Tiempos agitados con gente menesterosa han ocupado las crónicas por motivos diversos en cada época. Esa presión ambiental alcanza límites tremendos; pone a prueba las capacidades de las personas. La variación de los ejemplos es inusitada, con modelos controvertidos. El peso percibido por cada sujeto depende de sus condiciones particulares; gravita sobre sus ánimos con un amplio espectro. El ALIENTO vital para afrontar todas esas secuencias sufre oscilaciones y le vienen bien nuevos impulsos de vez en cuando, provengan de celebraciones, autocríticas o aportaciones derivadas de la actuación de otras personas. Conviene dejar un hueco para esas renovaciones.
Hemos difuminado, entre la turbamulta de un sinfín de adelantos tecnológicos, aquellas peculiaridades insustituibles del esfuerzo personal, con la implicación correspondiente de los pensamientos propios. La atenuación de dichos impulsos ofrece malos augurios, anulan las participaciones ilusionadas. Una primera renovación importante reside en la recuperación del TRINO personal, ilusionado, vitalista, al tiempo que arraigado en las hondas cualidades personales, que son aportaciones necesarias. Ese resurgimiento no tiene sustitutos, ni para las iniciativas ni para el registro de satisfacciones. Desde los infantes a los aadultos añosos, esos destellos son un estímulo crucial.
Siempre, las múltiples cuestiones complican los comienzos más elementales de los individuos, la vida, su sensibilidad, necesidades o preferencias. Conviene resaltar, volviendo al símil de los pájaros, la importancia del NIDO, elemental núcleo vital para las primeras andanzas. Su ensamblaje en la sociedad es una de las piezas básicas de la estructura convivencial. A los requerimientos físicos para su formación, hemos de añadir el delicado acompañamiento de los cuidados, teniendo en cuenta que su marca de fábrica; será una influencia duradera para el resto de la vida de los allí nacidos y para sus repercusiones sobre el conjunto mundano, seres vivos o elementos inanimados.
Caminamos por la vida, adolescentes, profesionales, jubilados, en direcciones mudables, muy pendientes de los cambios de agujas, como los TRENES de corto o largo recorrido, según los casos. Llevamos enganchados una serie de recovecos, practicamos la carga y descarga adaptados a las conveniencias del momento. ¿Con qué adecuación? Pero los tiempos cambian, ¿Y a qué velocidad! Corremos el riesgo de amuermarnos. Para el recorrido satisfactorio, precisamos de una remodelación de los vagones y las estaciones, de revisar las cargas; con el esmero esperado de unos personajes cabales enraizados en su época, con la disposición entusiasta superadora de experiencias insatisfactorias.
Que son numerosos los factores a tomar en cuenta, es verdad; y eso complica las valoraciones, aunque los horizontes mantienen e incluso amplían sus panorámicas. Tantas son sus aperturas, auténticas posibilidades, que no se limitan a los medios naturales, ni a las aportaciones sociales; van más allá, lo comprobaremos al remover el desván de las ESPERANZAS, allí donde las intuiciones, los deseos y la imaginación entrelazan sus conexiones. No por una mera enajenación placentera, sino para configurar las primeras bases de posibles proyectos desde esos interiores siempre disponibles. La personalidad propia es la única y es una fuente potente. Desde fuera, queda la incógnita, quién sabe qué.
No serán necesarias explicaciones extensas para el recuerdo de las vías por las cuales nos vemos forzados a transitar, conceptos, limitaciones, obligaciones; siempre valoradas como dificultades. Sin embargo, como aquella paloma, sin la oposición del aire le sería imposible volar. Hemos de darle la vuelta a la primera interpretación, esos obstáculos actúan como potentes entornos, como RIELES fijadores del rumbo, pero con aperturas a la diversidad, permiten las andanzas hacia complejos objetivos. Tomarlos en consideración es el paso imprescindible para los trayectos coherentes; sobre todo por la conjunción de posibles vías con la consideración efectiva de las realidades acompañantes.
Los nombres persisten, las figuras com si com sa, las etiquetas son tozudas y las manías están arraigadas. Tambien suelen ser demoledoras algunas circunstancias acechantes, taras, pobreza, ambientes o largas enfermedades. Con todo, el tiempo nos desliza sin pausa por diversas estaciones con acceso a realidades fascinantes; según las actitudes adoptadas nos afectarán las repercusiones. La vida puede ser MODIFICADA, podemos encender luces menos contaminantes en el camino. De eso se trata, pero pocos actos son intrascendentes, según hacia donde caigan sus inclinaciones, lo harán las modificaciones citadas y nos veremos involucrados de lleno para el resto del trayecto.
A nadie se le escapará la enorme dimensión adquirida por las dinámicas ambientales del momento. No sólo por cuanto acontece en sí, sino por ese añadido ilimitado de las perspectivas contradictorias transmitidas por toda clase de medios. Pronto apreciamos los disimulos, ignorancias o francas falsedades; constituyen el ensombrecimiento injustificado de los entornos. Pues bien, ante todo ello, hemos de mejorar el cultivo de nuestra calidad de OBSERVADORES, no nos queda otra opción. El discernimiento crítico es revolucionario, va más allá de los frecuentes comentarios facilones; ha de convertirse en una actividad vital continuada, es decir, un comportamiento consecuente en toda regla.
La complejidad existencial no debe amilanarnos, existió, y descubriremos nuevos recovecos impensables e inquietantes. Formamos parte insoslayable de su entramado. En ese terreno nos toca desenvolvernos. Esquivar dicha realidad sólo nos conduce a simplismos grotescos, pasividades sin cuento o estupideces perversas. Para esa lid es un buen recurso la INTELIGENCIA, pero entera, sin desdeñar componentes. Cualquiera de sus vertientes está en la disposición mental. Lingüística, de qué y cómo se habla. Lógica y rarezas. Corporal, naturalista, emocional. Para manejar la intimidad o para participar en los colectivos. Es indudable, se puede utilizar más este recurso.
Entre los vendedores de paraísos imaginarios o los fabricantes de miedos utilitarios para beneficio de los empoderados, el combate azaroso de la vida ofrece escasos respiros. Aparcamos los grandes misterios, pero estos, tercos, mantienen su presión envolvente. El dinamismo de las rutinas banaliza las relaciones hasta extremos indeseables. No es necesario inventar las abundantes codicias, ideologías uniformistas, religiones, hambre o padecimientos. Frente a todo ello, John Lennon escribió: “Puedes decir que soy un soñador / Pero no soy el único / Espero que algún dia te unas a / nosotros / Y el mundo será uno”. Es una utopía, nunca será uno con sus infinitas partículas en acción. Pero, sin duda, la SINFONÍA de la CONCORDIA es a todas luces mejorable.
|