Bien, señores, no ha sido necesario que pasase un mes, ni una semana ni tan siquiera unos pocos días para que quedase patente un hecho que, no por descontado, tiene menor repercusión para España. La alianza de conveniencia, este joint venture político convenido entre los socialistas y los comunistas de Podemos, esta conjura a tres entre comunistas, socialistas y separatistas, para repartirse el poder, facilitar el desmembramiento de la nación e imponer la tiranía que siempre la historia nos ha de mostrado ser el resultado de los gobiernos de la extrema izquierda, donde las prácticas democráticas no tienen cabida y las libertades individuales se convierten en recuerdos a los que aferrarse bajo el yugo de quienes oprimen, con mano de hierro, a aquellos mismos que les ayudaron a encumbrarse al poder; ya ha empezado a demostrar la fragilidad y la endeblez de las bases, presuntamente fundamentadas en la similitud de ideologías, sobre las que se ha construido. Los primeros cracs del armazón sobre el que se ha construido esta alianza han empezado a sonar y las miradas de reojo, los síntomas de desconfianza y las alertas de traición ya han comenzado a justificar el hecho de que se firmara un protocolo, presuntamente para intentar blindar el difícil equilibrio entre ambas formaciones de la izquierda, convenio por el que se comprometían a que los trapos sucios que se producirían, necesariamente, entre unos y otros, los iban a lavar en casa, mediante la creación de un protocolo de un bloqueo, una línea roja y un hermetismo informativo con los que se pretendía evitar que el pueblo llano, la ciudadanía, pudiera llegar a enterarse de lo que verdaderamente tenía lugar en el arcano “sagrado” de este nuevo Politburo, que se ha constituido en el actual círculo de poder que se ha formado en torno al poderoso club de los que pretenden establecer un nuevo soviet en nuestra nación.
Estamos, por desgracia, ante la culminación de un proceso que ya llevaba tiempo maquinándose, fruto de las intrigas de un personaje, Pedro Sánchez, que se ha venido revelando como un alumno aventajado de aquella desgracia nacional que nos llevó hasta el límite de la quiebra como nación, que fue el señor Rodríguez Zapatero, hasta ahora el peor presidente que ha tenido España, precisamente en unos momentos y unas circunstancias donde hubiera sido necesario tener a una persona capaz de enfrentarse, con éxito, a una crisis de los pueblos de occidente capaz de provocar una de las sacudidas económicas y sociales más graves desde que finalizó la segunda Guerra Mundial. Al menos, esto era lo que pensábamos hasta hace poco, porque la realidad en la que basamos este comentario, nos lleva a pensar que las actuaciones del señor Sánchez, sus martingalas, sus formas de desdecirse de sus promesas y juramentos, su astucia maligna, sus engaños y, por encima de todo, su impavidez, cara dura, desfachatez y falta de escrúpulos a la hora de barrer hacia casa; vienen convirtiendo a este personaje en uno de los mayores peligros, para la democracia española, que haya podido parir el PSOE de aquel Pablo Iglesias Posse, tipógrafo de profesión, que fue quien lo fundó.
Lo cierto es que estamos advirtiendo que, entre la cantidad de nombres que estos días se citan como posibles ministrables o para ocupar cargos de responsabilidad en los distintos ministerios, (20 si no nos han engañado), por encima de los 16 del gobierno anterior; aparte de las jugarretas que Pedro Sánchez le tenía preparadas a su "compañero del alma”, objeto de sus achuchones y encajada de manos, señor Iglesias, cuando lo ha sorprendido nombrando a otras tres vicepresidentas, con la evidente idea de neutralizarlo, lo que sí hemos apreciado, con no poca zozobra, es el entramado, una peligrosa maniobra si conocemos los métodos de infiltración del PC, de miembros de Podemos que parece que van a estar metidos como directores generales, subdirectores y otros empleos, dentro de la Administración; todos ellos sometidos en cuerpo y alma a las directrices de su partido y con la misión de ir preparando su particular revolución desde las entrañas mismas de las instituciones del Estado.
Tenemos la impresión de que, en el caso del gobierno que va a elegir el señor Sánchez para sustituir al actual en funciones, va a estar en peligro la paridad y, al mismo tiempo se van a repetir, a reenganchar y consolidar en sus actuales puestos, a aquellos que se han mostrado como más fieles, capaces de seguirle y apoyarle en su aventura de adoctrinamiento, engaño, descalificación del adversario y su facilidad para mentir y traicionar, en lo que ha demostrado ser muy ducho y que, innegablemente, tan buenos resultados le viene proporcionado en su cruzada en contra de la derecha, sus intentos de aislarla y su evidente intención de conseguir, con la colaboración de toda la izquierda establecer, por segunda vez, aquel vergonzoso e ilegal cordón sanitario que ya pusieron en funcionamiento mediante aquel triste y repugnante Pacto del Tinell, un ejemplo de cómo la democracia puede ser burlada cuando, los comunistas y la extrema izquierda, juntan sus fuerzas para conseguir escabullirse de las leyes.
Y en medio de toda esta amalgama de desconcierto político, el separatismo sigue jugando sus cartas, arremetiendo contra la Justicia española y pretendiendo que el Gobierno (el señor Sánchez los ha venido alentando con sus cesiones continuas y sus promesas imposibles de cumplir) se siga humillando aún más de lo que lo ha estado haciendo en el Congreso, ante las andanadas del señor Rufián que, por mucho que pueda resultar una conclusión facilona, tiene la desgracia de que, sus actuaciones y desplantes, le acercan cada día más al significado que el diccionario de la lengua atribuye al incómodo apellido que le ha tocado llevar. Ahora ERC, enfurecida ante el resultado de sus intentos de convertir una resolución del TJUE, respecto a la inmunidad de los señores Junqueras y Puigdemont en un arma arrojadiza en contra del TS y el Estado español, utilizando salvas de pólvora, intentos de descalificación de la Justicia española y pretendiendo asignarle un contenido, a la resolución del tribunal europeo, que no se avenía en absoluto con el texto emitido; resulta que el TS pone cada cosa en su sitio, para desesperación de la jauría separatista. De momento, Junqueras seguirá en prisión y tampoco se trasladará a recoger su acreditación para el Parlamento Europeo. Quedará por ver si el TS emite el correspondiente suplicatorio para que nos entreguen, para ser juzgados, al señor Puigdemont y a su compañero de peripecias señor Comin, algo que reconciliaría a muchos españoles, no separatistas por supuesto, con la justicia europea que, hasta el momento no ha hecho otra cosa que intentar rechazar todo lo que nuestros tribunales han intentado hacer para acabar con la rocambolesca aventura de fuga, perpetrada por estos que pretenden salirse de rositas después de haber intentado, y siguen en sus trece, acabar con la unidad de España.
Y una curiosidad que, esta vez, atañe a nuestras FF.AA. Se sabe que el señor Pablo Iglesias cuenta para esta nueva etapa de su vida política con el apoyo de general de los JEMAD, Julio José Rodríguez, que si quieren recordar fue el que abandonó su cargo como Jefe del Estado Mayor de Defensa para ponerse a las órdenes del comunismo español. Ya sabemos que se está llevando a cabo por el actual gobierno una campaña para desactivar la cúpula de mandos del Ejército, para retirarles el mando a aquellos generales que les puedan resultar sospechosos de seguir fieles a España y a su Constitución. No pueden olvidar que, uno de los escollos con los que se pueden encontrar en su intento de descuartizar la unidad de la nación española es, sin duda, el Ejército, al mando del Jefe del Estado, cuya misión es precisamente, como se establece en el Artº 8º de la Constitución, la de actuar para evitar que la unidad de España pudiera ser atacada, tanto desde fuera de España como desde dentro de ella. Neutralizar a nuestro ejército poniendo al mando de él a personas, como el general Rodríguez, sin duda, es algo prioritario para el nuevo gobierno que, como de todos es sabido, tiene promesas que cumplir y acuerdos secretos que va a tener que satisfacer si, como espera, quiere aguantarse al frente de la nación durante los cuatro años de la legislatura; incluso en el caso de que se atreviese a actuar en contra de lo dispuesto en nuestra Carta Magna. La traición es un arma que el comunismo sabe cómo manejar y mediante ella es como ha conseguido en Venezuela, Bolivia, Cuba y otras naciones, sujetas a gobiernos totalitarios, mantenerse en el poder pese a que, los ciudadanos, siguen en la miseria y privados de sus libertades individuales.
En estos momentos acabamos de enterarnos de una notica importante, que no puedo dejar de incluir en este comentario, por la gran trascendencia que tiene para España y para su Justicia que, una vez más, ha conseguido salir airosa de todas las presiones, propagandas, descalificaciones, amenazas e intentos de chantaje que diversos partidos políticos, especialmente los independentistas, han intentado ejercer sobre ella para torcer el imperio de la Ley en favor de sus intrigas políticas, de sus egoísmos de partido y de la estabilidad de la nación española. Una espléndida noticia: “El Parlamento Europeo ha retirado este viernes su reconocimiento del líder de ERC, Oriol Junqueras como eurodiputado, después de que el Tribunal Supremo haya determinado que perdió su inmunidad como tal al ser condenado en firme a 13 años de prisión e inhabilitación por el referéndum ilegal de 1-O.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, por primera vez en muchos meses, como mínima esperanza en momento de tanta pesadumbre, por el negro porvenir que se nos presenta, en manos de comunistas y socialistas radicales; tenemos el gozo y la satisfacción de que la Justicia haya salido, una vez más, vencedora de los intentos de algunos partidos que buscan legitimar a los separatistas y a sus proyectos de independizarse de España. Se les acabó la aventura europea. Y es que, como dice el aforismo romano: “Affirmanti incumbit probatio” y esto es lo que no han podido hacer los que acusaron, injustamente, a nuestra Justicia de parcialidad.
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