Estamos acostumbrados a leer noticias sobre la llegada de pateras a nuestras costas. Pero es totalmente diferente la aparición de una embarcación bastante grande volcada a unos metros de donde tomas el baño cada mañana. Su aspecto, el de una nave desarbolada y semihundida, te lleva a especular sobre el desenlace de la aventura emprendida por sus ocupantes.
En este caso, hemos podido observar, una vez sacada a flote, la presencia de una embarcación de aluminio de unos 10 metros de eslora equipada con dos motores fueraborda dignos de una película de ciencia ficción. Varios bidones de gasolina completaban la dotación de un “bicho” parecido a los que pululan por las costas del estrecho cargados de drogas de todo tipo.
En la playa, los bañistas y los caminantes matutinos observan con curiosidad la situación y continúan con sus baños o sus paseos. Un individuo de mediana edad provisto de un teléfono móvil llama a unos y a otros. Guardia Civil, Protección Civil y algún otro estamento llegan, toman nota y se marchan. Finalmente, tras varios intentos infructuosos, consiguen vararla en la arena utilizando la fuerza de un tractor. De la tripulación… ni indicios. En la prensa… nada.
Me quedo preocupado y contento a la vez. Contento porque no se trata de una patera con su carga humana de subsaharianos. Preocupado por lo que ha podido suceder. Abro el ordenador para escribir este testimonio y me encuentro con la contrapartida. La buena noticia de hoy, que me la proporciona la ONG: Más nunca es menos. Ellos están tratando de evitar que los africanos tengan que pasar penurias para llegar a Europa en busca de alimentos, medicinas y cultura. Para eso están dotando a los habitantes de una ciudad de Costa de Marfil de medios para solucionar sus problemas.
Ayer pude ver en su página de Facebook la fotografía de una ambulancia que les ha donado la organización Paramedic. Un paso más en la erradicación de la enfermedad y la pobreza de esa ciudad de Korhogo bendecida por la buena voluntad de un grupo de malagueños.
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