En el pasado hay carga de futuro, es decir, hay pasajes de vida que en su momento pasaron desapercibidos, pero que bajo el tamiz de la visión que se tenga en el presente, cobra una dimensión que esclarece nuestro futuro y adquirimos otra visión de nuestra vida en su conjunto.
Esto que te comparto es más que un juego de palabras y vale la pena detenerse a pensar sobre las múltiples posibilidades que encierra esta afirmación.
Recuerdo muy bien que la frase “en el pasado hay carga de futuro” se la escuché decir por primera vez al afamado doctor Luis G. Benavides Ilizaliturri, director general del Centro Internacional de Prospectiva y Altos Estudios.
Desde que escuché la aseveración me he dado a la tarea de buscar en mi pasado partes de futuro y entender éste como una ocasión para romper con las inercias. Una de las cuestiones que debemos tener en cuenta es que muy frecuentemente vivimos el presente sin darnos cuenta, y es éste tan volátil que hace un segundo ya es pasado.
Algo que casi no consideramos es que es tanta la información que captan nuestros sentidos que la memoria discrimina, para que muchos de los datos que no se asumen como relevantes pasen a otra zona que identificamos como “olvido”.
Conforme transcurren los días y después los años, sólo nos vamos quedando con sucesos significativos, a veces inconexos unos con otros, dichos acontecimientos los archivamos y sólo toman una dimensión mayor si regresamos a ellos para reflexionarlos, compartirlos, criticarlos u organizarlos.
Ese fenómeno individual se replica en lo social.
Para la mayoría de las personas la Historia es una especie de parcelas aisladas unas con otras, sólo se memorizan ciertas fechas importantes para el sistema, por ejemplo, muy pocos pueden explicar qué sucedía en el continente africano mientras en América se efectuaba la llamada “conquista”.
No tenemos explicaciones de cómo se vinculan sucesos en apariencia diametralmente distantes en el tiempo y en el espacio.
Regresando al ámbito personal es importante hacer un recuento de qué y cómo ha sido nuestra vida, porque de esa manera podemos empezar a ver líneas de acción y pensamiento que predominan en todo lo que hacemos.
Sólo que no nos damos cuenta de ello por no hacer una meta lectura de nuestro acontecer.
Esto del futuro en el pasado yo lo he visto varias veces en mi vida, por ejemplo, mi gusto por la escritura y cómo fue que éste se manifestó en mi infancia, luego en mi adolescencia y de manera más clara ya pasados los treinta.
Mi inclinación por escribir se presentó en lapsos divorciados entre sí, pero yo no había reparado en ello, no había visto que parte de mi potencial y talento estaba tratando de aflorar de esa forma.
Ahora que regreso críticamente a esos momentos de mi vida puedo entender que hay varios elementos que permiten entender mi presente y futuro.
Sé que tal vez a estas alturas de mi artículo habrá quien piense que sólo estoy enredando las cosas de lo lineal que es el tiempo, pero no es así, lo que estoy tratando de compartirte es que asumamos con otra mirada lo que siempre ha estado ahí, pero como no lo visibilizamos entonces no se ve o en el mejor de los casos sólo se minimiza.
Si escudriñamos con mirada fina nuestro pasado es muy probable que identifiquemos otros rasgos y vertientes de nuestro talento.
Seguramente también tendremos frente a nosotros ciertos elementos que den certeza al margen desconocido del futuro.
En el pasado se fueron construyendo las formas de cómo aprendimos a resolver nuestros problemas, a relacionarnos y si desentrañamos todo esto veremos que encontraremos las estrategias que hemos estado usando, que tal vez sí pueden ver los demás, pero que han permanecido encubiertas para nosotros.
Detenerse a identificar las partes de futuro que hay en nuestro pasado es un buen paso para acabar con las inercias que nos llevan a reproducir los trazos dictatoriales de los cuales estamos tratando de liberarnos.
¿Qué te parece?
Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo.
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