decidir quien les va a gobernar y cómo han de relacionarse con la UE. Khan le acusó de ser un hombre que discrimina a las mujeres, credos y razas, y que promueve el odio, siendo sus valores lo opuesto a un Londres abierto multicultural. El martes decenas de miles protestaron contra Trump, aunque él dijo que esa información era “fake news”.
La visita de Trump se dio finalizando el Ramadan, ocasión que él pudo emplear para reconciliarse con los 3 millones de musulmanes británicos quienes están resentidos con él porque apenas llegó a la Casa Blanca canceló las visas de nacionales de varios países islámicos. Trump no les saludó, en cambio no se portó bien ante los dos políticos musulmanes más prominentes del país. Al alcalde Khan le tildó de “fracasado” y el ministro del interior Sajid Javid (también precandidato a ser el nuevo primer ministro conservador) fue el único ministro importante que no fue invitado al banquete real oficial con él (uno en que, además, no se vio figuras de minorías étnicas de EEUU o UK, pese a que en ambos países conforman una sustancial parte de sus habitantes).
Los partidarios de Trump creen que su visita ha sido muy oportuna pues se ha dado a poco de las elecciones euro-parlamentarios en las cuales el Partido del Brexit ganó 29 de los 73 eurodiputados por UK y él va a aprovechar ello para empujar a que se salga de la UE pronto para dar paso a un sistema que limite a los inmigrantes y que de paso a una economía con menos inversión social y más exoneraciones a las grandes corporaciones. Según ellos al sacrificar los gastos sociales en salud y educación públicas se ha de poder invertir más en armamento y en dar facilidades a las multinacionales para que inviertan.
Para quienes quieren un Brexit duro y ahora, esta visita es un respaldo que pudiese ayudar a que un líder de esta ala dentro de los conservadores, como Boris Johnson, sea electo a fines de julio como el nuevo premier.
Trump quiere establecer una estrecha alianza Washington-Londres para convertirse en el primer eje de la política mundial y servir de contrapeso a Rusia, China e Irán. Él quiere que UK avale sus amenazas de invasión militar a Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua.
En su visita a Irlanda Trump habló de que el Brexit y la línea divisoria entre las dos Irlandas sería un éxito al igual que el muro de casi 5,000 kms que él quiere edificar entre su país y Latinoamérica. Leo Varadkar, el Taoiseach (primer ministro de Irlanda) le respondió que su país no quiere ningún borde con UK.
Justamente la imposibilidad de mantener el libre tránsito entre las dos Irlandas (parte del acuerdo de paz) es lo que imposibilita un Brexit sin unión aduanera y ha venido socavando todos los planes de May. Trump sabe que el Brexit que él propugna puede fragmentar a la UE y eventualmente a que Irlanda del Norte pida un referéndum para salirse de UK y reunificar con el resto de Irlanda i a que Escocia pide otro referéndum para seguir en la UE independizandose de UK. Al presidente norteamericano le interesa mantener la unidad de su país, pero no la de UK.
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