Una primera cuestión, y no es baladí, radica en la voluntariedad o no de esos modos de pensar. Sin duda, cuentan las cargas subconscientes, sean genéticas o de otras características. Las intervenciones conscientes serían influenciadas por factores diversos. Los grados de la implicación deseada por la persona en sus elucubraciones adquirirán matices ilimitados. Con el paso de los años, la EDAD orienta decisivamente esas deliberaciones. De la utilidad a la inutilidad, de ilusiones decrecientes, las complejidades inaccesibles, despropósitos o aciertos en una batalla poco equilibrada, amores y soledades. El enfoque mental penetra por vericuetos de incierto recorrido con dimensiones cósmicas.
Existe una actitud insólita de estar presente en los grupos humanos, la de no emitir manifestaciones, con la ausencia de posicionamientos particulares; esa suma PASIVIDAD aparentando la falta total de pensamiento. No parece posible, alguna idea circulará por sus cerebros; como si cualquiera de sus meditaciones quedara recluida en un circuito cerrado, apartado del sistema motor u otras actividades personales. Configuran sujetos de escaso bagaje como entes humanos; aunque insisto, eso no les priva de actividades. Por lo referido siempre serán de carácter rudimentario, ajenas a valoraciones de mayor calado o ciertos requerimientos sociales. ¿Cómo habrán llegado a ese estado?
Como una extensión del grupo anterior, surgen elementos más propensos al desarrollo de diversas expresiones. Pueden ser hablantes infatigables, picoteando en infinidad de temas, incluso con presencias desmesuradas en ámbitos poco relacionados entre sí. La consistencia de sus apariciones, pronto queda en entredicho, la misma envergadura de los asuntos sacados a colación desvela su azotea deshabitada de reflexiones. La VORÁGINE de sus actitudes encubre ese vacío de la actividad mental. Su escaso fundamento tiende a ser más engañoso por su hiperactividad. La poca consistencia de sus obras refleja con claridad sus desmejoradas condiciones cualitativas.
Cuando se enlazan varias ideas seguidas, las decisiones van tomando cuerpo, bien en forma de conceptos estructurados, bien enfocándolos a la manera de relacionarse con los demás; no son cuestiones idénticas, siguen trayectorias diferentes, su ensamblaje pasa a ser una exigencia coherente, que no siempre es adoptada en las prácticas habituales. Así las cosas, comienzan a utilizarse como reflexiones UTILITARIAS en toda su amplitud. Convendremos en la naturalidad de dichas necesidades como la base vital. No obstante, su sencillez oscila hacia unas tendencias riesgosas, ilógicas, convirtiéndose en verdaderos defectos; cuando pasan a manejarse como una actitud obsesiva excluyente.
Desde los primeros años, la satisfacción es una de las sensaciones primordiales para modelar las tendencias del comportamiento. Y la satisfacción de estar cada vez mejor es incomparable. Por eso no extraña la ocupación del discurso en la manera de obtener el PROGRESO personal. Entraña una serie de intercambios con los agentes externos, en una extensión carente de límites naturales. Si esos avances consideran o no otras circunstancias, como la Ética o las secuelas de sus actuaciones entra en unas dimensiones extraordinarias. El sujeto protagonista decidirá sobre el posible agrandamiento de sus proyectos; reducidos a sí mismo o involucrado en las realidades del entorno.
Hay una grieta de proporciones incalculables entre las inquietudes sociales. Separa con nitidez los pronunciamientos y los hechos comprobados. También la prestancia de los hechos con respecto a los intereses subyacentes. Demuestran la distancia del pensamiento orientado al logro de mejoras para el COLECTIVO seguidos de actuaciones coherentes con sus ideas; frente a las maniobras deformantes de las líneas apuntadas como principios. El descubrimiento de estas maneras de pensar en el conjunto deviene en unos trazos utópicos. Si sus bondades son actuales, ¿Cómo repercutirán en el futuro? ¿Cómo será la distribución de las supuestas ventajas? Y no viene mal preguntarse, ¿A costa de quién?
La estructura racional en su conjunto de procedimientos, huye de la simplicidad; no sólo presenta notables ramificaciones, estas se activan de forma aislada o bien simultánea, sumando efectos o inhibiéndolos también. Ocurre sin embargo la frecuente polarización hacia alguna de sus tendencias, en perjuicio de las demás. A título de ejemplo, cualquiera puede observar en sus ambientes numerosos casos de predominio insistente del pensamiento EGOÍSTA, nos recuerdan aquello del gen egoísta, parecen inexistentes el resto de funcionamientos psicológicos o motivados por otras fuentes. Provocan desequilibrios nefastos con amplios sectores de afectados por sus abusos reiterados.
Mención aparte por su escandalosa manera de pensar es la de aquellos cuyas elucubraciones giran en torno a procedimientos MALICIOSOS pasando por encima de quien sea (Asesinatos, agresiones, corrupciones). Es habitual su tendencia a no dar la cara con franqueza. Es peor aún, trasladan la responsabilidad a otros incautos o extremosos ejecutores de sus maldades. Los entornos disimulados ejercen esas maquinaciones repugnantes desde la sombra. Su disposición mental aplasta cualquier escrúpulo que pudiera surgir, sin dejar cancha a ningún razonamiento adverso. Los empoderamientos abundan en esa desfachatez, en una mezcla nauseabunda de tolerancia y complicidad.
Las interpretaciones viciadas de cuanto circula por los neurotransmisores constituyen una clara posibilidad para complicar las cosas. Llegan hasta el punto de configurar conceptos irreconocibles para las reflexiones abiertas al diálogo social. Son manipuladores de fea estirpe. Auténticos TERGIVERSADORES hasta de sus propios enunciados. Las etnias, los pueblos, las patrias, la economía, la historia; adquieren bajo sus actitudes peligrosos tintes tenebrosos por lo ilimitado de sus proyecciones. Ni entre ellos consiguen un establecimiento creíble de sus ideas. Desaparecen las ideas consistentes, se decantan a una enajenación progresiva con malos auspicios y mucha gente perjudicada.
Por otra parte, el pensamiento aislado, por sí mismo, a la vista de la pluralidad de enfoques prácticos, no pasa de ser una entelequia. La dirección de sus razonamientos, la manera de incardinarse en la realidad, consolida la verdadera prestancia de sus ideas. El hilo conductor de esas emisiones va a resultar crucial, eso que denominamos RELATO, hasta llegar a su culminación, al desenlace; en esa fascinante adecuación de las ideas con las personas, siempre inacabada.
Sólo el ESPÍRITU CRÍTICO dialogante permitirá los ajustes necesarios para el progreso existencial. No cabe pensar en una precisión absoluta, por eso la investigación constante, descubridora, requiere de una adaptación coherente a las estructuras previas y a los múltiples enfoques de las aportaciones.
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