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El amigo invisible

Imaginaros que para la formación de gobierno se tuviera que hacer no un solo regalo, sino tres
ZEN
lunes, 9 de diciembre de 2019, 08:44 h (CET)

Hermanos: imaginad que la formación del gobierno de la nación (me refiero a España) pudiera llevarse a cabo como en ese juego típico de estas fechas pre-navideñas de cenas y comidas de empresa en las que jefes y empleados se hacen regalos anónimos. Ese juego que se llama “el amigo invisible”.

Ya sabréis como funciona: de forma aleatoria te toca hacerle un regalo a alguien que tanto puede ser tu amigo, como tu enemigo o probablemente no conocerlo de nada, como me ha pasado a mi este año. Eso sí un regalo con un límite de precio o valor, para que nadie se pase o se quede corto.

Supuestamente con este sistema se refuerzan los lazos de amistad o compañerismo y, como somos unos bocazas, no podemos evitar preguntar al sujeto que nos ha tocado en suerte, si le ha gustado el regalo, bien con directas o con indirectas.

Imaginaros que para la formación de gobierno se tuviera que hacer no un solo regalo, sino tres (hay que tener en cuenta que la aritmética parlamentaria no da para que el juego sea entre dos). Cada partido les haría un regalo a otros dos, proponiéndolos como compañeros de gobierno, y después de destapar los resultados el que más diputados contara tendría que ser obligatoriamente el que formara gobierno de coalición.

Nadie sabría quién ha sido el que ha hecho la propuesta. Pero por lo menos tendríamos gobierno. El amigo invisible podría ser tanto el PP como ERC u otro cualquiera. Pero nadie podría echarle la culpa a nadie de haberse vendido a la derecha o al independentismo.

Y el Rey, en su función de moderador patrio, podría ser el que velara para que no se hicieran trampas. 

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Corría el mes de abril de 1994 cuando un grupo de malagueños celebramos la Semana Santa en el lejano cantón Valais de Suiza. Por aquellos tiempos dedicaba buena parte de mi tiempo a transmitir, en la medida de mis posibilidades, el Evangelio. Estaba totalmente involucrado en las tareas de evangelización del Cursillo de Cristiandad. Una tarea gestionada por seglares.

Al referirnos a las expresiones del habla cotidiana, las quejas son las principales protagonistas. Independientemente de cómo se exprese cada cual, somos muy perspicaces en la crítica dirigida a los demás y poco propensos al examen del escaparate propio. Sin embargo, no es tan sencillo pronunciarse al respecto, debido a las imprecisiones propias, las tretas ajenas y los muchos factores implicados.

Los que desde muy pronto y ya sin interrupción hemos tenido un contacto frecuente con los libros sentimos cierta incomodidad al oír consejos y expresiones como “leer es bueno”, “un libro es un amigo” o “lee lo que quieras, pero lee”. Es como si alguien dijera: “¡viva la comida!, da igual qué comas, lo importante es que comas”, o “beber es vivir, sea lo que sea que bebas, bebe”.

 
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