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Pensar o ver

Hemos experimentado con naturalidad las sensaciones de saber y no saber con respecto a una misma cuestión, y de forma simultánea
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 22 de mayo de 2020, 08:44 h (CET)

Ver las cosas como son en realidad, parece sencillo; aunque llegado el momento empiezan las imprecisiones cargadas de contradicciones. Si nos decidimos por pensar primero, para desde esa base dedicarnos a ver las cosas e interpretarlas; corremos el riesgo de teñirlo todo con nuestros prejuicios. En el caso de comenzar por la visión de las cosas para después pensar sobre sus características; el riesgo apunta hacia el desconcierto, por afrontarla sin base previa. La cuestión asienta sobre la relevancia atribuida a la experiencia personal, esa VIVENCIA particular de las situaciones. Por lo dicho, estamos ante una participación apasionante, ceñida a nuestras capacidades, pero plena de inseguridades.

Como en los versos de Wallace Stevens, deberíamos acudir al “ángel necesario” para transitar con un cierto salero por estas andanzas referidas a la comprensión de cuanto nos acompaña. El barullo de las ideas diseminadas por cualquier medio es muy probable que ofusque la percepción adecuada por parte de una persona concreta. Basten unos nombres para situarnos, Cataluña, pederastia, mentiras o silenciamieentos. Se trata de LIBERARNOS del forzamiento para ver las cosas de una manera determinada por algún mequetrefe. Frente a los cantos tediosos de una libertades acartonadas por manipulaciones sin cuento, recurriríamos a la limpia mirada del ángel. Es decir, acudir al campo de juego con la prestancia debida.

Para responder en una disyuntiva como esta, quizá la primera precaución consista en evitar las conclusiones demasiado rotundas. Nadie aparece con los suficientes argumentos. Son tantos los factores modeladores, que es imposible la reunión de todos ellos en una valoración exhaustiva. En el asunto de los PRECONCEPTOS, además de inevitables son necesarios. No cabe el entendimiento de una persona completamente vacía de estas nociones previas, sus apredizajes la condujeron a esa configuración de sus ideas. Si pudiéramos no hacer caso de esos preconceptos, no entenderíamos nada, no sabríamos calibrar anchos o largos, espirituales o materiales, etc. ¿Qué sería eso? Constituyen un bagaje con el cual hemos de contar.

Es ilusionante esa idea de la posible contemplación del relámpago descubridor de la realidad de las cosas y hechos, sin añadidos foráneos. En la primera impresión nítida, pronto aparencen sombras de diverso calado. Las comparaciones serán impracticables si limpiamos todos los antecedentes como conceptos. Tampoco captaremos la novedad al completo, es evidente el carácter intrincado de cualquier presencia. Al hilo de estas premisas, ampliamos el cargamento incluyendo una DESORIENTACIÓN inesquivable, por sus efectos, no tendríamos donde apoyarnos. En el ansia de conocimientos ciertos, por esta vía tropezamos con impedimentos difíciles de superar.

Las sensaciones no son equiparables a las seguridades; son fenómenos diferentes. En las primeras, su desarrollo lleva implícito el carácter participativo del sujeto, y con él, la satisfacción del protagonista. Tendemos a considerarlas como elementos inviolables plenos de dinamismo; con el consiguiente repudio de los sucesivos obstáculos aparecidos en las situaciones vitales. En el encuentro con los conceptos contrastados y los tan inevitables enigmas existenciales, la salida ante las contradicciones se convierte en un clamor, el requerimiento de un mínimo EQUILIBRIO para poder sintonizar a un tiempo las dos emisoras; con la suficiente humildad a la vista de las limitaciones.

Me parece muy significativa la actitud para afrontar desde la inmediatez los contactos o desde las influencias distanciadas. Quién no se habrá visto involucrado con ese comentario de la que está cayendo; las decepciones compiten con los sufrimientos, a base de su reiteración se apagan los focos ilusionantes. Ese apagón progresivo de los focos esperanzadores augura males futuros, nos aboca con urgencia a la necesidad de provocar un RENACIMIENTO con capacidad resolutiva para revertir la situación. Dicha renovación requiere una limpieza de la mirada, para volver a contemplar las situaciones con el ánimo equilibrado dirigido al logro de unos ambientes enfocados al bien común.

Se tratará como dice el poeta, de “ver la tierra otra vez”; ver el entorno y las vivencias propias desde unas perspectivas renovadas. Eso si los clamores de autenticidad son ciertos. Muy ensoberbecidos por la maravillosa capacidad de pensar quizá hayamos pensado demasiado, tratando de imponer las razones. En esa dirección, nos enzarzamos con la escasa destreza para observar lo de fuera como realmente es, incluidas las personas. Debido a ese desliz, razonamos, pero vamos perdiendo el contacto con sus mejores aplicaciones. Hemos perdido de vista la esencia de las personas y de los entes mundanos. El verdadero PROGRESO exigirá el restablecimiento del equilibrio entre pensar y ver.

Esas perspectivas del como accedemos a las realidades, nos afectan de lleno en todos los sectores de la existencia. Para resumirlo en una sola palabra, en la práctica modelan la cultura en su sentido amplio. Si la vida ya es dura, a veces cruel y sin asomo de justicia, quedaríamos como víctimas sin remisión posible, si no fuera por el paraguas protector de las conquistas culturales. Aunque estas también fracasan e incluso introducen rasgos traidores inesperados. Hay distintas versiones enrevesando las tramas de la convivencia. Como recurso disponible, es nuestra capacidad intelectual para adquirir la LUCIDEZ la que nos puede, si no salvar, al menos ayudarnos a mitigar las inconveniencias.

Pensar y ver, o viceversa, al fin constituyen las primeras aproximaciones hacia alguna entidad. También es un buen ejercicio detenerse en el análisis de las elaboraciones efectuadas en las fases posteriores. ¿A dónde nos condujeron aquellas disquisiciones? El análisis podríamos enfocarlo en relación a varios objetivos. Voy a escoger uno, EUROPA. Vistos los pueblos aquí asentados, fueron elaboradas las estructuras actuales. O quizá se pensaron las organizaciones para dirigir a sus pobladores. Cualquier profesional (Agricultor, pescador, industrial, autónomos, servicios, et.), observa y medita sobre la realidad orquestada, acumulando interrogantes con escasas respuestas satisfactoria.

Hemos experimentado con naturalidad las sensaciones de saber y no saber con respecto a una misma cuestión, y de forma simultánea. ¿Cómo podemos ratificar esa ambivalencia? Parece sencillo, ni lo vemos todo ni somos capaces de comprenderlo al completo, unas cosas la medimos con precisión y otras no; alcanzamos determinados niveles como topes. Ocurre esto con la VERDAD, sabemos por donde va su discurso, pero no logramos explicarla ni definirla. Ortega y Gasset decía, “La vida sin verdad no es vivible”. Esa verdad notada por los adentros y tantas veces escamoteada en la práctica, sobre todo en las relaciones sociales. La empujan los intereses provenientes de diferentes esferas, las intenciones francas o disimuladas, y también las ilusiones enajenadas fuera de toda medida. Existiríamos con acierto si mejoráramos las verdades.

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