Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD) afectan a más de 1.300 millones de personas en todo el mundo, fundamentalmente en las zonas más pobres del planeta, y suponen un auténtico reto global, no solo de tipo sanitario, sino también económico y para el desarrollo de estas zonas. Según la OMS, más del 70% de los países y territorios afectados por estas enfermedades tienen economías de ingresos bajos o medios-bajos[i].
Es la propia OMS la que advierte de que la desatención de estas patologías olvidadas impedirá alcanzar los Objetivos Sostenibles del Milenio, por lo que en 2010 lanzó su documento ‘Trabajando para reducir el impacto global de las ETD’, refrendado por la Declaración de Londres de 2012 y suscrita por grandes compañías farmacéuticas, la propia OMS o la Fundación Bill y Melinda Gates.
Con el objetivo de evaluar qué necesidades hay en el tratamiento de estas enfermedades y cómo esto puede influir en el cumplimiento de los Objetivos Sostenibles del Milenio, la Real Academia Nacional de Medicina y DNDi (una organización sin ánimo de lucro que desarrolla medicamentos para las ETD con sede en Ginebra), han organizado en colaboración con GSK la sesión científica extraordinaria ‘Enfermedades Tropicales Desatendidas y Objetivos Sostenibles del Milenio’, a la que ha asistido la directora del Instituto de Salud Carlos III, Raquel Yotti.
Estas patologías se asocian a la pobreza, y son propias de zonas rurales remotas, barrios marginales o zonas en conflicto y, entre otras, se cuentan la rabia, la úlcera de Buruli, la lepra, la enfermedad de Chagas, la enfermedad del sueño, la leishmaniasis, la filariasis linfática, la oncocercosis o la esquistosomiasis.
El coordinador de la sesión científica y académico de la RANM, el profesor Gonzalo Piédrola Angulo, ha explicado que existen dos vías fundamentales desde las que se intentan combatir estas patologías tropicales. Por un lado, la administración masiva de fármacos (MDA, según su denominación en inglés), que consiste en la distribución de medicamentos a poblaciones completas en determinadas zonas geográficas con independencia del estado de salud respecto de la enfermedad tropical que se pretende prevenir y/o controlar.
Esta estrategia MDA se viene utilizando para prevenir la transmisión de la filariasis linfática, la oncocercosis o la esquistosomiasis entre otras enfermedades olvidadas. Según el profesor Piédrola, citando datos de la OMS, en 2018, mil millones de personas en todo el mundo fueron tratadas mediante MDA.
Por otro lado, en el caso de las enfermedades que no son susceptibles de ser tratadas con este abordaje, se requieren otros métodos más innovadores y específicos para cada enfermo y zona geográfica, a pesar de lo cual se ha alcanzado reducciones muy significativas en la enfermedad del sueño y la leishmaniasis visceral.
Por su parte Jorge Alvar, académico y asesor senior de DNDi, ha señalado que la lucha contra las ETD redunda necesariamente en la reducción de la pobreza a gran escala, “y trabajar en ellas ofrece una oportunidad inmejorable para que se aseguren un lugar en la Agenda de Desarrollo Sostenible del 2030”.
Durante la sesión científica extraordinaria celebrada en la Real Academia Nacional de Medicina, el Dr. José Fiandor, director del centro de investigación en enfermedades del desarrollo (DDW según sus siglas en inglés) que GSK tiene en Tres Cantos (Madrid), ha recordado que una sola de estas patologías, como la leishmaniasis visceral, causa entre 50.000 y 90.000 nuevos casos cada año “y resulta mortal si no se trata”. Asimismo, se calcula que entre 6 y 7 millones de personas están infectadas por la enfermedad de Chagas en el mundo, una enfermedad que causa unas 14.000 muertes anuales. Por eso ha señalado que la investigación que se lleva a cabo en el DDW de GSK, pretende mejorar no sólo el tratamiento de los enfermos sino también el control de estas enfermedades.
“Los tratamientos existentes para estas enfermedades están todavía muy lejos de ser óptimos y existe una clara necesidad de descubrir nuevos medicamentos orales, eficaces y seguros”, ha señalado el Dr. Fiandor, que ha querido destacar “que la implicación de la industria farmacéutica, en concreto de GSK, en este campo está teniendo un gran impacto, dado que nos ha permitido aplicar nuestra experiencia en el descubrimiento de nuevos medicamentos a un área en el que la investigación era inexistente hasta hace muy poco”. Como consecuencia de esta labor, ha destacado, “hemos conseguido identificar un gran número de moléculas que están avanzando a fases clínicas en enfermedades como malaria, tuberculosis y leishmaniosis visceral. También entendemos que la mejor forma, y así lo estamos haciendo, de abordar este problema es en colaboración. Es por ello por lo que nuestra aproximación es de ‘innovación abierta’ y en definitiva de ‘innovación responsable”, ha concluido.
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