En una era híper consumista compramos y compramos dilapidando nuestros recursos, es tal el aturdimiento que perdemos de vista que si bien compramos con dinero, en realidad es con vida con lo que pagamos; porque para tener dinero necesitamos trabajar –generalmente en un trabajo que no nos gusta-, y con ello, dedicar gran parte de nuestro tiempo, que en realidad es vida, a obtener el recurso.
Sé que lo anterior parece una obviedad, pero no lo es tanto cuando vemos cómo sin tentarnos el corazón, derrochamos a diestra y siniestra aunque para contar con recursos tengamos que dejar la vida en aquello que nos da recursos.
El tema que abordo en esta ocasión ha sido ampliamente tratado de manera sencilla y clara por José Mujica, cariñosamente llamado Pepe Mujica, el cuadragésimo presidente de Uruguay entre 2010 y 2015. Pepe Mujica es conocido mundialmente por su franqueza, quien pese a ocupar el máximo cargo público de su país, nunca dejó su forma modesta de vivir.
Principalmente al dirigirse a los jóvenes, Mujica les hace mucho hincapié en que la vida se va de las manos en un respiro y que no se puede ir al supermercado a comprar más vida.
Ver de esta manera las cosas puede orillarnos a replantearnos todo lo que tenemos a nuestro alrededor, por ejemplo, cuando vayamos al supermercado y abramos nuestra cartera, no sólo seamos capaces de ver la cantidad de dinero en forma de billetes y monedas que llevamos con nosotros, sino todo aquello que hicimos para contar con dicho recurso.
La situación toma su real dimensión cuando para obtener dinero tenemos que trabajar en alguna actividad que no nos llena, que no nos satisface y por el contrario lo hacemos sólo porque de esa manera tendremos el recurso que nos facilita realizar lo que verdaderamente nos llena.
La mayoría trabaja en algo que no les gusta, en ambientes llenos de competencia y relaciones humanas insanas y por otra parte recibiendo un salario que de acuerdo con diferentes estudios no satisface a la mayoría de los trabajadores; sólo por citar un botón de muestra, de acuerdo con una encuesta de Gallup referenciada en Cepymenews.es (2018), “el 85% de los trabajadores en todo el mundo admite, cuando han sido preguntados anónimamente, que su trabajo no les satisface y no se sienten comprometidos ni identificados con el mismo”.
Sé que parece exagerado, pero no lo es tanto cuando se lee que de acuerdo con la revista Forbes citada también en Cepymenews.es (2018), “el trabajo es más a menudo una fuente de frustración que de realización, para casi el 90% de los trabajadores del mundo”.
Por otra parte, de acuerdo con Jeffrey Pfeffer, profesor de la Escuela de Postgrado de Negocios de la Universidad de Stanford, quien además ha escrito muchos libros sobre el manejo de recursos humanos, sostiene en su libro Muriendo por un salario, que "el trabajo está matando a la gente y a nadie le importa".
La anterior es una conclusión a la cual arriba Pfeffer después de múltiples evidencias recopiladas durante años en el ámbito laboral de los Estados Unidos. A mi parecer, y sólo como apreciación, creo que en México no es muy diferente la situación.
En fin, entre más reflexionamos sobre la afirmación de Pepe Mujica, en el sentido de que pagamos con vida lo que compramos, más aristas le encontramos al monstruo de mil cabezas que nos asfixia y del cual parece que no hay salida, a menos de que hagamos un propósito sincero de no ser una víctima más del sistema que devora absolutamente todo.
Vale la pena intentar formas alternativas de relaciones humanas, de tomar consciencia de los mecanismos de las sociedades consumistas, de fortalecer nuestros valores emanados del humanismo y sobre todo de luchar por nuestra felicidad pese a la adversidad y a tener todo en contra.
¿O no?
Nos vemos en la entrega de la próxima semana. Hasta entonces.
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